Ciudad de Benín, 28 de marzo de 2022– Success,* de veinticuatro años, tiene un negocio en los suburbios de la Ciudad de Benín y va de acá para allá, acomodando las prendas que vende; algunas de ellas son sus propias creaciones. Su pequeña hija Choice juega entre los maniquíes; esta semana, la niña está en receso escolar. Durante dos años, Success ha estado manejando este negocio, el cual le deja un ingreso que le permite mantenerse y pagar la educación de su hija.

Cuando tenía 18 años, Success partió de Nigeria hacia Libia en junio de 2016 a la búsqueda de una vida mejor para ella y su familia en otro lugar. Había pedido dinero prestado a parientes y amigos, esperando traer riqueza para todos a su regreso. Su sueño se truncó cuando no pudo llegar a Europa y quedó varada en Libia. “Ese lugar no es fácil para nada; hay sufrimiento, golpes, violaciones, prostitución”.

Con la ayuda del Programa de Retorno Voluntario Asistido y Reintegración (AVRR) de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Success regresó a Nigeria con su hija Choice recién nacida. Sin embargo, no recibió la acogida que esperaba de regreso en su estado nativo de Edo, tras haber logrado escapar de la brutalidad. Por el contrario, solo encontró infelicidad por su prematuro retorno.

“Cuando regresé, mi familia estaba muy desilusionada conmigo, porque yo no había podido llegar al lugar al que me había propuesto llegar. No permitieron que yo entrara a su casa y me dijeron que volviera al lugar del cual había venido. Me dijeron: ‘¡Gastamos mucho dinero en ti y no nos has traído nada, ni dinero, ni nada!’ Me sentí completamente sola”.

“Gritaban todo el tiempo: ‘¡Te fuiste sin hijos y ahora vuelves con una hija!’

No querían verme, ni tampoco querían ver a mi hija. Yo tenía el corazón roto y me sentía confundida. Tal vez yo debía regresar a Libia o irme a cualquier otra parte. Fue en ese momento que me crucé con la OIM”. 

Un reciente estudio realizado por el Centro de Gestión del Conocimiento de la UE y la OIM descubrió que las mujeres tienden a mostrar resultados menos satisfactorios en su reintegración. Las mujeres con frecuencia se enfrentan a exclusión por parte de la comunidad y de sus familias, quienes las vinculan con la prostitución y las consideran mujeres “fáciles”. En Nigeria, retornar con un hijo a menudo lleva a un rechazo por parte de la familia.

“[Las mujeres] son generalmente el cordero pascual encargado de sacar a sus familias de la situación de pobreza”, señala Ayo Amen Ediae, oficial de lucha contra la trata de personas en la OIM Benín. “Cuando regresan con las manos vacías, eso es de por sí un gran desafío para ellas; la comunidad, la familia las rechaza, ‘No, estás volviendo con las manos vacías, ¿cómo se supone que vas a cuidar a tu familia?’”.

Joy*, de veintiséis años, se fue de Nigeria en la primavera de 2018, pensando que iba a poder reunirse con su novio en Alemania. No tenía idea de que se trataba de un truco para enviarla como víctima de trata a Libia, donde pasó un año y medio retenida contra su voluntad, y forzada a trabajar en la prostitución.

“No podía volver a la casa de mis padres porque yo ya me había gastado el dinero que ellos me habían prestado, 1,2 millones de NGN (aproximadamente 3.000 dólares EEUU). Sentí vergüenza y, además, los había avergonzado a ellos”.

Joy desafía la estigmatización de la sociedad y está reconstruyendo su vida. Foto: OIM 2022/Ultrashot

Con dinero que su madre le envió, Joy pudo huir de su cautiverio y retomó su idea de llegar a Europa, pero fue nuevamente arrestada intentando cruzar el Mar Mediterráneo en una pequeña embarcación.

La OIM le brindó asistencia médica y también le entregó artículos básicos, como ropa y zapatos. Además, la ayudó a retornar a su hogar.

La OIM asiste a los migrantes para que puedan reconstruir sus vidas en las comunidades de origen. El mencionado apoyo incluye el inicio de actividades generadoras de ingresos, el acceso a servicios básicos, incluyendo asistencia médica, y también el restablecimiento de vínculos con sus familiares y amigos.

Durante una capacitación de diez días sobre habilidades comerciales, a los migrantes retornados se les brinda apoyo basado en las necesidades y apoyo integral para su rehabilitación y reintegración.

“En la capacitación, brindamos psicoeducación a todos los retornados. La psicoeducación busca brindarles esperanza, darles seguridad de que podrán recuperarse, prepararlos, desarrollar sus niveles de resiliencia”, explica Paradang Gogwim, asistente sénior del Proyecto de Salud Mental para los Migrantes Retornados en la OIM Lagos. “Contamos con un libro de autoayuda para apoyarlos durante todo su viaje mientras se reintegran a sus comunidades de retorno”.

Joy regresó a la Ciudad de Benín para volver a trabajar nuevamente en costura tras su capacitación en la OIM. Sigue cancelando las deudas que tenía, pero a la vez su negocio le permite ayudar financieramente a su familia. “Nos ayudaron, la OIM nos ayudó. Al menos puedo alimentarme, puedo enviar a mi hermana menor a la escuela, puedo enviarle dinero. Me las arreglo”.

“La gente de nuestro entorno piensa que cuando uno regresa de Libia, la próxima cosa que vas a hacer es dedicarte a la prostitución y que llevarás una vida salvaje. No es así. Yo tengo mi empleo. Mi amiga tiene una farmacia. Otra trabaja en un banco de microfinanzas, todas estamos bien”, dice Joy. “Y son mujeres, no son hombres, no se están dedicando a la prostitución; lo están haciendo bien. Estamos intentando demostrarles que aún viviendo de Libia o de Mali, o de cualquier otro lugar, uno puede ser en una persona de bien y ser útil para la sociedad”.

En el otro extremo de la ciudad, Success recuerda también cómo la OIM la ayudó a encontrar una alternativa a la migración irregular. “Cuando regresé, estaba pensando si debía irme a otro país. Ellos [la OIM] me dijeron que no lo hiciera, incluso me dijeron que, aunque no tuviera dinero, mi vida es importante. Desde que me ayudaron a iniciar mi negocio, puedo darle de comer a mi hija, la puedo vestir, puedo pagar su educación, estoy haciendo muchas cosas por mí misma ahora”.

* Los nombres han sido cambiados para proteger sus identidades.

Escrita por Kim Winkler.

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