Una niña junta agua suministrada a través del sistema  SWAT. Foto: OIM 2020/Liatile Putsoa

Pibor –“Espera, ¿entonces lo que estás tratando de decirme es que esta agua es la misma que sale de aquel grifo que está allá?, pregunto con gran asombro.

"Sí, algo por el estilo”, dice James Lagu, Ingeniero Adjunto de los Servicios de Agua, Saneamiento e Higiene para Todos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Sudán del Sur.

“Es la misma agua, pero antes de que el agua de superficie llegue hasta los grifos, atraviesa varias etapas a fin de asegurar su potabilidad”, explica.

James y yo nos encontramos en la Planta para el Tratamiento de Agua de Superficie (SWAT) en Pibor, en el Área Administrativa del Gran Pibor (GPAA), Sudán del Sur, la cual ha sido construida por el Equipo WASH de la OIM para Preparación y Respuesta de Emergencia.

A fines de 2020, graves inundaciones provocaron el desplazamiento de cientos de miles de personas en muchas zonas de Sudán del Sur. Este desplazamiento provocado por las inundaciones repentinas se dio tras una ola anterior de violencia comunal en la primera mitad de 2020 la cual también provocó el desarraigo de muchas personas.

Más de 800.000 personas se vieron afectadas y con urgente necesidad de recibir ayuda humanitaria consistente en alimentos, albergues y acceso a agua apta para el consumo en Jonglei, en el Nilo Superior y en el Área Administrativa del Gran Pibor.

En Pibor, los pozos de perforación se habían sumergido completamente y solamente había quedado el brazo metálico de las bombas activadas manualmente asomando por encima del agua.

“La comunidad no podía traer agua para beber de ninguna parte. Todos los pozos de perforación se la zona se había dañado o estaban hundidos totalmente debajo del agua turbia de las inundaciones”, dijo James Lagu.

“Nuestra primera acción de respuesta fue entregar a los más vulnerable sachés para purificar el agua; luego procedimos a la construcción de esta planta”, agrega, señalando la operación de la SWAT.

James explica el proceso.

James Lagu y un Asistente de Gestión de los Recursos Acuíferos verifican el  pH de la muestra de agua. Foto: OIM 2020/Liatile Putsoa

El agua de superficie es bombeada desde un pantano en las cercanías hacia tanques cebolla. En esta etapa, cualquier residuo sólido como arena o guijarros se van al fondo del tanque por medio de un proceso que se llama coagulación y floculación. A continuación el agua, si bien no está aun purificada en esta etapa, es bombeada hacia tres grandes cámaras, cada una de ellas con una capacidad de contención de 20.000 litros, en donde se la desinfecta con cloro para destruir cualquier bacteria dañina. El agua luego es testeada y eventualmente se la lleva por cañerías a canillas cercanas para que sea usada por la comunidad.

Sitio de la OIM para el Tratamiento de Agua de Superficie (SWAT) en Pibor, en el Área Administrativa del Gran Pibor. Foto: OIM 2020/Liatile Putsoa

“Hmmm, es muy impresionante”, exclamo yo.

El hecho de que el equipo haya podido establecer este “taller” en dos o tres días para proveer agua apta para el consumo a más de 3.000 personas por día es verdaderamente impresionante.  Sin este sistema, las personas no tendrían más opción que la de beber agua contaminada e insegura, y eso las pondría en peligro de padecer enfermedades originadas en la mala calidad del agua, como el cólera, la diarrea y similares.

"La verdad es que si, actuamos con gran rapidez" dice James Lagu. "Así debe ser, es una de las premisas de la respuesta de emergencia de la OIM".

La ciudad de Pibor fue testigo de un influjo de comunidades desplazadas por las inundaciones en sus aldeas. Más de 6.000 personas procedentes de zonas vecinas como por ejemplo Likuangole y Gummuruk  buscaron refugio en zonas de la ciudad de Pibor que se encontraban en terrenos altos a los cuales el agua no llegó.

Por encima del sonido del generador usado para bombear el agua, podíamos escuchar voces provenientes de los puntos de suministro de agua.

Caminamos hacia tales puntos mientras las nubes empiezan a disiparse, dejando asomar de inmediato el fuerte sol que se había estado ocultando tras ellas.

Tiempo impredecible, me digo a mí mismo.

Thilalo Allan, de 45 años, junta agua. El Sistema  SWATde la OIM está al fondo. Foto: OIM 2020/Liatile Putsoa

"Male", les digo a las señoras que están llenando los bidones con el agua tratada que sale de las canillas.  

"Male", dicen ellas, devolviéndome el saludo en Murle, el idioma hablado predominantemente en el Área Administrativa del Gran Pibor.  

Unos cuantos holas y cómo está usted es todo lo que yo puedo decir en Murle. Con la traducción de uno de los Asistentes de Gestión de los Recursos Acuíferos que trabajan en la planta de tratamiento podemos dialogar con las señoras.

"No sé de dónde podríamos sacar agua para tomar si no tuviéramos esto”, dice Thilalo Allan de 45 años. "Estaríamos bebiendo agua sucia ya que las inundaciones se tragaron nuestros pozos de perforación”, dice retóricamente.

"Y nuestros hijos estarían sedientos o enfermos por consumir esa agua sucia", dice Thilalo, madre de seis.

Thilalo Allan fue desplazada por las inundaciones hacia la ciudad de Pibor. Foto: OIM 2020/Liatile Putsoa

Mangalla es una ciudad que se encuentra a 400 kilómetros al sur de Pibor, cerca de la capital Juna en Equatoria Central que también fue testigo de un gran influjo de personas desplazadas internamente (IDP) debido a las inundaciones en el Estado de Jonglei. La Unidad WASH de la OIM le brindó apoyo técnico a una ONG nacional, la Misión de Rescate, para la construcción de un Sistema de Tratamiento de Agua de Superficie, a fin de brindar acceso a agua apta para el consumo a las IDP y a la comunidad de acogida.

El Sistema SWAT en Mangalla establecido con el apoyo técnico de la Unidad WASH de la OIM. Foto: OIM 2021/Aleon Visuals

La escasez de agua sigue siendo una amenaza de consideración para las personas que han escapado de sus hogares tras haber perdido todos sus medios de subsistencia debido a las inundaciones. Mientras el país sigue luchando contra las consecuencias de las inundaciones sin precedentes los socios humanitarios, entre ellos la OIM, siguen trabajando juntos para llevar asistencia vital a los más vulnerables.

      Thilalo Allan.Foto: OIM 2020/Liatile Putsoa

“No es que no queramos ayudarnos a nosotros mismos”, dice Thilalo Allan. “¿Pero cómo nos ayudamos si nunca se detiene? Cuando llueve, el agua nos mata. Cuando la lluvia se detiene, son las armas las que nos matan”.  

La instalación del Sistema de Tratamiento para el Agua de Superficie por parte de la Unidad de Agua, Saneamiento e Higiene para Todos de la OIM es financiada por ECHO, que es la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas.

Esta historia ha sido escrita por Liatile Putsoa, Oficial de Prensa y Comunicaciones de la OIM en Sudán del Sur.

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