Juba, 7 de octubre de 2021 – Wilma Khamisa de veintiocho años se apoya sobre su bastón, que es la herramienta que le ayuda a desplazarse luego de que una condición clínica de la infancia la dejara con una discapacidad que tendrá toda su vida.
Wilma no solamente debe sobrellevar su discapacidad – también debe lidiar con otras barreras tales como el prejuicio discriminatorio, el estigma de la sociedad y la exclusión de todas las actividades sociales y económicas que han obstaculizado la mayor parte de las oportunidades laborales.
Sin embargo, si ella incorpora capacidades básicas de informática esto aumentará sus chances de obtener un trabajo y un curso a través del proyecto Skills for Change (Capacidades Para el Cambio) financiado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sin dudas la ayudará.
“Las barreras que las personas con discapacidades deben enfrentar afectan de manera negativa sus medios de subsistencia en la edad adulta”, señala Muneyi Muchanyuka, Oficial de Protección de la OIM. “Las capacitaciones vocacionales ayudan a cubrir esa brecha mejorando la resiliencia y en última instancia reduciendo las vulnerabilidades de las personas con discapacidades”.
Wilma dice que sin las capacidades en informática ella hubiera tenido muy pocas chances de conseguir empleo.
“En el mundo de hoy si usted se presenta como candidato para un empleo sin conocimientos de informática, seguramente no lo va a conseguir. Incluso si lo consigue, luego normalmente debe hacer las tareas en una computadora, y por eso es que estoy tan interesada en la informática”.
Tras algunas semanas que se convirtieron en tres meses de capacitación en un centro de capacidades vocacionales en Juba, Wilma sabe ahora cuál es el software más utilizado y también ha aprendido cómo crear publicaciones y hojas de cálculo.
Es una de las 54 personas con distintas discapacidades que están aprendiendo sastrería, trabajos de electricidad o informática con el objetivo de alcanzar su autosuficiencia.
De acuerdo con el Banco Mundial el 15% de la población mundial debe vivir con discapacidades, y en Sudán del Sur se estima que hay más de 1,2 millones. Una de ellas es Mary Izkia Rajab, quien integra la Asociación de Baloncesto en Sillas de Ruedas en Sudán del Sur.
“Me uní a esta capacitación en sastrería porque yo quería adquirir la capacidad necesaria como para poder mejorar mi situación económica”, dice. “Las herramientas como las máquinas de coser son muy caras pero si tengo apoyo como para poder comprarme una, comenzaré con un negocio propio. Hay muchas personas con discapacidades que están desempleadas y cuando se nos cruzan oportunidades así, las tomamos muy en serio porque a través de dichas oportunidades nuestras vidas pueden cambiar”.
Justo afuera del laboratorio de informática y de la clase de sastrería hay un grupo de hombres conectando cables con focos. La mayor parte de quienes están aprendiendo a realizar trabajos eléctricos tienen una discapacidad auditiva.
Su entrenador, Yoasa Pitia Alessandro, usa lenguaje de señas para poder comunicarse con ellos.
“Les brindamos las capacidades para que trabajen por su cuenta porque algunas personas los discriminan porque no pueden escuchar bien”, dice Yoasa.
Las capacitaciones se extienden por tres meses y terminan con una ceremonia de graduación en la cual Mary y los demás alumnos y alumnas reciben un certificado que es reconocido por el Ministerio de Educación de Sudán del Sur.
La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidades (CRPD) promueve la total integración de las personas discapacitadas en las sociedades. La capacitación vocacional es un elemento crucial de los programas de la OIM de Sudán del Sur sobre género e inclusión, de conformidad con las Directrices 2019 del Comité Permanente entre Agencias (IASC) en relación a la inclusión de las personas con discapacidades en las acciones humanitarias.
Esta historia fue escrita por Jale Richard Santos, Asisten de Prensa de Sudán del Sur, Correo Electrónico: jasantos@iom.int