Anicet empuja orgullosamente su preciada bicicleta a través de las calles de Tura Hill, en el noreste del país. Foto: OIM/Amaury Falt-Brown

Burundi, 20 de enero de 2022 – Empujando su preciada bicicleta por las sucias y agrietadas calles de Tura Hill, más allá de las frondosas plantaciones de banana y de las chozas de arcilla, Anicet sonríe con orgullo mientras rememora la historia de su reintegración tras su vida como refugiado hasta el momento de su retorno a Burundi.

“Durante la inestabilidad política de 2015 hubo una escasez de alimentos [en la comunidad] y por ese motivo mi familia y yo nos fuimos de Burundi para buscar algo para comer”, dice Anicet. Sin imaginarse la lucha que deberían enfrentar, terminó descubriendo que la vida como refugiado en sí misma estaba llena de penurias.

Sin contar con una parcela propia de terreno, durante tres años el orgulloso granjero vivió en condiciones sórdidas, mientras trabajaba en granjas ajenas para poder llegar a fin de mes. A medida que el tiempo pasaba, sin embargo, escuchó era posible que Burundi retornase a una situación de estabilidad.

Eventualmente, en 2018, la noticia de un entorno mucho más pacífico en su lugar de origen impulsó a este padre de tres hijos a migrar nuevamente – esta vez en calidad de retornado – a su Burundi natal.

“Me sentía muy feliz de poder retornar a mi país de nacimiento”, relata, “[si bien] para un retornado generar un medio de subsistencia no es siempre fácil.”

Las mujeres comparten risas mientras trabajan en un Proyecto de Impacto Rápido para la conservación del suelo. Foto: OIM/Amaury Falt-Brown

Con apoyo inicial brindado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la familia se benefició con un programa de retorno asistido voluntario, de servicio de transporte a Burundi y de un fondo inicial para poder recuperarse.

Sin embargo, sin un terreno o una fuente de ingresos, Anicet, como cientos de miles de personas, debió luchar para poder reintegrarse a la comunidad de la cual alguna vez había formado parte.

“Con algo de dinero que había obtenido de un programa comunitario de microfinanzas, intenté abrir un negocio de venta de pescado, pero no me fue bien”, dice. Mientras el tiempo transcurría y las condiciones de vida no mejoraban, un agotado Anicet comenzó nuevamente a considerar una vida en calidad de refugiado.

Los refugiados que retornan a sus países de origen con frecuencia quedan expuestos a graves riesgos y no cuentan con un ingreso fijo – que es un componente clave del proceso de reintegración. Retornar a las comunidades en las que los recursos son de por sí escasos puede implicar una presión sobre la población local y llevar a conflictos locales entre las comunidades de acogida, los retornados y las muchas personas desplazadas internamente (IDP por su sigla en inglés) que podrían encontrarse allí.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) por medio de sus Proyectos de Impacto Rápido (QIP por su sigla en inglés) ayuda a aliviar las tensiones en provincias de altos niveles de retornos de refugiados en Burundi.

Los Proyectos de Impacto Rápido son diseñados para amortiguar los embates duales de la inestabilidad y de la pobreza, a la par que les ofrecen a los beneficiarios la esperanza de tener una vida digna. También sirven para reducir los riesgos de los conflictos sociales brindándoles a las comunidades diversas oportunidades.

Miembros de la comunidad de Tura Hill trabajan conjuntamente en un proyecto de conservación del suelo. Foto: OIM/Amaury Falt-Brown

Alva Fredman Klockar, a cargo de proyectos en el Departamento de Transición y Recuperación de la OIM, dice que lo que sigue son vínculos sociales más sólidos. “Cuando los retornados, las personas desplazadas internamente y los miembros de la comunidad de acogida se congregan para decidir qué infraestructura pública van a rehabilitar, esto fortalece los vínculos sociales entre los diferentes grupos, les brinda la oportunidad de ganar un sustento y contribuye con el bienestar común de la comunidad”.

Los diálogos organizados por la OIM guían el proceso de selección e implementación de un Proyecto de impacto rápido pertinente – en colaboración con la población local, las autoridades, y el asociado de la OIM en la implementación – Help a Child.

Anicet fue beneficiario de un Proyecto de impacto rápido. Como miles de otros, se benefició con el sistema de Efectivo a cambio de Trabajo que constituye la columna vertebral de los Proyectos de Impacto Rápido – esencialmente, efectivo a cambio de trabajo.

Con los fondos aportados por la OIM él decidió quedarse en Burundi en lugar de migrar nuevamente. Decidió invertir el dinero en ganado y luego revivió su negocio de comercio de pescado.

“Después de haber comprado mi ganado, trabajé muy duro, yendo al río día tras día para comprar pescado y mi capital comenzó a crecer”, dice Anicet. “Con el dinero que gané pude luego comprarme una bicicleta y esto me permitió traer más pescado del río [y venderlo]. Ahora también junto pasturas que transporto en mi bicicleta para poder alimentar a mi ganado”.

Michel Ndururutse verifica una zanja en un sitio de conservación del suelo. Foto: OIM/Amaury Falt-Brown

Con el apoyo de la República Federal de Alemania y del FCDO, es decir el Ministerio de Relaciones Exteriores del Commonwealth y de Desarrollo, las familias como las de Anicet pueden nuevamente reconstruir sus medios de subsistencia e invertir en su futuro.

El ACNUR estima que hay cerca de 300.000 refugiados de Burundi que siguen viviendo afuera, encontrándose muchos de ellos en el proceso de retornar a sus hogares. Tan solo en 2021 más de 60.000 han regresado, impulsados por un clima cada vez más estable desde las elecciones presidenciales de 2020.

La pregunta que sigue vigente es: ¿de qué modo las provincias con altos niveles de retorno acomodan a los ciudadanos que desean regresar a sus hogares sin poner en riesgo un sistema social que ya de por sí es altamente frágil?.

Michel Ndururutse, miembro de la administración local de Tura en la zona noreste del país, cree que los proyectos de impacto rápido son una pieza clave de la solución. “La población está muy feliz con el trabajo de la OIM. Ese trabajo está originando cambios duraderos mientras las personas se benefician con los efectos a largo plazo de estos proyectos”, señala.

Belise, una retornada de 21 años de Tanzania, comparte esa visión: “Con el dinero que gané por la construcción de dos aulas de nuestra comunidad, pude comprar el ganado que me ha permitido estabilizar mi vida familiar. Tengo el orgullo de haber sido parte de la construcción de la escuela”, dice.

Un grupo de estudiantes aprenden en un aula que fue construida por la retornada Belise y por otros beneficiarios del sistema de dinero efectivo a cambio de trabajo. Foto: OIM/Amaury Falt-Brown

Belise explica que gracias a haberse involucrado en el proyecto de construcción de la escuela, su familia está conectada con sus vecinos. Pronto, ella agrega, su hija de cuatro años estará yendo a la escuela en las mismas aulas que ella ayudó a construir.

El programa de reintegración de la OIM no solamente busca promover la cohesión de la comunidad en áreas de retorno voluntario sino que también persigue proveer a las comunidades los medios para forjar futuros más prósperos y más estables.

Anicet dice que la ayuda de la OIM ha marcado una diferencia muy importante. “Todo lo que tengo ahora es gracias al apoyo que recibí. Antes de eso, estaba lista para regresar a  Tanzania. Esta asistencia me ha permitido quedarme [en Burundi].”

Esta historia ha sido escrita por  Amaury Falt-Brown, OIM Burundi, email: afalt@iom.int.

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