Budapest, 23 de febrero de 2023 – Ciara abre la puerta con una gran sonrisa en su rostro. A ella le gusta mucho darle la bienvenida a los huéspedes en su histórico pero recientemente renovado apartamento en el sector de Buda de la capital húngara. Un par de rayos de luz solar atraviesan con total determinación las nubes de este día nublado de principios de enero e iluminan el espacio. Feliz de haber podido asegurarse finalmente su propio apartamento en octubre del año pasado, Ciara siente que ha encontrado un hogar temporal seguro.

En 2011, el nuevo trabajo de su pareja trajo por primera vez a la familia de Ciara a Zhytomyr, una ciudad en la zona noreste de Ucrania. No había sido nada fácil tener que dejar a su familia, amigos y hogar  en la República Unida de Tanzania, pero fue una gran oportunidad profesional y Ciara y su pareja pusieron rápidamente a este país extranjero y a su gente en el centro de sus corazones.

“El país era fantástico, pero a finales de 2013 regresé a Tanzania mientras mi pareja se mudaba a Inglaterra para encarar otro proyecto”, recuerda Ciara.

“Yo planeaba quedarme con mi madre por un tiempo, pero en realidad extrañaba Ucrania de modo que decidí regresar”.

En 2016, Ciara regresó a Ucrania junto a su hijo Paris. Cuando la guerra estalló el 24 de febrero de 2022, los dos se encontraban en su casa en Zhytomyr. Era temprano por la mañana,  encendió la radio estando aún algo adormecida.

“Yo no sabía nada. Llamé a la esposa de mi párroco”, recuerda.

Al principio, Ciara no podía creerlo. “Le pregunté a ella, ‘¿Qué significa que la guerra empezó?’ Y ella seguía diciendo: ‘LA GUERRA COMENZÓ. Lo que estás viendo en la televisión es lo que realmente está ocurriendo, es como si fuera una película de acción’’’.

Aún en shock, no supo muy bien cómo manejar la situación. “Realmente no sabía muy bien qué hacer. Pero dos o tres horas más tarde, todo el mundo se estaba yendo”, dijo. “Estaba totalmente sorprendida, no quería irme porque yo tenía todo en Zhytomyr. Mis pertenencias, mis inversiones, mi vida. Decidí quedarme. Fue la decisión más compleja de toda mi vida”.

Paris todavía concurría a la escuela. Los primeros meses de la guerra en Ucrania fueron realmente muy difíciles. “La vida no era buena para nada, intentábamos llevar una vida normal pero cada media hora sonaban las alarmas alertando sobre las bombas. Uno miraba los ojos de las personas y podía darse cuenta de que todo había cambiado”.

Como persona creyente que iba regularmente a la iglesia, Ciara a menudo visitaba la Iglesia Católica Húngara en Ucrania, en donde conoció a un sacerdote húngaro llamado Padre Peter.

“Me contaba mucho de su país y de su gente, y eventualmente me ofreció su apoyo. Fue así que decidí venirme para acá”, cuenta Ciara. “Los húngaros son muy acogedores”.

 “Cuando crucé la frontera con mi hijo, conocí al personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Ellos me conectaron con Mátyás, asistente de protección de la OIM que me brindó toda la información necesaria”.

Ciara es de Tanzania. Se mudó a Ucrania en 2011 junto a su familia pero por la guerra se vio forzada a huir a finales de 2022. Ahora vive con su hijo de 12 años en Hungría y está planeando quedarse allí hasta que la guerra termine. Foto: OIM

Desde la escalada de la guerra, los refugiados de Ucrania y los llamados nacionales de terceros países (TCN) como Ciara se han tenido que ir del país en grandes cantidades. Más de 17 millones de cruces fronterizos desde Ucrania fueron registrados por las autoridades nacionales de seis países vecinos entre el 24 de febrero de 2022 y el 10 de enero de 2023, de acuerdo con datos del ACNUR. Más de 600.000 de esas personas eran nacionales de terceros países, de acuerdo con el último informe de la OIM.

En el primer año de la guerra a gran escala, la OIM facilitó el retorno hacia sus países de origen de 1.765 personas de varias nacionalidades que vivían en Ucrania. Mientras el conflicto bélico ingresa en su segundo año, la Organización está ayudando a personas como Ciara para que puedan acceder a una serie de sistemas de apoyo social y financiero en sus países de acogida.

Mátyás y Bianka, personal de la OIM que trabaja con casos en Budapest, ayudaron a Ciara a encontrar un lugar seguro para quedarse.

“Las personas allí fueron amistosas y serviciales. Vivimos como una familia y finalmente pude dormir”, recuerda. “Bianka nos ayudó mucho. No solamente con el alojamiento, sino también con vouchers para alimentos y artículos de higiene”.

El centro de alojamiento de la OIM en el que Ciara se quedó con su hijo durante dos meses. Foto: OIM

En el verano Ciara inscribió a Paris en el sexto grado de una escuela internacional en Budapest. “Está feliz. Hay otros niños ucranianos allí así que está contento en este lugar. Tiene amigos húngaros, ucranianos y americanos”. 

Ciara ha recibido su permiso de residencia y espera encontrar trabajo muy pronto.

“Mi plan ahora es establecerme por cierto tiempo y visitar algunos lugares en Hungría”.  

Desde el 24 de febrero de 2022 casi 23.000 ucranianos y nacionales de terceros países han podido acceder a la asistencia brindada por la OIM Hungría como parte de su respuesta de emergencia. La provisión de alojamiento por parte de la OIM para las necesidades inmediatas de las personas afectadas por la guerra ha sido posible a través del generoso aporte de la Oficina Federal de Asuntos Exteriores de Alemania (GFFO) – Asistencia Humanitaria Alemana.

Esta historia fue escrita por Anna Gergely, Oficial de Prensa en la OIM Hungría, agergely@iom.int.

Si usted estuviera interesado en hacer una donación para apoyar los trabajos de asistencia en Ucrania, por favor tenga bien a visitar la página de recaudación de fondos de la OIM.

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