Haití – En los volátiles vecindarios de Puerto Príncipe, la violencia es una regla trágica. Los más recientes enfrentamientos entre las pandillas rivales y la policía en Carrefour Feuilles han desplazado a miles de personas, muchas de las cuales han sido desarraigadas en más de una oportunidad durante varios años. El área, asolada por la violencia durante mucho tiempo, sigue expulsando a las familias de sus hogares, forzándolas a tener que recomenzar una y otra vez.
Pero a pesar del caos por el desplazamiento, historias de resiliencia comunitaria emergen de lugares como los sitios de desplazamiento de Virginie sans Peur y Parc 10. Estos sitios, si bien han sido concebidos como albergues temporales, se han convertido en los hogares provisorios en los que muchas personas encuentran la manera de reconstruir sus vidas. Las personas se brindan aliento mutuamente, mostrando que aún en las circunstancias más difíciles es posible mantener viva la esperanza.
“No tiene que ver solamente con sobrevivir”
Un grupo de hombres desplazados se reúnen en el sitio de personas desplazadas internamente de Virginie sans Peur. Sus caras, desgastadas por años de violencia, reflejan agotamiento, pero también resiliencia. Estos hombres, todos ellos de Carrefour Feuilles, un vecindario al sur de la capital de Haití, han sido desplazados no solamente una vez sino muchas, cuando las olas de violencia de pandillas interrumpían sus vidas año tras año. Para ellos el desplazamiento se ha convertido en un ciclo brutal, y cada nuevo enfrentamiento los ha forzado a escapar y a intentar reconstruir sus vidas nuevamente.
“Cada vez que la violencia empeora empezamos a correr. Y cuando corremos, perdemos todo. Pero cuando estamos juntos, es un poco más fácil”, dice uno de los hombres. “No tiene que ver con sobrevivir solamente- está relacionado con seguir siendo humanos, no cortar la conexión. Eso es lo que nos permite seguir avanzando”.
La comunidad que han logrado erigir en Virginie sans Peur es su manera de combatir la incertidumbre y el temor generados por el desplazamiento. Este sitio de desplazamiento en el centro de Puerto Príncipe se encuentra a tan solo un par de kilómetros al norte de hogares inaccesibles en Carrefour Feuilles. Allí las personas reparan albergues, se cuidan mutuamente y se brindan el apoyo emocional que solamente quienes han debido vivir situaciones tan extremas pueden llegar a entender.
Juntos han creado un sentido de estabilidad frágil pero vital, incluso a pesar de que la amenaza de violencia y desplazamiento adicional sigue siendo relevante. Este sentido de auto apoyo llega junto al apoyo psicosocial brindado por organizaciones humanitarias como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Nacido en situación de desplazamiento
Sobre una frazada gastada en otra parte de Virginie sans Peur, Solange, una joven madre, acuna a su pequeño hijo, Frantz, nacido en situación de desplazamiento. Como muchos otros jóvenes Frantz no ha tenido más experiencias que la de vivir como persona desplazada; y su madre espera que eventualmente pueda vivir la experiencia de vivir en su propio hogar. Solange tuvo que escapar de la violencia en Carrefour Feuilles muchas veces, a punto tal que ya no recuerda cuántas. “Ni siquiera llevo la cuenta, lo he olvidado. Se siente como que nunca hemos parado de correr”.
Su rostro lleno de preocupación denota la presión de haber tenido que vivir siempre en modo supervivencia. Pero sus movimientos son estables y bien focalizados al momento de cuidar a su hijo pues le preocupa especialmente que él sienta lo menos posible las dificultades que deben atravesar. “No entiende muy bien lo que pasa”, explica Solange mientras lo observa. “Y quiero que sea así. Quiero evitarle sufrimiento”.
A pesar de toda la incertidumbre, Solange conserva la esperanza. Su fortaleza no la aplica solamente a la tarea de sobrevivir al desplazamiento sino también en proteger la inocencia de su hijo en un mundo que quiere arrebatársela. “Debo ser fuerte por él”, dice. “Frantz es todo lo que me queda. Necesito darle un futuro, incluso si eso significara tener que seguir corriendo como lo hemos hecho hasta ahora”.
Para mujeres como ella, la carga del desplazamiento es pesada. Pero se enfoca en la tarea de darle a su hijo la oportunidad de forjarse un futuro, por más que ese futuro sea incierto.
“Extraño la escuela”
En el sitio de personas desplazadas internamente Parc 10, Jonathan, de 15 años, se sienta dentro de un viejo autobús que se ha convertido en su hogar temporal. Su mirada atraviesa la ventana con una rajadura y observa el mundo exterior con una mezcla de reflexión y anhelo. “Extraño la escuela”, dice con tranquilidad. “Yo asistía todos los días. Ahora simplemente espero y deseo que todo mejore”.
La familia de Jonathan escapó de Carrefour Feuilles cuando la violencia se intensificó, buscando refugio en Parc 10 – que anteriormente era un garaje y ahora ha sido transformado en un albergue gigante para cientos de personas desplazadas. Para adolescentes como él el desplazamiento le ha robado más que su casa – se ha llevado la normalidad de la adolescencia. Sus días que alguna vez estuvieron llenos de aprendizaje y de juegos junto a amigos, se ven consumidos ahora por la incertidumbre.
“Extraño a mis amigos. Extraño ir a la escuela. Me gustaría ser docente un día. Quiero ayudar a otros adolescentes del mismo modo que mi maestra me ayudó e inspiró”.
Para menores y jóvenes desplazados, las consecuencias de la violencia son especialmente profundas, moldeando sus vidas desde el inicio, arraigándolos en la pobreza.
La vida en autobuses abandonados
Parc 10 no es un sitio común para personas desplazadas internamente. Originalmente era un garaje en funcionamiento, pero ahora alberga a más de 1.300 personas desplazadas que viven en medio de los autobuses y autos que alguna vez tuvieron un propósito diferente. Los vehículos, abandonados, pero no olvidados, ahora brindan albergue a las familias que no tienen adónde ir. La vida aquí es una mezcla extraña del pasado y del presente y los mecánicos siguen trabajando con los coches, mientras las familias cumplen con sus rutinas en medio del ruido mecánico de herramientas y motores.
Las condiciones están muy lejos de ser las ideales. La privacidad es un bien escaso y los autobuses ofrecen muy poca comodidad. Claro que es mejor que nada. A pesar de todo las personas desplazadas se han podido adaptar, intentando sacar lo mejor de una situación de por sí complicada.
Cuando el día llega a su fin en Parc 10 la vista de las personas que están viviendo en autobuses abandonados es un crudo recordatorio de los desafíos que las comunidades de personas desplazadas deben enfrentar en Puerto Príncipe. Estos vehículos que alguna vez fueron un símbolo de movilidad y de progreso, se erigen ahora como albergues inmóviles para las familias que lo han perdido todo. Pero aún en estas condiciones tan complicadas, las personas aquí muestran un impresionante espíritu de resiliencia.
Su fortaleza radica no solamente en su supervivencia, sino también en su capacidad de adaptación y reconstrucción. Sea que se trate de los hombres formando nuevas comunidades, o de madres que protegen a sus hijos, o de adolescentes que se aferran a sus sueños, las personas desplazadas en Puerto Príncipe demuestran resiliencia de cara a la adversidad.
Un sentido de control
Tanto en Virginie sans Peur como en Parc 10 y en muchos otros lugares, la asistencia de la OIM asegura que incluso en medio de la peor crisis, las personas desplazadas tengan acceso a servicios esenciales. La OIM brinda Servicios de Agua, Saneamiento e Higiene para Todos, a fin de garantizar que las necesidades básicas de salud sean aliviadas, en tanto que sus servicios de protección sirven para salvaguardar a las personas vulnerables, en particular mujeres y menores.
El apoyo psicosocial también ayuda a las personas traumatizadas por el desplazamiento reiterado para que puedan procesar sus experiencias y recuperar un sentido de control de sus vidas. Este apoyo es crucial para ayudar a que los habitantes de Haití en situación de vulnerabilidad puedan mantener su salud mental y encontrar la fortaleza para salir adelante.
El trabajo de la OIM en Puerto Príncipe es posible gracias al apoyo de la Unión Europea, a través de fondos aportados por ECHO, la Dirección General de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea. Esta alianza vital garantiza que las comunidades desplazadas reciban servicios esenciales como agua potable, saneamiento, protección, y apoyo psicosocial. También ayuda en el restablecimiento de la dignidad y la esperanza para todas las personas afectadas por la violencia y el desplazamiento, permitiéndoles recomenzar con sus vidas.
Esta historia fue escrita por Antoine Lemonnier, Oficial de Comunicaciones de la OIM Haití.