Italia/España/Irlanda, 15 de noviembre de 2023 – “Yo veo mi rol como un puente entre dos culturas diferentes”, explica Ching Yi, mediador cultural en la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Italia.
Ching Yi trabaja en la Oficina de la Policía Migratoria en Nápoles e integra un equipo de mediadores culturales comprometidos con la tarea de facilitar la recepción de migrantes en Italia, extendiendo una mano y orientándolos en sus viajes a una nueva tierra.
Recientes aumentos en las llegadas a Lampedusa, sobre todo en los últimos meses, han colocado nuevamente en la mira a esa isla. En tan solo seis días,con un influjo abrumador de más de 11.000 personas llegadas a ese lugar, nunca antes había tenido la importancia que tiene ahora la necesidad de contar con un enfoque integral humanitario y operativo que también incluya una mediación cultural efectiva, un rol verdaderamente clave.
Desde 2018, la OIM ha estado asociada con el Ministerio del Interior de Italia y su Departamento de Policía Estatal, involucrándose activamente en la contratación, la capacitación y el envío de mediadores culturales a varios puntos de acceso, incluyendo puertos, aeropuertos y fronteras terrestres. Los mediadores culturales también están trabajando con la Guardia Costera Italiana en los botes de búsqueda y rescate en el Mediterráneo.
A la fecha, unos 280 mediadores culturales han aportado sus singulares capacidades, antecedentes y experiencia en asistir a los migrantes para que puedan navegar por la burocracia y los diversificados paisajes lingüísticos y culturales de las comunidades que los acogen.
La gama de servicios que brindan es amplia e incluye mediaciones lingüísticas y culturales en cada etapa del proceso. Desde el apoyo con el proceso de registración a su llegada hasta la asistencia a medida para los casos de mayor vulnerabilidad, estos mediadores culturales cumplen un rol esencial en cuanto a ayudar a los recién llegados para que puedan encontrar un punto de apoyo.
Ismail, que trabaja en Lampedusa, explica de qué manera, además de sus responsabilidades principales como mediador cultural, coopera con las autoridades italianas en varias tareas como por ejemplo realizar controles de la salud y asistir a potenciales víctimas de trata o tráfico. Esto asegura que los migrantes que acaban de desembarcar reciban no solamente información clave sino también que sean guiados a través de los diferentes procedimientos de identificación.
“Una persona que llega a un país que no conoce puede estar llena de temores y prejuicios”, explica Said, mediador cultural que trabaja en la Oficina de Inmigración de Lampedusa. “En ese caso, es necesario respaldar a esas personas. Cuando uno les habla en su propia lengua, un nuevo mundo se abre ante sus ojos”.
Lo que verdaderamente diferencia a los mediadores culturales son sus propias travesías migratorias. Muchos de ellos han recorrido el mismo camino que las personas a las cuales asisten. Y eso les permite empatizar con ellas con mayor profundidad. Ven su rol como una gran oportunidad de ofrecer el tipo de apoyo y de asistencia que desearían haber recibido cuando llegaron por primera vez a Italia.
Selamawit de Eritrea, mediadora cultural que trabaja en la Oficina de Inmigración en Nápoles, recuerda su propia llegada a Italia diciendo: “Espero ser siempre útil a las personas que llegan porque yo entiendo perfectamente lo que implica estar de ese lado, conozco bien lo que es el miedo”.
Mientras que las capacidades en cuanto a empatía e idioma forman la base fundacional para el desarrollo de una conexión y una comunicación efectiva, es igualmente importante poseer un conjunto sólido de capacidades y un alto nivel de profesionalismo. Navegar por los procesos migratorios implica enfrentar una red de complejas regulaciones y esto demanda que los mediadores culturales tengan una comprensión en profundidad de estas sutilezas para garantizar que los derechos de los migrantes se respeten y que sus necesidades sean cubiertas.
“Hemos sido testigos de un cambio de perspectiva de las autoridades acerca de la importancia que tienen estos perfiles”, explica Giulia Falzoi, Encargada de la Unidad de Gestión de la Migración en la OIM Italia. La recepción positiva del Proyecto ha allanado el camino para otras iniciativas similares en España e Irlanda. España enfrenta desafíos significativos en cuanto a manejar los flujos de migración irregular hacia el país, requiriendo de una presencia coordinada de profesionales en puntos clave de acceso para facilitar la cooperación entre varias partes interesadas en terreno.
A tal fin la OIM España está apoyando en este momento a las autoridades españolas en la gestión de los flujos migratorios hacia España en los principales puntos de llegada por medio de mediadores culturales que brindan a los migrantes información crucial acerca de sus derechos y responsabilidades.
A tal fin la OIM ha enviado personal a Almería, Gran Canaria, Málaga y otros puntos de llegada en España. Mamadou de Senegal, que en este momento está trabajando en Las Palmas (Gran Canaria) ha estado trabajando con la OIM España desde el inicio del proyecto.
Pone de relieve que el enfoque efectivamente echa por tierra las barreras culturales brindándoles a los beneficiarios “calidez y apoyo excepcional desde el momento en que pisan el suelo del país”. Esta primera experiencia tan positiva promueve la confianza en los procedimientos legales y allana el camino hacia un diálogo más abierto y constructivo entre las personas migrantes y las autoridades españolas.
Simultáneamente desde 2022 la OIM Irlanda ha estado brindando servicios especializados de mediación cultural a la Oficina de Protección Internacional en el seno del Departamento de Justicia de Irlanda. Los principales grupos a los cuales se apunta han sido solicitantes de asilo mezclados con beneficiarios de otras medidas de protección que en este momento están solicitando asilo en Irlanda.
Julián, quien se unió como mediador cultural en Irlanda en 2022, considera que su rol es instrumental en la tarea de zanjar la brecha entre los solicitantes de diversos entornos. Muchos de ellos deben enfrentar barreras idiomáticas que les impide expresarse cabalmente.
Debido a que los migrantes con frecuencia están llenos de incertidumbre acerca de sus futuros, los mediadores culturales como Julián cumplen un rol esencial en cuanto a aclararles aspectos del sistema y de los procedimientos. Mientras van adquiriendo una comprensión más profunda y siguen adaptándose al nuevo entorno, comienzan a sentirse más relajados y desarrollan un sentido de pertenencia y de seguridad por medio del apoyo brindado.
Greta Alessandri, a cargo del Programa de Gobernanza Regional de la Inmigración y de Fronteras en la OIM Irlanda, destaca el papel fundamental a cargo de los mediadores culturales. “La pericia que ellos tienen no solamente es muy valorada por las autoridades del Gobierno con el cual colaboran sino también por los beneficiarios de tal asistencia”, explica Greta.
Mientras el mundo conmemora el décimo aniversario de la tragedia en Lampedusa el 3 de octubre, un evento devastador en el cual 368 personas migrantes perdieron sus vidas en uno de los naufragios más trágicos ocurridos en el Mediterráneo, pudo verse con total claridad que los desafíos migratorios persisten.
“Si no se tiene una faceta humanitaria, es mejor cambiar de trabajo”, dijo Ahmed, mediador cultural en Italia.
El proyecto de mediación cultural en Italia es financiado por el Ministerio del Interior de ese país por medio de fondos de DG HOME de la Comisión Europea y la Secretaría de Migración del Estado Suizo, el proyecto en España por el Ministerio del Interior de ese país y el proyecto en Irlanda por el Departamento de Justicia de ese país.
Esta historia fue escrita por Loïs Willekers, Oficial de Gobernanza Regional de la Inmigración y de Fronteras (IBG) de la Oficina Regional de la OIM en Bruselas, con el apoyo de colegas de la OIM en Italia, España e Irlanda.