Bangkok, 24 de julio de 2023 – Ahmad* vivía relativamente bien en Indonesia. Era graduado universitario, habla inglés con fluidez y tenía un empleo con un sueldo digno en el sector de tecnología de la información.

Sin embargo, no pudo ignorar las posibilidades de un futuro mejor en el exterior. “Por medio de un amigo en Tailandia, recibí una oferta laboral para hacer marketing en línea”, contó Ahmad. “La oferta salarial era interesante y decidí aprovechar esa oportunidad”.

Después de haber viajado desde Indonesia a Malasia y de haber cruzado la frontera hacia Tailandia por vía terrestre, Ahmed llegó a Bangkok. No estaba familiarizado con el país y se preguntaba en qué ciudad trabajaría.

A Ahmad lo llevaron al norte de Tailandia y luego de horas de viaje por carretera se encontró rodeado de hombres armados justo al lado de un río. De repente tuvo frente a sí un panorama totalmente desolador.

“Tenía mucho miedo y estaba confundido”, recuerda. “Tras haber cruzado el río, pude ver la bandera de otro país, que ciertamente no era la tailandesa. Me di cuenta de que me habían llevado a Myanmar.”

La frontera entre Tailandia y Myanmar sigue siendo porosa, incluyendo la zona cercana al Río Moei. Foto: OIM/Miko Alazas

Ahmad es una de las miles de víctimas de trata de personas con fines de trabajo forzoso en operaciones fraudulentas por las que se engaña a otras personas en línea para obtener beneficios financieros, una tendencia cada vez más común en Asia del Sudeste.

Si bien Tailandia ha sido históricamente un país de destino, origen y tránsito para la trata, ha habido un aumento en la cantidad de personas objeto de tal delito en ese país y hacia países vecinos, las cuales son forzadas a trabajar en actividades fraudulentas.

Los grupos que se dedican a la trata han sacado provecho del impacto económico de la COVID-19 para engañar a personas en línea con ofertas laborales lucrativas. Adicionalmente, la situación en Myanmar tras la toma militar del poder en febrero de 2021 ha permitido que los mencionados grupos aumenten sus operaciones en zonas con poca presencia de autoridades encargadas de velar por el cumplimiento de la ley, situación que incluye a la frontera entre Tailandia y Myanmar.

Como Ahmad, las víctimas tienen buena educación,  son bilingües o multilingües, y con conocimientos tecnológicos.

Tan solo entre 2022 y junio de 2023, personas de 19 nacionalidades han sido derivadas a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Tailandia por razones de delincuencia forzada, y el 86% de esas personas fueron identificadas como víctimas de trata. La cifra real de víctimas es posiblemente mucho mayor – teniendo en cuenta la falta de acceso y de información integral en estos centros dedicados al engaño.

Ahmad explica de qué manera funcionaba el operativo de engañar a las personas en las redes sociales. Foto: OIM/Kasidit Chaikaew

En el semestre siguiente, Ahmad fue forzado a trabajar en operaciones fraudulentas que tenían como propósito engañar a personas a través de las redes sociales, haciéndose pasar por una joven atractiva. “Mi tarea consistía en juntar los números de WhatsApp de las personas, y después se los entregaba a otro equipo de trabajo para que continuaran con el engaño”.

Desde todo punto de vista las condiciones en los centros eran brutales.

“Trabajaba hasta 19 horas por día. Nos castigaban si no alcanzábamos nuestros objetivos. Nos aplicaban descargas eléctricas, nos hacían estar parados en medio del calor, hacer lagartijas o correr muchas vueltas”, recuerda Ahmad.

Inicialmente le habían prometido 850 dólares EE.UU. por mes, pero luego recibió solamente unos 50.

Sinta*, otra persona de Indonesia, debió enfrentar el mismo dilema después de que un amigo le prometiera una buena oportunidad laboral. Pero el hecho de no poder hablar inglés hizo que poder alcanzar objetivos se convirtiera en una tarea titánica.

“Reducían mi salario cuando no alcanzaba mis objetivos”, cuenta. “Cuando pregunté de qué manera yo iba a retornar a mi casa, me dijeron que tenía que pagar 200 millones de rupias [aproximadamente 13.400 dólares EE.UU.]. Incluso me amenazaron con venderme a un grupo dedicado al tráfico de órganos”.

Cuando ya no pudieron tolerar las condiciones impuestas, un grupo de indonesios decidió  ‘hacer huelga’, y como represalia, esas personas fueron encerradas en una habitación por dos semanas.

Dio la casualidad de que un integrante del grupo que había guardado secretamente un segundo teléfono grabó un video de lo que vivía y lo publicó en línea. El video se volvió viral en Indonesia y captó la atención de las altas autoridades. Con ese nivel de publicidad, los tratantes consideraron que el grupo era demasiado grande como para correr el riesgo de retenerlo, de modo que eventualmente liberaron a las personas que regresaron a Tailandia.

Sinta hojea un folleto del Gobierno de Tailandia que explica los derechos de las víctimas de trata y el apoyo que deben recibir. Foto: OIM/Kasidit Chaikaew

Tras recibir apoyo inicial de una organización local que trabajaba en la frontera, el grupo fue derivado a la Embajada de Indonesia. A solicitud de la Embajada, la OIM le entregó al grupo de 26 personas alimentos, alojamiento, asesoramiento legal y apoyo de interpretación durante su estadía de semanas en Bangkok, antes de regresar a su hogar.

“Dado que esta tendencia emergente es tan compleja, la protección efectiva de las víctimas requiere una coordinación más sólida. La OIM trabaja muy estrechamente con las autoridades nacionales y provinciales, con la sociedad civil y con las embajadas para brindar asistencia cuando se la necesita”, explica la Jefa de Misión de la OIM Tailandia, Géraldine Ansart.

“Asimismo una de nuestras prioridades es mejorar las capacidades para identificar con precisión los casos de trata”, agrega Ansart. “La OIM apoyó al Gobierno el año pasado en el establecimiento del Mecanismo Nacional de Derivación (NRM) sobre Protección y Asistencia a Víctimas de Trata – un nuevo marco nacional de políticas que estipula roles y responsabilidades en lo relacionado con la identificación examen, asistencia y derivación de las víctimas, y que ha sensibilizado a más de 2.300 funcionarios de primera línea acerca del mencionado marco”.

Sin estrictas medidas de control, las víctimas quedan desamparadas y esto disminuye las chances de una mejor comprensión de la situación y de evitar que otras personas sean tratadas.

A solicitud de las autoridades o asociados, la OIM brinda asistencia a las víctimas de trata. Tal asistencia puede incluir alimentos y artículos no alimentarios, alojamiento, apoyo médico y psicosocial, retorno voluntario, y mucho más. Foto: OIM/Kasidit Chaikaew

Ahora de regreso en Indonesia, Ahmad y Sinta tienen expectativas positivas sobre sus futuros.

“Mis hijos tienen cinco y dos años. Por ahora lo que quiero es pasar tiempo con ellos. Que trabaje mi marido”, dice Sinta riendo. “Después de todo lo ocurrido, he aprendido que no hay que confiar tan rápidamente en cualquier persona.

“La vida continúa”, dice Ahmad. “Quiero comenzar un negocio y encarrilar mi vida”.

Reconociendo lo afortunados que han sido al haber podido escapar del lugar, ambos recuerdan a quienes no pudieron hacerlo y siguen estando atrapados y sin chances de huir.

“Por ahora lo único que puedo hacer es compartir mi historia”, dice Ahmad. “Tengo la esperanza de que, haciéndolo, nadie más quedará atrapado en esta pesadilla como me ocurrió a mí”.

*Nombres cambiados para proteger identidades

La asistencia de la OIM Tailandia a este grupo de víctimas de trata fue posible gracias al Gobierno de Japón.

Para pedidos de asistencia por favor contactar con Saskia Kok (slekok@iom.int), Encargada de Protección de la OIM Tailandia, o escribir a: thpxu@iom.int.

Historia escrita por Miko Alazas, Oficial de Prensa de la OIM Tailandia.

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