Uzhhorod, 19 de mayo de 2022 – Antes de que la guerra comenzara, cerca de 1.200 estudiantes caminaban a diario por los pasillos del edificio de ladrillos de la Escuela 6, en las estrechas calles de adoquines de Uzhhorod, capital de la región de Zakarpattia en Ucrania Oriental.

Ahora 263 personas que escaparon desde el este y desde el sur llaman a este lugar nuestro hogar temporal, siendo esta una escena habitual que se repite en todo el país.

Entre estas personas se encuentra Oleksandra Telenkova*, de 57 años, que escapó de su casa en la ciudad oriental de Rubizhne, región de Luhansk. Pasó un mes en un sótano protegiéndose de los bombardeos hasta que fue evacuada. Habiendo quedado viuda antes de la guerra, fue separada de su hijo y de sus nietos, que sse quedaron en la ciudad.

"Llegué sola a Uzhhorod pues mi familia pudo albergarse cerca de Kviv", relata.

"Mi ciudad fue bombardeada casi a diario desde que la guerra comenzó. Tuve una contusión cuando mi casa fue bombardeada en marzo. Pensé que no iba a poder hablar más”, agrega, sentada sobre un colchón en el piso de un aula donde ella vive junto a otras seis personas y un perro.

 La escuela  6 en Uzhhorod, Ucrania, es una de las muchas que han sido reacondicionadas para servir como albergues temporales para personas desplazadas. Foto: OIM/Gema Cortes

Al igual que Oleksandra, muchos han tenido que realizar largos viajes y experimentar los peligros de la guerra. Cada día, ella piensa en su hogar destruido y rompe en llanto. “Destruyeron mi casa. No tengo dónde volver. No tengo un lugar en el que quedarme si alguna vez regreso”, dice.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y sus contrapartes han estado trabajando para poder compartir información que pueda ayudar a Oleksandra y a muchos otros como ella a establecerse lo más pronto posible. “La bienvenida de la gente de Uzhhorod y el apoyo recibido por parte de las organizaciones humanitarias ha sido sobresaliente”, destacó.

Tras haber trabajado toda su vida en una fábrica de manufacturas en su ciudad natal,  Oleksandra no sabe qué es lo que hará en el futuro. Le gustaría conseguir trabajo en  Uzhhorod, pero tiene algunas inquietudes sobre esa cuestión. “A mi edad y con la situación en el país, mis opciones no son muchas, así que no tengo demasiadas pretensiones”.

La OIM está trabajando para evaluar las necesidades y brindar asesoramiento e información a los residentes en los albergues temporales. Foto: OIM/Gema Cortes

Mientras la guerra ingresa en su tercer mes, más de 8 millones de ucranianos desplazados internos (IDPs), porcentaje equivalente a un 17% de la población que había antes de la guerra, luchan para estar seguros, encontrar un lugar adecuado para vivir y acceder a un puesto de trabajo. Otros 6 millones de personas han huido a países vecinos.

Un lugar para descansar

Pequeñas sillas y pupitres están apilados alrededor de la escuela. Han sido retirados de las aulas. En el lugar que ha quedado libre duermen las personas – sobre todo mujeres y menores – sobre colchones tirados en el suelo, debajo de los pizarrones y de recipientes con crayones.

Los equipos móviles de la OIM trabajan constantemente en el reacondicionamiento de las escuelas, dormitorios de estudiantes, centros deportivos y otros edificios similares para brindar alojamiento seguro y digno a más de 1 millón de personas desplazadas. Las ventanas, las puertas y los techos son reemplazados; se renueva el cableado de los sistemas eléctricos; se instalan más enchufes; se mejoran las instalaciones sanitarias; se reemplazan todas las luces y los ventiladores que no funcionan; y se instalan tabiques divisorios para preservar la privacidad.

“Si bien todas son soluciones temporales para las personas desplazadas, estamos intentando mejorar las condiciones de vida por medio de la provisión de espacios seguros y dignos en la medida de lo posible. Estamos buscando especialmente poder integrar algunas características de diseño a estas instalaciones, como por ejemplo pasamanos en los baños y duchas, para que se adapten a las necesidades especiales de los ancianos y de las personas discapacitadas”, explica la Oficial de Albergues y Asentamientos de la OIM Nadia Tithi.

El programa de rehabilitación de albergues de la OIM tiene como objetivo garantizar condiciones de vida seguras y dignas para las personas desplazadas que residen en alojamientos temporales. Fotos: OIM/Gema Cortes

La primera etapa de este programa ha sido implementada en la región de Zakarpattia, la cual alberga en la actualidad a unas 180.000 personas desplazadas. El programa cubrirá las cinco regiones occidentales de Ucrania que son los destinos principales de las personas que han sido desplazadas recientemente – y que son vistas como más seguras en comparación con las otras en las cuales los enfrentamientos son mucho más intensos. Posteriormente, el programa será extendido a otras regiones, dependiendo de las necesidades y de la situación en materia de seguridad.

Para ayudar a personas como Oleksandra, la OIM trabaja muy estrechamente con las autoridades locales al objeto de expandir significativamente la capacidad de recepción temporal para las personas desplazadas internas e identificar edificios que puedan ser reacondicionados para servir como centros colectivos para estadías más prolongadas.

La incertidumbre no desaparece mientras el conflicto perdura

En un día soleado, la bandera de Ucrania ondea sobre la puerta de acceso de la escuela. El patio está en silencio; solamente una luz tenue brilla a través de filas de ropa que se está secando al fondo. A través de un laberinto de pasillos escolares, Mariia Grynchuk, Directora de la Escuela, camina sonriente hacia lo que solía ser el salón de deportes. Docenas de colchones son colocados uno al lado del otro. Bolsas de plástico con algunos elementos personales indican qué espacio está ocupado en este momento.

"Nuestro Gobierno nos ha pedido que pongamos nuestro mayor empeño para ayudar de todas las maneras posibles”, dice Mariia. “Tal vez aquí no tengamos mucho para ofrecer, pero al menos es algo. La OIM ha reparado las instalaciones eléctricas y ha agregado más enchufes en el gimnasio y en las aulas. Ahora la gente no necesita hacer largas colas para cargar sus dispositivos”. Mariia está orgullosa de que su escuela haya sido una de las tantas instalaciones en Ucrania que han abierto sus puertas para brindar alojamiento a las personas desplazadas.

Mariia está orgullosa de que la escuela de la cual es directora esté siendo usada para brindar un espacio seguro a las personas desplazadas. Foto: OIM/Gema Cortes

Mientras tanto, Oleksandra tiene la esperanza de poder reunirse muy pronto con su hijo y con sus nietos. “No tengo idea de cuánto tiempo voy a quedarme aquí. Espero que la guerra termine pronto. Luego me gustaría volver a casa y ver a mi hijo y a mis nietos, lo cual no es posible en este momento”.

Como el resto de las personas que lograron escapar a la búsqueda de seguridad, Oleksandra agradece haber podido salvar su vida, aun si lo ha perdido todo. Pero, como otros tantos millones de personas desplazadas, ahora está viviendo en esta escuela sin poder saber cuándo, o incluso si en algún momento, podrá regresar a su casa.

*Los nombres han sido cambiados con fines de protección.

Esta historia fue escrita por Gema Cortes junto a la Respuesta a Ucrania de la OIM.

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