Bilcil, 13 de julio de 2022 – “Lo mataron mientras buscaba leña”, dice Abdi, residente de Bilcil, ciudad de Somalia afectada por una terrible sequía. “Las personas pelean por los árboles”.
El joven hombre del mismo pueblo que Abdi era un maestro de escuela cuyo ganado había muerto por la sequía que en la actualidad está afectando el país – la más severa en la historia reciente. Es una de las muchas víctimas de un fenómeno fundamentalmente desestabilizador como es el cambio climático.
La escasez de agua, la erosión del suelo y el agotamiento de las tierras de pastoreo impactan de manera negativa sobre los medios de subsistencia de cientos de miles de somalíes que, como Abdi, dependen en gran medida de todos esos recursos naturales para poder desarrollarse.
“Con extensas zonas de Somalia devastadas por la deforestación y el pastoreo excesivo, las tensiones por el agua y las tierras son cada vez mayores”, dijo Rikka Tupaz, Oficial de Estabilización Comunitaria de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Somalia. “La deforestación, las sequías, las inundaciones y otros impactos económicos han agotado los mecanismos de adaptación de muchas comunidades agro-pastoriles”.
Este año se ha informado en todo el país acerca de muertes masivas de cabezas de ganado a causa de la sequía. Rebaños de ganado – a menudo la única fuente de ingreso y alimentación para muchas familias de Somalia – han perecido y los granjeros se ven obligados a recurrir a prácticas ilícitas como forma de subsistencia alternativa. Una de ellas es la de recoger leña para comercializarla en el negocio del carbón.
El carbón se ha convertido en una oportunidad vital de subsistencia para algunas poblaciones en Somalia afectadas por los desastres medioambientales, por el desplazamiento, y los conflictos. La demanda de carbón sigue siendo alta en los Estados del Golfo y las exportaciones desde Somalia continúan a pesar de la prohibición impuesta por el Gobierno en 2012.
Pero la provisión de leña para la producción de carbón puede darse con un costo sumamente alto tanto para las comunidades como para el medio ambiente. La industria del carbón – que es controlada en gran medida por grupos extremistas violentos – aumenta las tensiones entre las comunidades y lleva a conflictos comunales. Los que buscan leña se encuentran a menudo inmersos en disputas con otros residentes locales y a veces esas disputas terminan incluso con la muerte.
“Ese joven hombre era un maestro de escuela. Solía pagar su educación vendiendo leña porque su familia no podía darse el lujo de sostenerlo”, dijo Abdi, relatando el asesinato de un joven hombre de la comunidad. “Un viernes por la mañana se dirigió al bosque a buscar leña como lo hacía habitualmente, pero luego su cuerpo fue encontrado con un hacha clavada en la cabeza”.
De acuerdo con los residentes de Bilcil, la deforestación está provocando más erosión del suelo y más sequía, y algunas personas pueden llegar incluso a matar a otros para preservar su parcela de terreno.
“Las condiciones de vida cada vez peores nos forzaron a recoger leña en las áreas cercanas y a veces en Etiopía”, dijo Karar, otro pastor de Bilcil. “Están intentando impedir que sigamos cortando los árboles”.
Mientras el cambio climático altera los patrones estacionales tradicionales de migración de los pastores, ellos están desarrollando nuevas estrategias agrícola-ganaderas y a menudo atraviesan territorios con los que no están familiarizados a la búsqueda de pasturas y agua para el ganado, contribuyendo de tal modo a las disputas por los territorios.
Los conflictos intercomunales en Somalia representan entre un 35 a un 40 % de todos los hechos de violencia. La mayor parte de las disputas tienen que ver con el acceso a la tierra y al agua para los cultivos y para pastoreo.
En un círculo vicioso, las milicias de los clanes y las organizaciones extremistas usan la crisis climática en su propio beneficio, movilizando y reclutando a jóvenes para obtener de forma violenta el procesamiento de los reclamos por las tierras. Simultáneamente, están sacando ventaja de las presiones climáticas para impugnar las débiles instituciones gubernamentales y consolidar su poder por medio de la imposición de impuestos al carbón y otros recursos naturales.
“Está cada vez más claro que el cambio climático está exacerbando los conflictos y el desplazamiento en Somalia mientras los granjeros compiten por los limitados recursos naturales para poder sobrevivir”, dijo Frantz Celestin, Jefe de Misión de la OIM Somalia. “Las consecuencias a corto plazo son los enfrentamientos violentos, pero el pronóstico a largo plazo es el de una amenaza a la paz en un país que ya ha sufrido tres décadas de conflictos ininterrumpidos”.
El cambio climático y la degradación medioambiental también están reduciendo la poca disponibilidad de agua, forzando a las comunidades a migrar y a confrontar entre sí para ejercer el control sobre las cosechas ecológicas cada vez más escasas.
De acuerdo con un Perfil de Riesgo Climático elaborado por la consultora Weathering Risk, las temperaturas en Somalia aumentarán entre 1.4 – 1.9 °C en 2030, en comparación con los niveles pre industriales. La cifra anual de días muy calurosos – con una temperatura máxima por encima de los 35 °C – posiblemente aumente, siendo la zona central de Somalia la más afectada. En adición a esto, la disponibilidad total de agua per cápita podría reducirse a la mitad en 2080, poniendo de relieve la aguda necesidad de contar con estrategias climáticas y de mitigación de conflictos a largo plazo.
La situación cada vez peor ha llevado a la firma de un acuerdo por 6 millones de euros entre la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Unión Europea, el cual permitirá combatir los efectos que el cambio climático está teniendo sobre las comunidades rurales en el Estado de Galmudug – una de las regiones más secas en Somalia – a la par que se abordarán los conflictos sobre los escasos recursos.
En un período de 18 meses, la OIM ayudará a las comunidades a crear herramientas de gestión y mecanismos para la resolución de disputas vinculados a una falta de recursos para refrenar la escalada de violencia inducida por el clima. La Organización también restaurará o desarrollará los sistemas de captación de agua en zonas rurales proclives a los conflictos, y lo que es aún más crucial, empoderará a las mujeres para que puedan liderar diálogos entre los clanes y acerca del manejo de los recursos naturales.
A lo largo del proyecto la OIM también recopilará datos sobre los movimientos trashumantes para mapear las rutas de los pastores e identificar soluciones futuras para los conflictos generados por los recursos naturales.
El programa de mitigación de conflictos y de los efectos del cambio climático es el primero de su clase en la región del Cuerno de África y su objetivo es la reducción de la violencia y de la inestabilidad por medio del aumento del acceso de las comunidades a los recursos naturales. El proyecto involucrará a los Ministerios de Somalia de Agua y Energía, del Interior, de la Mujer, del Medio Ambiente y el Ganado, en tanto que el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas cumplirá funciones de asesoramiento.
También incluye una alianza con el Instituto de Investigaciones para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI) para llevar a cabo investigaciones e intentar avanzar en el conocimiento y en las políticas sobre ecosistemas sustentables y conductas de adaptación al cambio climático.
Mientras las reiteradas sequías continúan provocando fracasos en las cosechas, inseguridad alimentaria, y pérdidas de medios de subsistencia, cifras récord de personas siguen estando desplazadas internamente en Somalia. Hay aproximadamente 2,9 millones de personas desplazadas internamente (IDP por su sigla en inglés), lo cual ha aumentado la presión sobre los centros urbanos, como ocurre por ejemplo en la ciudad capital Mogadishu, adonde los migrantes llegan para vivir en condiciones de pobreza y luchan para poder integrarse y encontrar un empleo.
Desplazamientos adicionales a otros centros urbanos pueden crear tensiones con las comunidades de acogida que ya están enfrentando acceso limitado a los servicios de provisión de agua o de cuidados de la salud. En algunos casos, pequeños incidentes han llevado a conflictos de envergadura entre clanes. En diciembre de 2019, un enfrentamiento violento estalló entre dos clanes respecto del acceso a los recursos en la región de Mudug, zona norte-centro de Somalia, en la que el agua escasea. Los enfrentamientos llevaron la muerte de más de 100 personas y dejaron a muchas más heridas, provocando el desplazamiento de cientos de familias.
“El proyecto busca equipar a las comunidades de Somalia con las mejores herramientas para mitigar los efectos del cambio climático”, señaló Tupaz. “De este modo también tendrá efectos colaterales en relación a tender un puente para la paz en una zona en donde las comunidades tradicionalmente se han enfrentando por los recursos naturales”.
Si tiene éxito a la OIM le encantaría poder replicar este modelo en otras partes de Somalia y del mundo, en donde las comunidades rurales vulnerables están enfrentando las peores consecuencias del cambio climático.
Los ministros que participaron de la 26° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio climático (COP26) en Glasgow el año pasado, acordaron un Fondo de Adaptación de 350 millones de dólares EE.UU, y un Fondo para los Países Menos Desarrollados por un monto de 600 millones de la misma moneda para ayudar a que las personas más vulnerables puedan desarrollar resiliencia ante los peores impactos del cambio climático. Pero este fondo no es suficiente en comparación con los billones que se necesitan para cerrar las brechas en la adaptación al cambio climático.
“Por ello es que la mitigación de los efectos del cambio climático y las soluciones de adaptación son fundamentales. Con una buena planificación y un fuerte apoyo de parte de las comunidades, esperamos poder ver resultados”, agregó Celestin.