El Progreso, 28 de Octubre de 2022 – Jennifer y Silveya están entre las miles de personas afectadas por las recientes inundaciones en el norte de Honduras. Ya lo habían perdido todo hace solo dos años tras el paso de los huracanes Eta e Iota.
Silveya Ramos lleva nueve días albergada en una escuela en El Progreso, al norte de Honduras, después de que su casa en la comunidad de Rio Chiquito quedara inundada en septiembre. Silveya y su familia lo perdieron todo. “Somos ocho familias en un salón de clases y con lo único que pude sacar de mi casa, la estufa y el tanque de gas, estamos preparando comida”, dijo. Como muchos en la comunidad, su precaria situación pende de un hilo.
Mientras Silveya se alberga en esta escuela junto a sus tres hijos, su pareja cuida a su madre en otra parte de El Progreso. El gobierno local y la comunidad les han brindado comida, pero la necesidad de otros insumos básicos es enorme. “Necesitamos ropa de cama y más colchonetas. Yo estoy durmiendo junto a mis niños en una colchoneta que me termina afectando la columna”, describe ella.
“Perdimos todo lo que habíamos recuperado luego de Eta y Iota”, cuenta Silveya con desesperanza. Esta es la tercera vez que su familia tiene que abandonar su hogar debido a las lluvias. Sin otra alternativa para vivir, siempre regresan al mismo lugar cuando llegan las inundaciones.
Dos años después de los huracanes Eta e Iota, Honduras vuelve a enfrentarse a una crisis relacionada con el cambio climático. Después de haber sufrido lluvias de una intensidad inusual que afectaron a más de 73 mil personas en las últimas semanas (según datos del último recuento oficial de la Comisión Permanente de Contingencias de Honduras), 16 de los 18 departamentos en el país reportaron calles destruidas, puentes colapsados, cultivos arrasados, viviendas inundadas y derrumbes.
Este repetitivo ciclo es la prueba de cómo el cambio climático, combinado con otras vulnerabilidades, es una de las causas de la migración tanto interna como internacional, pues las personas se ven forzadas a dejar sus casas y sus vidas en busca de protección.
“Mi casa se inundó, nuestro temor es regresar y encontrarnos con todo el daño que causaron las lluvias”, comenta consternada Jennifer Figueroa. Ella, su pareja e hijo están alojados en la misma escuela que Silveya. Sus días pasan a la espera de que las autoridades nacionales anuncien que es seguro volver a su casa. No obstante, ésta puede ser una espera inútil, pues ellos saben que en los próximos meses las fuertes lluvias volverán a caer y su casa podría volver a inundarse. Además de apoyo municipal y de las organizaciones internacionales, los propios pobladores de comunidades aledañas han donado leche, pañales y toallas húmedas para los bebés.
Otras regiones del país han sido igualmente devastadas por las inundaciones. En la zona oriental de Honduras, las fuertes lluvias inhabilitaron el paso entre Trojes y Danlí, la principal ruta migratoria hacia el norte del continente. Esta situación obliga a las personas migrantes a cruzar el río Guayambre como vía alternativa. Las personas migrantes se juegan la vida atravesando el río con sogas y troncos de árbol. Muchas llevan a sus pequeños en brazos entre las fuertes corrientes de agua que han destruido todo a su paso.
Muchos pierden sus vidas en esta peligrosa ruta. Hace algunas semanas, un grupo de migrantes perdió el control de su canoa en las turbulentas aguas, en su intento de atravesar el río. Entre los fallecidos en esta tragedia se encuentra Nickey, un niño de tan solo dos años, nacido en Brasil, de padres haitianos, así como dos adultos, incluyendo a su padre.
A medida que las manifestaciones del cambio climático se intensifican, más personas serán forzadas a desplazarse en el futuro. En el contexto de la COP27 (la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) hace un llamamiento para pasar a la acción con urgencia. La comunidad internacional debe abordar la reducción del riesgo de desastres ante el cambio climático y prevenir la migración forzada en el contexto de eventos climáticos extremos. Las evacuaciones ordenadas y los sistemas de alerta temprana forman parte de sistemas eficientes de gestión del riesgo.
La OIM está comprometida con la implementación de estrategias resilientes para anticiparse y responder efectivamente a los riesgos provocados por múltiples factores ambientales, particularmente en zonas vulnerables como Centroamérica, que probablemente continuarán viéndose afectadas por extremos climáticos en los próximos años.
Texto: Marcela Díaz e Ismael Cruceta / Unidad de Comunicación e Información Pública de OIM Honduras
Imágenes: Ismael Cruceta / OIM Honduras