El Progreso, 9 de diciembre de 2022 – Arnold desapareció hace casi ocho años. Su madre Otilia recuerda que la última llamada que le hizo a finales de enero de 2015 fue desde México. Arnold quería que sus padres supieran que había intentado cruzar la frontera hacia los Estados Unidos de América. Su esposa y sus dos hijos ya estaban allí y él quería desesperadamente reunirse con ellos.

Un mes más tarde Otilia se enteró que la motocicleta que Arnold conducía había sido encontrada en un depósito de chatarra en México, con impactos de arma de fuego. Desde ese momento no tuvieron más noticias de Arnold. Con el corazón destrozado, los padres emprendieron la búsqueda de su hijo y siguen aún esperando novedades acerca de la suerte que corrió.

De acuerdo con datos del Proyecto Migrantes Desaparecidos implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en las Américas se han informado 6.941 muertes o desapariciones de migrantes desde 2014. El proyecto ha registrado más de 350 incidentes que involucran a hondureños, habiendo ocurrido la mayor parte de ellos en la frontera entre México y los Estados Unidos, como ha sido el caso de Arnold, el hijo de Otilia.

Otilia y su esposo Clemente se hundieron en la desesperación pero recibieron el apoyo del Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos de El Progreso. Esta organización les brindó apoyo psicológico y orientación integral para continuar con la búsqueda del paradero de su hijo. “Esperanza es lo único que tenemos en nuestros corazones. La esperanza de que algún día vamos a encontrar a nuestro hijo, que tendremos alguna noticia sobre él”, dice Otilia.

Otilia apoya a su esposo, Clemente, quien ha sido un sostén inquebrantable para ella durante 54 años de matrimonio. Foto: OIM Honduras/I. Cruceta

Si bien Otilia y Clemente desean profundamente saber qué es lo que le ha ocurrido a Arnold, sienten a la vez un gran temor por lo que podría haberle ocurrido. Sonia es otra madre hondureña cuyo hijo Ángel murió en julio de 2016 durante un encuentro violento ocurrido en Tijuana, México. Cuando Sonia fue informada de la muerte empezó de inmediato con el procedimiento necesario para poder repatriar los restos de su hijo a Honduras. “Mi hijo es hondureño y sus restos debían descansar en Honduras”, explica.

En Honduras, Sonia peleó por la repatriación del cuerpo de su hijo. Al hacerlo, abrió la vía a otras familias en la misma situación. Foto: OIM Honduras/I. Cruceta

Sonia recuerda con orgullo pero con lágrimas que ella logró derribar numerosas trabas burocráticas para poder enterrar a su hijo en Honduras. “En ese momento las autoridades me hablaban de un costo de repatriación que para mí era imposible de pagar. Soy pobre pero no tonta”, dice Sonia. Con el apoyo de otras madres hondureñas ella persistió y no dejo de insistir ante las autoridades de ambos países para que se procediera a la justa repatriación de los restos de su hijo fallecido.

Su deseo de sepultar el cuerpo de Ángel en su tierra natal finalmente se cumplió después de ocho meses que parecieron eternos. “Con gran coraje tuve que luchar para allanarle el camino a otras personas. Una colega y una vecina tuvieron que pasar por lo mismo y lo que yo hice les facilitó a ellas la tarea. Siento que las cosas van mejorando”, dice.

En medio de estas desgarradoras historias, también hubo algunos finales felices. Pilar y Leticia son dos de las afortunadas madres que lograron encontrar a sus hijas que se habían ido de Honduras dejando un vacío en el corazón de estas madres que se vio agravado por el silencio y el castigo de no saber qué suerte habían corrido.

Pilar y Leticia tuvieron la dicha de reencontrarse con sus hijas. Foto: OIM Honduras/S. Lagos

Pilar tuvo que soportar vivir siete años sin saber dónde se encontraba su hija que se fue sin decir nada rumbo a México para escapar de la violencia basada en género. Finalmente, a principios de 2017 el Comité logró localizar el domicilio de la hija y Pilar pudo verla a finales de ese año.

En el caso de Leticia en 2004 su hija decidió embarcarse por motivos económicos por la ruta migratoria hacia los Estados Unidos. “La despedida fue realmente dolorosa”, dice Leticia. “Me quedé con el corazón destrozado, con mucha tristeza y pena. Primero hablábamos mucho pero después perdimos el contacto”.

Tras catorce años de angustia y con la ayuda de las redes sociales Leticia descubrió que su hija estaba viva. Leticia logró reencontrarse con su hija y recuerda que: “Ese encuentro fue el momento más hermoso de mi vida; pura emoción”.

En Honduras, las madres se han organizado para buscar de manera infatigablemente alguna pista para encontrar a sus hijos, desaparecidos en busca de una vida mejor durante su ruta migratoria. Foto: OIM Honduras/I. Cruceta

Estas historias de sufrimiento y espera ponen de relieve los grandes riesgos de la migración irregular. Debe fortalecerse la coordinación entre los países para permitir la búsqueda de los migrantes desaparecidos de modo que los miembros de la familia que son dejados atrás puedan conocer la suerte corrida por sus seres queridos.

Esta historia fue escrita por Ismael Cruceta y Marcela Díaz de la Unidad de Comunicaciones e Información Pública de la OIM Honduras.

El Día Internacional del Migrante (18 de diciembre) es el día designado por las Naciones Unidas a fin de concientizar acerca de los desafíos y las oportunidades presentadas por la migración mundial en todas sus formas, para defender el respeto a los derechos de los migrantes y para incentivar a la comunidad internacional para que trabaje en conjunto para garantizar que la migración sea gestionada de manera segura, ordenada y digna.  

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