Rekiyah* y su hija hacen una consulta al Coordinador del Centro de Tránsito de la OIM en la Ciudad de Djibouti. Foto: Eva Sibanda/OIM 2024 

Djibouti/Etiopía – Rekiyah* (no es su nombre real) vivía con serios problemas en la Región de Amhara en Etiopía y en un determinado momento su padre enfermó gravemente. Los costos cada vez mayores de las facturas médicas empujaron a su familia hacia problemas financieros cada vez más graves. Influenciada por amigos que habían migrado, decidió viajar a Djibouti a la búsqueda de empleo, contratando la ayuda de traficantes locales que facilitarían su travesía. A pesar de las objeciones de su padre, estaba decidida a ganar dinero para sostener a su familia. 

El traficante le cobró 15.000 Birrs (unos 84 dólares) con la promesa de entregarle agua potable, alimentos y albergue a lo largo del camino. Sin embargo, la realidad fue totalmente distinta. Junto a otros, soportó condiciones durísimas durante el viaje a través de Etiopía rumbo a Djibouti, pasando innumerables noches expuesta a padecimientos extremos.  

“Un día me lastimé seriamente la pierna, y ellos [los contrabandistas] me dejaron atrás. No tuve más remedio que seguir por mis propios medios”, relató. 

Durante su complicado viaje, Rekiyah fue víctima de abuso sexual. Cuando finalmente llegó a Djibouti descubrió que estaba embarazada. Después de haber dado a luz a su hija, las autoridades locales la derivaron a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para solicitar asistencia.  

La OIM le brindó apoyo crucial que incluyó la cobertura de sus facturas médicas y el aseguramiento de alojamiento temporal para ella y su hija. Se están haciendo esfuerzos asimismo para un seguimiento de su familia en Etiopía y para intentar reunirlos. 

A pesar de la ayuda recibida, la mayor esperanza de Rekiyah es que la violencia y los abusos perpetrados contra las mujeres que migran llegue a su fin. 

Fareda* (no es su nombre real), otra mujer migrante, comparte una historia similar de sufrimiento y violencia. Con tan solo 22 años, esta madre de tres hijos dejó su casa en Etiopía en donde ganaba un magro sustento vendiendo khat. Si bien su ingreso era exiguo, era una fuente de permanente conflicto con su esposo, quien reclamaba una porción de sus ingresos. 

“Cuando llegué a Djibouti tuve que ahorrar dinero para poder traer a mi marido a este lugar. Es decir, a pesar de que yo había trabajado muy duro, no pude quedarme ni con un centavo de lo que había ganado. Cuando él llegó fui forzada a comprarle dos máquinas de coser por 25.000 francos de Djibouti, cifra equivalente a 140 dólares. Él era agresivo y controlador”, relató.  

Su marido empezó a apoderarse por la fuerza de la totalidad de su salario, dejándola sin acceso a sus propias finanzas. Esto constituye una forma de violencia económica, definida por las Naciones Unidas como la denegación de recursos financieros como método de abuso o control. Si bien es menos visible que la violencia física, puede ser igualmente dañina. 

Fareda no pudo soportar el abuso y decidió abandonar su matrimonio y regresar a Etiopía. Con la ayuda del empleador, fue derivada a la OIM y la Organización le dio a ella y a su hija Hadijah alojamiento temporal. 

Fareda* observa hacia afuera desde el balcón del Centro de Tránsito de la OIM en donde recibe apoyo, incluso de salud mental y psicosocial, para sanar el trauma provocado por un esposo abusador. Foto: Eva Sibanda/OIM 2024 

“Todas las mujeres que se van de Etiopía encuentran desafíos en el camino – ya sea el tema de maridos abusivos u otros. Para mí lo más importante fue encontrar el modo de mejorar mi situación”, reflexionó. 

Muchas mujeres migrantes como Rekiyah y Fareda reciben el apoyo de la OIM para regresar a sus casas. Tal asistencia incluye alimentos, apoyo psicosocial y de salud mental, y apoyo posterior a la llegada por medio de artículos no alimentarios. La OIM también facilita la reintegración de algunos retornados.  

Mientras el mundo cumple 16 días de tareas de Activismo Contra la Violencia de Género (25 de noviembre – 10 de diciembre), sostenemos nuestra solidaridad con los sobrevivientes y condenamos toda forma de violencia contra las mujeres.  

Este apoyo es brindado en el marco del Plan de Respuesta a Migrantes (MRP) para el Cuerno de África, Yemen y África Meridional. Sin embargo, el MRP está severamente desfinanciado. Para 2024 solamente 19 millones de dólares de los 112 contemplados por el llamamiento han sido recibidos, dejando brechas críticas en la asistencia a migrantes y comunidades de acogida a lo largo de las rutas oriental y meridional.  

*Los nombres han sido cambiados para proteger las identidades de los retornados. 

Historia escrita por Eva Sibanda, Oficial de Prensa de la OIM Djibouti 

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