Región de Bangsamoro, Filipinas – En la provincia insular meridional de Tawi-Tawi, el cultivo de algas marinas es a la vez un medio de subsistencia y un estilo de vida. Desde que tiene uso de razón Siyulay recuerda que su familia siempre tuvo a la producción de algas marinas a pequeña escala su principal medio de subsistencia.
Para Siyulay las algas marinas son mucho más que un simple cultivo: se trata de su principal fuente de ingresos y una medida de salud ambiental. Durante varios años hasta ahora ha sido testigo de primera mano de los impactos directos del cambio climático sobre la isla que habita.
Siyulay ha estado cultivando algas marinas por más de 10 años. Si bien las tareas de cultivo han servido para sostener a su familia compuesta por cuatro integrantes, este año ha sido especialmente complicado. “Ha sido mucho más difícil sembrar estos días, en especial con los cambios climáticos. El calor calienta demasiado el agua y no sirve para usarla para el crecimiento de las algas. A veces incluso puede quemarlas y cambian de color, de rojo a amarillo”, dice.
Las algas alguna vez fueron un producto de temporada pero ahora pueden cosecharse durante todo el año usando fertilizante y un método de flotación que permite su crecimiento sin tocar el lecho del mar. Sin embargo, el calor también origina nuevas enfermedades que dañan la cosecha de algas.
“Cuando advertimos que la enfermedad se ha presentado, lo que hacemos es sacar las algas del agua aunque aún no estén listas para ser cosechadas y quitamos las zonas afectadas para evitar que la enfermedad se disemine. Esto nos deja con una cosecha menor”, dice Siyulay.
Los desafíos que enfrentan los agricultores de algas marinas por el calor extremo y la sequía son también exacerbados por los bajos precios que reciben por las algas disecadas. Tras la cosecha, las algas marinas son almacenadas en bodegas locales antes de ser transportadas a mercados más grandes en Zamboanga City, Cebu, y Manila, en donde se fijan los precios. Este sistema favorece a los agricultores de algas a gran escala quienes firman contratos con los comerciantes y a los productores a pequeña escala como Siyulay se les complica establecer precios justos para sus productos.
“Trato de venderles a dos comerciantes dependiendo del precio. Este año ha sido el valor más bajo que he visto, de PHP 35 (0,.60 centavos de dólar EE.UU.) elpor kilo. Para salir sin ganar ni perder, necesitamos al menos un precio de PHP 100 (1,7 dólares) por kilo teniendo en cuenta los costos del fertilizante y del gas para sembrar. Realmente es complicado, ¿pero qué podemos hacer?, dice Siyulay.
Estos desafíos han forzado a muchos agricultores a buscar medios de subsistencia alternativos, tales como el cultivo de vegetales, e incluso algunos han tenido que abandonar la actividad. Algunos de los agricultores que ya no pueden vivir de la actividad agrícola se van de sus hogares y se mudan a la búsqueda de mejores oportunidades económicas.