'¿Qué vamos a hacer si el agua no para de subir?' Esta pregunta ha estado en la cabeza de todas las personas: propietarios de viviendas, trabajadores, granjeros, vendedores del mercado, escolares, trabajadores pendulares, y por supuesto, trabajadores humanitarios y para el desarrollo.

En los últimos dos años, copiosas y persistentes lluvias, seguidas de inundaciones, aludes y fuertes vientos han elevado el caudal del Lago Tanganica a niveles peligrosos, haciendo que el lago trague rutas, mercados, patios escolares e iglesias en su totalidad. Si bien en un principio fueron bienvenidas, las precipitaciones luego empezaron a afectar las vidas y los medios de subsistencia en la República de Burundi y en toda la sub-región. El Tanganica es el segundo lago más profundo del mundo – con una un longitus 600 km en sus puntos más extensos – y es compartido por Burundi, la República Unida de Tanzania, la República de Zambia y la República Democrática del Congo. Ninguna de estas naciones ha quedado al margen de la devastación.

Solamente en Burundi, más de 52.000 personas se vieron afectadas por las inundaciones desde mayo de este año, de conformidad con la Matriz de Seguimiento de Desplazamiento de la OIM, si bien la cifra real es probablemente mucho mayor. Casi la mitad han sido desplazadas internamente y miles de hogares se han inundado.

Campos completos de cultivos han sido barridos – una pérdida devastadora equivalente a al menos un año de existencia de alimentos para muchos de los más del 90% de burundeses que dependen de la agricultura de subsistencia.

Burundi se encuentra entre los 20 países del mundo más vulnerables al cambio climático, y también es uno de los que está menos preparado para luchar contra este fenómeno debido a la severidad excepcional de los peligros naturales. Hubo 127.775 personas desplazadas internamente en el país desde mayo de 2021, de las cuales el 54% fueron mujeres. Cerca del 85% de tales desplazamientos ocurrieron en el contexto de los desastres.

Sería consuelo de tontos pensar una solución por medio de la respuesta de emergencia del país, puesto que la misma padece de una escasez crónica de fondos. De acuerdo con la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) solamente se ha podido recaudar un 17% de los 194.7 millones que se necesitan para el  Plan de Respuesta Humanitaria de Burundi 2021. Algunos fondos adicionales han sido destinados al recientemente lanzado Plan de Respuesta a la Crisis en Burundi 2021 de la OIM.

“En este momento la gente no tiene una casa a la cual retornar. Ni saben cuándo será su próxima comida”, dijo Michael Asima, Coordinador de Emergencia y Preparación de la OIM Burundi. “Es crucial conseguir mayor financiación para poder responder a las necesidades inmediatas de los más vulnerables”.

Mientras tanto, el equipo de emergencia de la OIM y sus asociados humanitarios, que trabajan junto al Gobierno de Burundi, se han movilizado a fin de responder a las necesidades más urgentes de las personas más vulnerables. Como prioridad en la lista se encuentra el acceso a albergues seguros, agua apta para el consumo, servicios básicos de higiene, y apoyo de protección.

Hay una ironía innegable por detrás de la sincronización de las inundaciones; el año pasado, más o menos en la misma época, unas 30.000 personas habían sido desplazadas por las inundaciones cuando el Río Rusizi desbordó sus riberas. Muchos no pudieron retornar a sus hogares y siguen viviendo con amigos y vecinos, o en sitios de albergue temporal. Las nuevas inundaciones han puesto mayor presión sobre estas comunidades de acogida que apenas si pueden hacer frente a la situación imperante.

El pasto crecido se balancea en un barrio abandonado y puede verse una vivienda cuyo trabajo de pintura en color blanco no pudo terminarse. Foto: OIM 2021/Lauriane Wolfe

El costo del cambio climático 

A lo largo de algunas secciones de la costa de Burundi en donde el terreno es particularmente bajo, los vecindarios han debido ser abandonados si bien algunas de las viviendas todavía estaban en etapa de construcción. Los Martín Pescadores bajan en picada y vuelven a levantar vuelo a través de ventanas rotas y de juncos florecientes que ahora ocupan salas de estar cubiertas con hasta dos metros de agua. Plantas invasoras se abren camino a través de las paredes y se entretejen entre cielorrasos sin terminar. Las fuerzas de la naturaleza han reclamado con una actitud desafiante ese territorio, desplazando forzosamente a miles de personas.

 “Si esto continua en 2022 la destrucción será enorme, requiriendo de un inventario del costo económico y humano para poder diseñar un plan de recuperación”, dice Gabriel Hazikimana, Director de Medioambiente de las Autoridades del Lago Tanganica en Burundi.

De acuerdo con datos del Instituto Geográfico de Burundi, el aumento del caudal del lago es un fenómeno cíclico que ocurre cada 50 o 60 años. La actual inundación en gran medida es atribuida al cambio climático.

“En años anteriores cuando el lago aumentaba su caudal, las lluvias se detenían y le daban tiempo a que el nivel del agua descendiera”, dijo Hazikimana. “Hicimos un estudio que demuestra que la temperatura en esta región seguirá subiendo, y esto podría significar una mayor caída de lluvias. Veremos si ocurre algún milagro en los próximos años”.

Incluso si el nivel del agua descendiera, la base que es de arena corre peligro de contaminarse debido a la presencia de aguas que se han mezclado con basura y con sedimentos contaminados (de letrinas, por ejemplo). Para llegar hasta esta escuela, los niños y niñas no tienen más opción que la de atravesar terrenos inundados, exponiéndolos a las posibilidad de contraer enfermedades tales como el cólera y la malaria.

Para los propietarios de viviendas, las inundaciones han representando una gran pérdida. Los cimientos han estado bajo el agua durante tanto tiempo que eventualmente colapsarán. Y esto implicará un gran peligro para todos aquellos que se atrevan a retornar.

Niños atraviesan su patio escolar en la zona de Gatumba, en la provincial rural de Bujumbura. Foto: OIM 2021/Triffin Ntore

Odette, madre de cinco hijos, saca todas sus pertenencias de la casa en la cual vivía, por temor a que colapse en cualquier momento. Una familia vecina le ha ofrecido alojamiento temporal. Foto: OIM 2021/Lauriane Wolfe

La reducción de riesgos de desastres es una prioridad  

Esta situación tan extrema ha hecho poner el foco en los esfuerzos actuales para aumentar la resiliencia de los pobladores de Burundi para poder enfrentar estos desastres naturales.

A la cabeza de tal iniciativa se encuentran los equipos de la Plataforma Nacional para la Prevención y Gestión de Riesgos de Desastres y de la Reducción de Riesgos de Desastres (DRR) de la OIM Burundi. Junto con OXFAM y gracias a fondos aportados por la Unión Europea, la OIM Burundi está implementando el proyecto de DRR más completo hasta la fecha (lanzado oficialmente el 7 de julio de 2020) y que llegará a todo el país.

El proyecto resultante tiene como objetivo unir de manera sustancial la respuesta humanitaria con los esfuerzos para el desarrollo.

En la práctica esto implica mapear áreas en riesgo de peligros naturales en la totalidad de las 18 provincias que hay en el país. Otro aspecto muy importante es que evalúa el nivel de vulnerabilidad y la capacidad del país para responder a los desastres y a los impactos a la movilidad, a la par que también se asiste a las autoridades nacionales para el desarrollo de planes de contingencia actualizados por provincia.

El desarrollo de una sólida respuesta en el ámbito de la DRR también requiere promover la pericia técnica de las autoridades locales y nacionales, además de brindar apoyo a las comunidades vulnerables para que accedan a técnicas innovadoras y herramientas para prepararse mejor ante los desastres y para responder mejor a ellos. Una de esas técnicas es la Evaluación del Riesgo de Vulnerabilidad, que es una herramienta que la OIM Burundi ha desarrollado para empoderar a las comunidades para que puedan manejar sus vulnerabilidades y minimizarlas por medio de la identificación de todos los factores de riesgo.

"Debemos alinear de la mejor manera las estrategias de respuesta y los planes de desplazamiento y protección civil con nuestro plan nacional de desarrollo y de reducción de riesgos”, reiteró el Gral. Anicet Nibaruta, a cargo de la Plataforma Nacional de Gestión de Riesgos de Desastres de Burundi.

Otra herramienta innovadora en etapa de proyecto es una plataforma en línea que centralizará todos los conjuntos de datos, mapas e informes, en formatos que sean amigables para los usuarios. Esto les brindará a los actores claves un acceso sencillo a la información, a los resultados y a las recomendaciones usadas y generadas por el proyecto.

No menos importante es concientizar acerca de la prevención y la mitigación de desastres y acerca del modo de responder a una emergencia. La OIM y el Gobierno de Burundi vislumbran una alianza con los medios nacionales para ayudar a implementar medidas de prevención y de respuesta por medio de mensajes de alerta temprana y el intercambio de información que llegue al mayor número de habitantes.

Junto a estos esfuerzos para prevenir futuras emergencias, la OIM Burundi sigue brindando asistencia directa, por medio de albergues y artículos no alimentarios, por ejemplo, gracias a fondos que han sido aportados por la República Federal de Alemania, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y el Fondo Central de Emergencia de las Naciones Unidas.

Sin embargo, se necesita contar con una mayor cantidad de fondos para poder brindar una respuesta que sea más integral; tanto para la cantidad de personas afectadas por las inundaciones, que es cada vez mayor, como para prevenir otros impactos desastrosos.

Dos hombres remando a través del patio de una escuela, dejando detrás de sí las aulas que debieron ser abandonadas. Foto: OIM 2021/Triffin Ntore

Escrito por Lauriane Wolfe, Oficial de Prensa en la OIM Burundi.

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