Zona sur de Bangladesh, 10 de abril de 2023 –“Fue todo un reto para mí mudarme luego de que mi esposo falleciera”, dice Ruma, madre viuda de 38 años de una pequeña ciudad al sur de Bangladesh.

“Sufrí acoso social y necesitaba dinero para pagar la educación de mi hijo, por ese motivo decidí  migrar para intentar prosperar”. 

Casada a temprana edad, Ruma tuvo que discontinuar sus estudios. Había estado casada solo por dos años y justo en el momento en el que quedó embarazada de su primer hijo su esposo fue asesinado durante un violento enfrentamiento familiar. El niño nació sin padre en agosto de 1999. Ruma se prometió a sí misma nunca volver a casarse y dedicar su vida a educar a su hijo.

Con ayuda de un negocio dedicado al diseño, Ruma pudo hacer un montaje de fotos de ella con su esposo. Aún sigue enamorada. Foto: OIM 2022

Sin embargo en 2014 Ruma sintió que no tenía opciones. Rechazada por su comunidad y con pocas posibilidades de mantenerse ella misma y a su hijo Rabiul, anhelaba tener una mejor vida en el exterior. Un primo le ofreció facilitarle el viaje y le pidió BDT 800.000 (7.600 dólares EE.UU.) a cambio de llevarla a Italia.

“No quería ir a países del Medio Oriente porque Europa es considerada por lo común más segura para las mujeres. Como madre único sostén de familia no podía correr riesgos. De modo que le pagué el total, vendiendo algunas alhajas que tenía y usando todos mis ahorros”, recordó Ruma.

Ruma Begum les muestra prendas a clientes en su negocio. Foto: OIM 2022

Después de haber tomado varias decisiones complicadas, Ruma eventualmente logró llegar a Milán, Italia, gracias a un matrimonio por conveniencia, que no duró mucho. Con muy pocas opciones, Ruma finalmente logró zafar del matrimonio arreglado y escapar de Milán dirigiéndose a Nápoles en donde consiguió un empleo en una fábrica de confección de prendas de vestir propiedad de un compatriota de Bangladesh.

Si bien con gran rapidez aprendió a coser y adquirió algunas técnicas de diseño de indumentaria, trabajar se le volvía cada vez más difícil porque no tenía un permiso de trabajo válido. Tras seis meses, se vio obligada a retornar a Milán, en donde quedó totalmente desamparada, sin empleo y sin apoyo alguno y fue en ese momento que decidió regresar a Bangladesh.

Ruma Begum maneja con alegría su negocio en una comunidad rural de Bangladesh. Foto: OIM 2022

Retornó en diciembre de 2019 tras haber usado todos sus ahorros. Su hijo se había graduado en la escuela secundaria y comenzó a trabajar en un centro médico en Dhaka. 

Ruma siguió soñando con un futuro mejor para su hijo. A pesar de sentirse devastada por lo que le había ocurrido, estaba decidida a recomenzar. 

Ruma Begum también ha invertido en un negocio local de joyería y cosméticos. A veces es ella misma la que vende los productos. Foto: OIM 2022

Aceptó trabajar en un negocio de costura por un salario mínimo de BDT 4.000 (37 dólares EE.UU.). Uno de los aspectos positivos de su estadía en Italia fue que ahora ella podía aplicar las capacidades para el diseño y la costura adquiridas en Nápoles y muy pronto se volvió popular entre los clientes locales.  

Mientras luchaba contra el elevado costo de vida, se enteró del proyecto Gobernanza Mejorada de la Migración y Reintegración Sostenible (Prottasha). El equipo que trabaja en Prottasha le brindó capacitación en finanzas y luego apoyo en especie en 2020. 

Junto a una prima, inauguró un negocio de costura usando las telas que el proyecto le entregó. Como madre único sostén de familia y mujer independiente, inicialmente no fue bien recibida por su comunidad. De hecho, otros propietarios de negocios fruncían el ceño cada vez que la cruzaban.

Ruma Begum sueña con fundar un día una gran fábrica de confección de ropa y ampliar sus negocios. Foto: OIM 2022

Sin embargo no se dejó amilanar. “Yo ahora manejo mi propio negocio, el cual se ha convertido en uno de los más populares en este mercado. He enviado a mi hijo a Arabia Saudita en donde le va muy bien. Con el dinero que gano, vivo como quiero”, dice mientras le echa un vistazo a las fotos que tomó durante su más reciente viaje a Cox’s Bazar. 

Ruma ciertamente superó todos los obstáculos que se le presentaron y lo hizo con sangre, sudor y lágrimas.

Financiado por la Unión Europea, el proyecto Prottasha contribuyó con la reintegración sostenible de los retornados en Bangladesh y con el logro progresivo del Objetivo de Desarrollo Sostenible 10.7 de facilitar la migración y la movilidad ordenada, segura, regular y responsable de las personas, incluyendo la implementación de políticas planificadas y bien gestionadas.  

Por Md Sariful Islam, Oficial de Comunicaciones Nacionales, OIM Bangladesh 

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