Spin Boldak, 24 de mayo de 2023– En la frontera entre Afganistán y Pakistán, decenas de coloridos camiones, autos y carros se cruzan por un camino arenoso levantando una densa polvadera. La atmósfera es tensa y la lluvia empieza a caer mientras los guardias de frontera de las autoridades de facto (DfA) intentan organizar la entrada y la salida de vehículos.
Hace algunos meses, un intercambio de disparos produjo muertes a ambos lados del “Punto Cero”, que es la línea en la que Afganistán se convierte en Pakistán. Desde agosto de 2021, las tensiones entre los dos países se han intensificado. Las peleas entre guardias en cruces fronterizos como Spin Boldak o Torkham son recurrentes.[1]
Desde el este al sudoeste de Afganistán, a lo largo de la Línea de Durand, una cerca de aproximadamente 2.600 kilómetros de extensión divide los dos países. Las luces de los spots manejadas por los guardias fronterizos vigilan las montañas para asegurar que ningún viajero, ni refugiado ni migrante, cruce del otro lado en horas de la noche.
Sin embargo, muchos afganos intentan viajar a Pakistán, ya sea por vías regulares o irregulares, generalmente para trabajar, estudiar, procurar tratamientos médicos, visitar a familiares o escapar de situaciones que amenazan sus vidas. Las rutas de tráfico son usadas cada vez con mayor frecuencia porque muchos afganos no cuentan con la documentación necesaria para viajar. En marzo de 2023 al menos 340.000 afganos viajaron a Pakistán a través de los puntos fronterizos y se calcula que una cifra aún mayor lo hicieron a través de puntos de cruce irregulares.
Un flujo permanente de hombres, mujeres y menores se abren paso a través de un laberinto de corredores y redes de cables que conforman la frontera. Caminan debajo de la lluvia incesante, con bolsos colgados en los hombros, pisando charcos y barro para poder llegar del otro lado. No se sabe si se están yendo de Afganistán o volviendo, lo cierto es que el flujo de personas es constante. Personal de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) está apostado a ambos lados de la frontera, contando las partidas y las llegadas y realizado tareas de control para la detección de enfermedades transmisibles o proclives a las epidemias para reducir cualquier riesgo de exposición cuando estén de regreso en sus comunidades.
En este momento el Centro de Recepción de Spin Boldak está recibiendo más y más personas retornadas y deportadas sin documentos que no lograron o no pudieron acceder a estatus regular en Pakistán. Desde el inicio del año, ha habido un pico de afganos deportados por no tener documentos de identidad. Más de 2.000 personas fueron deportadas de enero a marzo de 2023, en comparación con las 500 en el mismo período del año anterior. Esa cifra posiblemente sobrepase la cantidad total de deportaciones registradas en 2022 (2.900).
“Nuestro hogar sufrió daños por la explosión de una mina terrestre”, dice Zari Gul, madre afgana de 53 años que tiene seis hijos. “Mi esposo y yo fuimos forzados a irnos a Pakistán por las hostilidades [hace algunos años].”
“Cuando nos fuimos de Afganistán mi esposo empezó a trabajar como jornalero, pero en los últimos meses la policía arrestó a todos los afganos [en mi vecindario], entre ellos mi esposo”, agrega. “Descubrí que él había sido detenido después de un mes y cuando fui a la estación de policía también me detuvieron a mí y a mis hijos. Había muchos afganos allí. Las mujeres estábamos en un lugar y los hombres en otro separado; no nos daban comida adecuada”.
Debido a las complejidades de la relación entre ambos países, las condiciones de las personas afganas sin documentos en Pakistán se han deteriorado aún más. Según informes recientes, hay personas que han estado detenidas por varios meses hasta que finalmente fueron enviadas de regreso a Afganistán.
“Durante el conflicto en Afganistán [hace varios años], fuimos desplazados desde Uruzgan a Kandahar”, señala Basmina, madre afgana de 45 años que tiene cuatro hijos. “No teníamos una buena vida en Kandahar y por eso mi esposo decidió que debíamos irnos a Pakistán”.
“Tres años más tarde tuvo problemas de salud y falleció. Yo era una mujer sola en Pakistán y mis hijos eran pequeños. La gente decía que la policía iba a capturar a los afganos y los iba a meter en prisión si no regresaban a Afganistán. Me fui, pero dos de mis hijos se quedaron”.
Agotada por el peligroso viaje, Basmina llegó al Centro de Recepción en Spin Boldak y gracias al transporte facilitado por la OIM, fue trasladada al Centro de Tránsito de la Organización en Kandahar en donde pudo pasar la noche y acceder a asistencia.
Se rehúsa a retornar a su vida en Kandahar y explica los motivos: “No tengo libertad de movimientos y de salir cuando yo quiera”. De hecho, antes de irse a Pakistán, Basmina no tenía documentos legales, e incluso en este momento sigue sin tenerlos. Desplazarse por Kandahar siendo una mujer sola, con las reglas y normas impuestas por las autoridades de facto, es casi imposible.
“Mis otros dos hijos son menores y son los que trabajan para aportar un ingreso a nuestra familia. Desearía que mis dos hijas pudieran ir a la escuela”.
Cada vez son menos las personas retornadas y desplazadas internas (IDP) en Afganistán sin documentación adecuada. La falta de acceso a documentos del registro civil, incluyendo la Tazkira, tarjeta nacional de identidad, es el resultado de la provisión intermitente de servicios por parte del Departamento de Población y Registro de Afganistán. Adicionalmente, las mujeres como Basmina y los integrantes de grupos de las minorías étnicas posiblemente tengan un acceso aún menor a los mencionados documentos porque nunca los han podido obtener a causa de normas históricas de índole política y sociocultural.
Durante sus viajes, las personas retornadas sin documentos posiblemente deban enfrentar mayores vulneraciones a sus derechos humanos de parte de las fuerzas estatales de seguridad de los países vecinos y de tránsito. Entre tales vulneraciones pueden mencionarse el uso de la fuerza y de armas de fuego, la tortura y otros tratamientos o castigos crueles, inhumanos o degradantes. Es esencial que la comunidad humanitaria concientice acerca de, y que luche contra, todos estos abusos, y que las autoridades de facto faciliten el acceso a documentación civil para todas las personas.
Los trabajadores de la OIM a cargo de los casos que se presentan apoyan a mujeres como Basmina para que puedan conectarse con sus familias y acceder a albergues, alimentos, oportunidades de medios de subsistencia y otros servicios esenciales al momento de su regreso. La OIM también está trabajando con asociados en los Centros de Recepción y de Tránsito a fin de concientizar a las personas sin documentos sobre los procesos para la obtención de la documentación legal y los beneficios que reporta contar con tales documentos.
En 2023, siempre y cuando reciba recursos adicionales, la OIM planea brindar asistencia de protección a 6.500 migrantes afganos sin documentos que están retornando desde Pakistán a través de los puntos fronterizos de Spin Boldak y Torkham.
Después del 24 de diciembre de 2022 el decreto que prohíbe a las mujeres afganas trabajar para organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales le fue también impuesto recientemente a las mujeres que trabajan para Naciones Unidas. La OIM se ha visto obligada a suspender sus actividades temporalmente puesto que es imposible brindar asistencia humanitaria basada en principios si no se tiene acceso a la mitad de la población. A raíz de esto, ya no es posible llegar a mujeres retornadas indocumentadas que viajan solas, como Zari Gul y Basmina. En coordinación con organizaciones líderes humanitarias de Naciones Unidas la OIM está trabajando para que la autoridad de facto derogue cuanto antes la decisión que prohíbe a las mujeres afganas trabajar para este tipo de organizaciones y de tal modo garantizar que los servicios esenciales estés disponibles y sean accesibles para todos con independencia del sexo, etnicidad, estatus civil o financiero o cualquier otro factor, de acuerdo con sus obligaciones en el marco del derecho internacional de derechos humanos y los requerimientos de orden cultural.
Los nombres y datos identificatorios han sido cambiados para preservar las identidades de las personas retornadas.
Esta historia fue escrita por Léo Torréton, Oficial de Prensa de la OIM Afganistán. Para más información por favor contactar con: ltorreton@iom.int
[1] Para más información ir al Resumen Regional de Asia-Pacífico, ACLED, diciembre de 2022: https://acleddata.com/2023/02/02/regional-overview-asia-pacific-december-2022/