Bujumbura, 6 de diciembre de 2021 – “Durante las últimas inundaciones [en mayo de 2021] mi negocio y mi hogar fueron destruidos por el agua... tuve que escapar llevando a Emmanuel en mi espalda”, recuerda Divine, mientras una mirada de profunda angustia se refleja en su rostro. “En ese momento me sentí totalmente miserable”.

No era la primera vez que esta madre, único sostén de su familia, era desplazada por el aumento del nivel de las aguas del Lago Tanganica, pero esta vez los efectos del fenómeno serían mucho más graves.  

Sin embargo, Divine logró reunir el coraje necesario para llevar a sus cinco hijos a terreno seco, mientras acarreaba al sexto Emmanuel, de 17 años, en sus espaldas. Emmanuel había nacido con una discapacidad y había estado al cuidado de Divine desde los seis.

Si bien ambos se dirigen el uno al otro como madre e hijo, en realidad la crianza de Emmanuel a cargo de Divine ha sido cosa del destino.

La hermana de Divine – que fue la primera madre adoptiva de Emmanuel – lo abandonó en las calles cuando ya no pudo más soportar el peso emocional que implicaba cuidar a un menor discapacitado, que había sido separado de su madre biológica en circunstancias que se desconocen.

Habiéndose criado como huérfano, Divine dice que ella “no podía dejar que un niño se criara sin madre”, y se hizo cargo de Emmanuel. Desde aquel momento su lazo se hizo cada vez más intenso a pesar de las pruebas que han debido atravesar juntos.

Mientras descansan dentro de su tienda, Emmanuel y Divine ríen juntos. Foto: OIM 2021/Amaury Falt-Brown

Sin ningún lugar adonde ir tras las inundaciones de este año, Divine, al igual que otros miles, trasladó a toda su familia hacia el sitio de Sobel para personas desplazadas internamente (IDP por su sigla en inglés) el cual es gestionado conjuntamente por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y por el Ministerio de Solidaridad de Burundi.

En este sitio la OIM provee instalaciones de albergue y sanitarias, kits con artículos para el hogar, apoyo psicosocial y asistencia de protección, a cientos de miles de residentes vulnerables desplazados por las inundaciones.

Sin embargo la vida en Sobel, sitio ubicado en las afueras de la capital, Bujumbura, también presenta dificultades. Emmanuel debe enfrentar desafíos en sus movimientos y en el habla; una vida en la pobreza implica que el adolescente nunca ha podido ser diagnosticado o tratado por un médico. En lugar de eso, no le ha quedado más opción que la de depender de la ayuda de los demás y con gran resolución gatea  hacia donde sea que tenga que ir.

Sin embargo, Divine debe asistirlo en ciertos momentos como por ejemplo cuando necesita ir al baño, un acto por el cual los demás la discriminan. “Mis vecinos me han estigmatizado por llevar a Emmanuel al baño y dicen que estoy sucia [por ayudarlo]”, dice Divine.

La situación de Emmanuel sirve para ilustrar las complicaciones que deben enfrentar las personas con discapacidades al momento de tener que desplazarse. En los contextos de conflictos y emergencias en todo el mundo, forman parte de los grupos más marginalizados. Sus singulares preocupaciones en cuanto a cómo protegerse las hace más vulnerables al abuso y durante los desastres la tasa de mortalidad de estas personas es mucho más alta que en el caso de la población promedio afectada.

“En la cultura de Burundi, las personas con discapacidades pueden ser pueden ser dejadas de lado por la sociedad y estigmatizadas por considerarse que están malditas. A raíz de esta cuestión familias enteras pueden llegar a ser dejadas de lado por criar a un menor discapacitado”, dice la psicóloga de la OIM Burundi Beatrice Nimbona.

En la práctica esa estigmatización lleva a que muy pocas personas visiten la tienda de Divine. “Me hiere profundamente cuando eso ocurre, pero nunca he lamentado ayudar a Emmanuel”, dice ella con total convencimiento.

Sin embargo, en meses recientes, la presión por haber perdido su medio de sustento y haber sido discriminada por los vecinos provocó que la salud mental de Divine empezara a jugarle una mala pasada y empezó a padecer pensamientos suicidas. “Me encontraba en un punto de sufrimiento profundo, así que fui y pedí auxilio psicológico a la OIM”, relata.

Beatrice y Divine charlan en un campo afuera de Sobel. Foto: OIM 2021/Amaury Falt-Brown

Apoyo a familia y creación de vínculos entre ellas

Los niveles de angustia en los sitios de desplazamiento son muy altos, y muchos de los residentes llevan consigo las cicatrices de haber perdido sus medios de sustento y en muchos casos lo que es aún peor, de haber perdido a muchos seres queridos.

Beatrice es una de los varios psicólogos que trabajan en los sitios y como tal lleva a cabo tareas de identificación de los casos vulnerables antes de tomar la decisión de si es posible ofrecerles apoyo individual, o bien si se les otorgará terapia grupal o finalmente, si serán derivados para que accedan a asistencia especializada.

Entre los diferentes tipos de terapia grupal ofrecida, un grupo, del cual Divine forma parte, está reservado para los padres de menores que padecen enfermedades crónicas, incluyendo discapacidades. Allí a los padres se les pide que compartan sus experiencias, procesen sus emociones y aprendan la mejor manera de manejarlas.

“Vemos un cambio de relevancia en el modo en el que los padres brindan apoyo a sus hijos e hijas tras el trabajo grupal”, señala Beatrice.

Divine dice que el apoyo psicosocial que ha estado recibiendo la ha ayudado mucho a reducir los “pensamientos negativos” que tenía y además, a trabajar sobre la estigmatización que sufrió por parte de otras personas en el lugar.

Un hombre discapacitado en su bicicleta adaptada en Sobel. Foto: OIM 2021/Amaury Falt-Brown

Inclusión de personas con discapacidades en la provisión de servicios humanitarios

Debido al hecho de que se estima que las personas con discapacidades representan aproximadamente el 15 % de la población mundial, porcentaje que en contextos humanitarios podría incluso ser mayor, el personal de la OIM tiene el deber de asegurar que sus programas incluyan a estas personas con discapacidades y que además las protejan.

Por ello los programas de la OIM han sido diseñados para combatir la estigmatización y la discriminación que sufren las personas discapacitadas, asegurar que no sean olvidadas en las respuestas humanitarias y permitir su participación significativa en los proyectos de la OIM, a la par que se garantizan mecanismos de rendición de cuentas accesibles y que brinden respuesta a sus necesidades.

Alain Igiraneza, administrador de Sobel, dice que hay aproximadamente unas 80 personas que viven con algún tipo de discapacidad en Sobel y expresa la esperanza de que la comunidad humanitaria pueda llegar a aliviar sus necesidades especiales.

Divine sonríe con Beatrice, expresando el vínculo que se ha formado entre las dos por medio del apoyo psicosocial. Foto: OIM 2021/Amaury Falt-Brown

“No debemos olvidarlas [a las personas con discapacidades]. Además de paliar sus necesidades inmediatas, también debemos pensar en soluciones a largo plazo”, señala Alain.

Mientras tanto en la tienda que ocupa la familia, con una refulgente sonrisa Emmanuel se sienta sobre las piernas y dice que sueña con poder vender maníes y bocaditos para poder hacer algo de dinero y forjarse un futuro.

“Sueño con comprar una parcela de tierra después de eso y construir una casa, luego poder casarme”, tartamudea, mientras su madre sonríe atrás con mucho orgullo.

Las aguas de la inundación que barrieron con la casa y el negocio de Divine a principios de 2021. Foto: OIM 2021/Lauriane Wolfe

Trabajando para saltear brechas de necesidades en los numerosos sitios de desplazamiento, la Unidad de Salud Mental y Apoyo Psicosocial (MHPSS) y la de Protección y Asistencia a Migrantes (MPA) de la OIM, coordinan sus esfuerzos para brindarles apoyo a las personas desplazadas y a sus familias de manera integral.

Como parte de esta asistencia, la Unidad de MPA está llevando a cabo una evaluación de las necesidades en Sobel a fin de determinar la mejor manera de brindar apoyo a las personas discapacitadas más vulnerables, incluyendo a Emmanuel, quien posiblemente recibirá una silla de ruedas,  baños especialmente adaptados, una vivienda nueva y fondos para poder cumplir con su sueño y, potencialmente, contar con asistencia médica.

Con el inquebrantable amor de su madre, a Emmanuel lo emociona la posibilidad de poder llegar a convertir su sueño en realidad.

Las actividades de la MHPSS de las cuales se benefician Divine y otras personas desplazadas internamente son posibles gracias a fondos aportados por el Fondo Central para la Acción en caso de   Emergencia de las Naciones Unidas (CERF) y por la Unión Europea (UE), en tanto que las actividades de la MPA que brindan apoyo a personas con discapacidades son posibles gracias a fondos aportados por el CERF y por la Oficina de Asistencia Humanitaria (BHA).

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SDG 13 - ACCIÓN POR EL CLIMA