Tripoli, 7 Feb 2022 – Yacoub Mehra estaba viviendo con su esposa en Zinder, la tercera ciudad más populosa de la zona sur de Níger, donde trabajaba muy duro para poder cubrir las necesidades de su familia. Este hombre de 37 años se las arreglaba, pero quería mucho más que eso y a principios de 2018 atravesó el Sahara rumbo a Libia, dejando tras de sí a su familia de seis integrantes, esperando encontrar mejores oportunidades laborales.  

“Los salarios son bajos en Níger y por eso decidí correr el riesgo de viajar a Libia para ver si podía brindarle a mi familia una vida más digna”, dice Yacoub.

“Cuando llegué a Libia en 2018, la situación era buena. No había crisis económica ni problemas de seguridad. Salí con mis amigos y pude encontrar empleo en una fábrica como pintor profesional”. 

Dos meses después de que Yacoub llegara Trípoli, Libia empezó a cambiar. La guerra estalló en 2018 al sur de Trípoli y muy pronto Yacoub comenzó a escuchar el sonido constante de las balas y los intensos bombardeos.  

“Jamás había oído el sonido de una bala”, dijo Yacoub. “Fue la primera vez que escuchaba los ruidos de los enfrentamientos y mi cuerpo temblaba. Pero después de dos meses, esos enfrentamientos terminaron y la vida retornó a la normalidad”, dice.  

Yacoub (usando una gorra) se unió a sus compañeros trabajadores en una sesión de concientización a cargo de la OIM sobre migración irregular, la cual tuvo lugar en la fábrica en donde trabajan en Ain Zara, en Trípoli. Foto: Moayad Zaghdani/OIM 2021  

Durante los dos meses de enfrentamientos, Yacoub no pudo encontrar trabajo. Su esposa e hijos le habían pedido que regresara lo antes posible, pero cuando la situación se acomodó Yacoub retomó su actividad laboral y estuvo feliz de poder enviar a su familia una buena cantidad de dinero cada mes. Se sentía cómodo trabajando en una fábrica propiedad de un hombre muy considerado.  

Algunos meses más tarde, otro conflicto llevó a la guerra en abril de 2019 y en este período muchas más familias fueron desplazadas. La fábrica en la cual Yacoub trabajaba estaba cerrada pero irse no era una opción válida para él. En marzo de 2020, Libia informó el primer caso de COVID-19. Yacoub describió lo que fue estar en ese país durante la pandemia y la guerra, situación a la que comparó con una muerte lenta.  

“No sabía qué hacer”, dice. “Todos los caminos estaban cerrados y había dos emergencias en el país; por un lado estaba la pandemia, y por el otro, la guerra, que hacía que el cielo estuviera lleno de bombas y misiles”. Sin embargo, después de algunos meses, la guerra terminó y los casos de  COVID-19 comenzaron a descender.  

La vida había retornado a su rutina habitual hasta que en agosto un cilindro de gas explotó en la fábrica en la cual Yacoub trabajaba en el momento en que él y sus colegas se encontraban orando.  

“El Imam estaba de pie frente a nosotros y yo estaba apenas dos filas detrás de él. El Imam y cuatro personas en la primera fila murieron y los que nos encontrábamos en la segunda sobrevivimos milagrosamente a la explosión”, relata Yacoub.  

Los equipos de la OIM brindan asistencia y apoyo para la derivación a migrantes en Libia que no pueden acceder a servicios por temor a la inseguridad o a ser arrestados porque no cuentan con medios financieros. Foto: Moayad Zaghdani/OIM 2021 

Sufrió quemaduras de tercer grado en gran parte de su cuerpo y esto lo dejó con dolor crónico e incapacitado para poder trabajar. 

“Todo ocurrió con tanta rapidez”, explica. “El propietario de la fábrica nos llevó al hospital y uno de los doctores de la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) vino a visitarnos”.  

Ese fue un punto de inflexión en sus vidas y a través del Mecanismo de Recursos y Respuestas a Migrantes de la OIM y su Iniciativa Cooperación para la Migración y de Partenariados para Soluciones Sostenibles (COMPASS), Yacoub y sus colegas accedieron a tratamiento médico de seguimiento, asistencia alimentaria, ropa, colchones y otros artículos esenciales de socorro. 

Después de todas estas desgracias, Yacoub dice que lo único que quiere ahora es volver a ver a su familia y no puede dejar de pensar en viajar a su hogar. Espera regresar muy pronto a Níger desde Trípoli a través del Programa de Retorno Humanitario Voluntario y Reintegración (VHR) de la OIM. 

Los equipos de la OIM brindan asistencia y apoyo para la derivación a migrantes en Libia que no pueden acceder a servicios por temor a la inseguridad o a ser arrestados porque no cuentan con medios financieros. Foto: Moayad Zaghdani/OIM 2021 

Cuando ya no es posible brindar servicios de protección en los países de acogida, el Programa VHR brinda apoyo a los migrantes para que puedan retornar voluntariamente a sus países de origen.  

Esta historia fue escrita por Moayad Zaghdani, OIM Tripoli, Correo electrónico: mzaghdani@iom.int o visite www.iom.int/compass.  

SDG 3 - SALUD Y BIENESTAR
SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES
SDG 16 - PAZ, JUSTICIA E INSTITUCIONES SÓLIDAS