Juba, 20 de diciembre de 2021 – Sentado en una mesa de una sala de conferencias en Juba, capital de Sudán del Sur, Julius Onisente usa un estilete para repujar los puntos con los patrones necesarios para escribir una oración.

Las instrucciones que él recibe en el Centro de Ojos de Buluk en Juba, la capital de Sudán del Sur, podrían llegar a cambiarle la vida. Julius perdió la vista cuando tenía 19 años tras padecer una larga enfermedad.

“Cuanto perdí la vista en 1994 me sentí frustrado y limitado”, dice este hombre de 45 años. “Yo sabía que era capaz de hacer mucho más, pero parecía que el mundo a mi alrededor dudaba de mí”.

Julius dice que tuvo que enfrentar mucha discriminación mientras crecía. “Mis pares se reían de mí, y quienes no lo hacían sentían lástima”, relata. “Aún no puedo decidir cuál de las dos situaciones es peor – que se rían de mi o que sientan lástima”.

Julius es una de las 20 personas que han concurrido a una capacitación sobre Braille de Nivel II de tres semanas de duración en el Centro de Ojos de Buluk organizada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para ayudar a los participantes a que mejoren sus capacidades para la lectura y la escritura en sistema Braille.

“Cuando paso mis manos por los puntos y capto su significado, eso me hace sentir empoderado”, dice Julius. “Me señala el camino a seguir para poder participar en este mundo al cual se que pertenezco”.

Como estudiante de la Universidad de Juba, Julius dice que seguir el ritmo de las lecturas no ha sido fácil puesto que por el momento él solamente tiene el Nivel I de Braille, es algo engorroso inscribirse y es necesario contar con una buena cantidad de papel Braille, el cual es caro y difícil de conseguir en Sudán del Sur.

Una parte esencial del curso de capacitación organizado por la OIM ha sido la máquina de escribir en Braille. Foto: OIM/Liatile Putsoa

“Tengo la plena confianza de que incorporar el Nivel II de Braille me ayudará con mis estudios y de tal modo no voy a retrasarme”, dice Julius.

Otro participante en la capacitación es Emmanuel Stephen, de 37 años de edad, quien señala que espera que el certificado de Nivel II de Braille le abra las puertas de la universidad.

“Desde la capacitación he advertido que la velocidad con la que puedo tomar notas usando las técnicas aprendidas en el Nivel II ha aumentado”, señala Emmanuel. “Pensaba que con el Nivel I no podría llevar el ritmo del dictado de clases adecuadamente, pero con esta capacitación, tengo la confianza de que podré sentarme al lado de otros alumnos y alumnas que pueden ver y no sentiré que me quedo rezagado”.

Una capacitación de estas características tiene una demanda muy alta en Sudán del Sur. La extendida guerra civil en el país ha dejado a muchas personas en estado de vulnerabilidad, sobre todo a las que padecen discapacidades”.

“La capacitación que estamos facilitando aquí es tan solo una gota en un océano”, sostuvo Muneyi Muchanyuka, Funcionario de Protección de la OIM en Sudán del Sur. “Más allá de Juba, no hay otros centros de capacitación para personas con discapacidad visual para que puedan aprender lectura y escritura por sistema Braille”.

La OIM junto a asociados se encuentra trabajando para extender estas capacitaciones a otras zonas fuera de la capital, a fin de asegurar que todo el mundo que necesite esos servicios tenga acceso a los mismos.

Flora Peter, quien trabaja como instructora de Braille en el Centro Educativo para Ciegos de Rajaf, dice que el problema de la falta de acceso al aprendizaje para las personas con problemas de visión es bastante común.

Julius Onisente, quien perdió la visión tras una enfermedad, dice que el curso de capacitación en Braille en el Centro de Ojos de Buluk facilitará sus estudios en la Universidad. Foto: OIM /Liatile Putsoa

“Me preocupan otras personas discapacitadas visuales que no viven en la capital”, dice Flora. “Los que no tienen bastones blancos, me pregunto si siquiera saben que existe algo llamado Braille. Nuestros hermanos y hermanas en otras zonas de Sudán del Sur están sufriendo mucho. No pueden acceder a educación y no pueden desplazarse por sus propios medios”.

Flora, quien también está asistiendo a la capacitación dice que espera que la capacitación en Braille Nivel II le permita ayudar a sus estudiantes para que avancen. Como docente, dice que podrá preparar materiales de enseñanza y lecciones de modo mucho más sencillo usando las técnicas de Braille II.

Flora estudio nutrición pero dice que tras haber sido testigo de una necesidad creciente de educadores especializados en trabajar con personas discapacitadas visuales, ella decidió cambiar el rumbo.

“Nunca he mirado hacia atrás desde que tomé la decisión de trabajar con personas discapacitadas visuales en 2003 en Jartum. Me encanta mi trabajo y me encanta poder ayudar a las personas”, dice.

Ella espera que todos los niños y niñas, con independencia de su capacidad física, tengan acceso a educación.

Flora Peter concurre al curso de Braille de Nivel II a fin de mejorar sus capacidades como instructora en el Centro Educativo para Discapacitados Visuales de Rajaf. Foto: OIM/Liatile Putsoa 

“Tenemos niños y niñas que jamás han estado en un aula y ello se debe a que eran ciegos. Tenemos adultos para quienes el pensamiento de poder estudiar no es más que un sueño distante”, dice Flora. Pero no debería ser así. El hecho de poder ver o no no debe ser una limitación a la participación de las personas en la sociedad”.

Además de trabajar como instructora de Braille, Flora brinda capacitaciones en movilidad y orientación de modo tal que las personas con discapacidad visual puedan viajar en condiciones de seguridad, confiadas y de forma independiente, lo cual también va a repercutir en su bienestar psicosocial.

Escrita por Liatile Putsoa, Funcionario de Prensa de la OIM Sudán del Sur, Correo Electrónico: lputsoa@iom.int

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