Huaquillas, 9 de Mayo de 2022 – Desde temprana edad, Keny tenía la certeza de que un día se convertiría en médico. Había nacido con una malformación congénita – una hemimelia fibular, tal según el término médico – la cual implicaba que iba a necesitar varias cirugías a lo largo de su vida.

“Pasé gran parte de mi adolescencia en hospitales, rodeado de médicos y enfermeras”, explica. “Eso me llevó a involucrarme con ese entorno y confirmó mi deseo de ayudar a los demás”.

Keny estudió medicina por siete años en Venezuela, su país natal, y continuó luego con un posgrado en cirugía general, del que pudo completar solamente uno de los tres años del plan de estudios. La situación social, política y económica en Venezuela forzó a este médico de 31 años a irse en 2018 para buscar mejores oportunidades en Ecuador.

Keny cuenta que el año que pasó trabajando en un pequeño pueblo ubicado en la frontera entre Perú y Ecuador le cambió la vida. Foto: OIM/ /Ramiro Aguilar Villamarín

Durante su primer año en Ecuador, mientras luchaba para que todos sus documentos estuvieran en orden, Keny tuvo que aceptar un trabajo no acorde con sus cualificaciones para poder sobrevivir. Se desempeñó inicialmente como empacador en un supermercado, viviendo de las propinas y con un salario muy bajo. Luego trabajó de chofer, transportando mercaderías por todo el país, y finalmente se desempeñó como guardia de seguridad en eventos privados.

Tras un año en el exterior, a pesar de las dificultades para obtener sus diplomas académicos, su título de médico fue finalmente reconocido en Ecuador. Actualmente Keny trabaja como doctor. Tras un largo viaje de dedicación y paciencia, puede finalmente ejercer la profesión con la cual había siempre soñado.

Una vez que aprobó la prueba correspondiente de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia Tecnología e Innovación (Senescyt) de Ecuador, se registró para su año de residencia en Zamora Chinchipe, en una pequeña ciudad llamada Paquisha, en la frontera que Ecuador comparte con Perú.

Allí todo fue diferente para él – la cultura, “el estilo de vida”, como Keny lo explica.

Sin embargo, pudo adaptarse sin problemas. “Fue una de las etapas más hermosas que he vivido, no solamente por los recuerdos que forjé sino también por toda la experiencia profesional que logré adquirir”.

Keny trabaja para el Ministerio de Salud Pública de Ecuador como profesional general para un proyecto sanitario que la OIM implementa junto a su asociado ADRA. Foto: OIM/Ramiro Aguilar Villamarín

Tras haber completado el año de práctica en terreno, Keny fue contratado por el Ministerio de Salud Pública de Ecuador en calidad de médico general para un proyecto sanitario que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) implementa junto a su asociado, la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA).

Para Keny, la tarea de cuidar a las personas en movimiento es verdaderamente emocionante. Él también tuvo que irse de su casa tan solo con una maleta; y también sintió incertidumbre y temor. Algunos tuvieron la opción de irse de Venezuela en autobús o en avión pero no todos lo hicieron, cuenta.

“Los recursos de estas personas son muy limitados, muchos tuvieron que venir hasta aquí de a pie; las circunstancias en las cuales llegamos tal vez no sean siempre las mismas, pero todos podemos comprender lo que se siente”.

El equipo lleva a cabo con regularidad visitas domiciliarias para evaluar las necesidades de salud de aquellos que no pueden concurrir a las citas médicas personalmente. Foto: OIM/Ramiro Aguilar Villamarín

Keny está feliz de poder brindar alivio a quienes llegan a Ecuador, cansados tras una larga travesía de a pie. Algunos llegan con pre-existencias de salud o con enfermedades crónicas y muchos no han tenido acceso a tratamientos adecuados o a controles periódicos de la salud por mucho tiempo.

Las mujeres generalmente no cuentan con servicios de planeamiento familiar. Algunas están embarazadas y otras llegan con sus hijos en brazos. “Les brindamos información adecuada relacionada con sus derechos reproductivos y los servicios disponibles”.

Como doctor que trabaja en el proyecto de salud que la OIM implementa junto a ADRA, Keny cumple la tarea de derivar a las personas a los servicios públicos sanitarios que correspondan. Visita albergues en distintos sectores de la ciudad de Huaquillas e intenta recorrer la mayor distancia posible para asegurarse de que todo el mundo pueda acceder a asistencia médica. Hay personas que no pueden concurrir a las citas con los médicos, y en esos casos Keny se asegura de que los profesionales adecuados realicen visitas domiciliarias.

Keny está muy orgulloso del trabajo realizado junto a sus colegas a quienes ve en la actualidad como verdaderos amigos. Foto: OIM/Ramiro Aguilar Villamarín

Keny dice que lo que más le gusta de Ecuador es la comida y el clima y que si bien hay similitudes con Venezuela, el país es pequeño, de modo que todo está al alcance de la mano. No le lleva demasiado tiempo ir desde la costa hasta las montañas, y la fauna y flora de Ecuador es muy diferente e impresionante.

“También me gusta la gente, la calidez humana que tienen”.

Keny adora su trabajo porque es gratificante pero también le gusta por sus colegas. Hacen un gran trabajo todos juntos, dice, pero también son amigos fuera del lugar de trabajo. “Los ecuatorianos han sido muy cálidos y hay muchas personas que te ayudan por más que ellas mismas también necesitan ser ayudadas”.

A nivel profesional y humano, Keny sabe muy bien que ayudar y cuidar a otros es el motivo por el cual eligió la profesión de médico. Dice que no tiene sueños demasiado complejos. “Solamente quiero concluir mi especialización y un día regresar a Venezuela para poder ver nuevamente a mis padres”.

El programa médico de la OIM en Ecuador recibe el apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM) del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Esta historia fue escrita por el Equipo de Comunicaciones de la OIM en Ecuador

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