Desde 2019, Syedul se ha desempeñado como promotor comunitario de pleno derecho, también conocido como “Poribortok” (generador de cambios). Foto: OIM/Mónica Chiriac

Cox's Bazar, 16 de abril de 2021 – Cuando Syedul posó por primera vez su mirada sobre los campamentos de refugiados de  Cox’s Bazar en 2018, la crisis de los refugiados rohingya se encontraba en su pico máximo. Cientos de miles de hombres, mujeres y menores estaban escapando de la persecución en su estado nativo Rakhine en Myanmar y procurando refugio en Bangladesh.

Syedul se había ido de Myanmar por su cuenta unos años antes, sin ninguna alternativa a la vista, y decidió asentarse en los campamentos de refugiados esperando poder retornar un día a Rakhine y ver nuevamente a su familia.

Durante el tiempo que pasó lejos de su país, descubrió que su aldea estaba en problemas, lo cual lo hizo preocuparse día y noche por su madre y su hermana mayor. Cuando llegó a los campamentos, Syedul las buscó frenéticamente durante días, hablando con otros refugiados como él y esperando encontrar alguna pista que lo llevara de regreso con su familia.

“No pude encontrar a mi familia aquí. La gente de mi aldea me dijo que la aldea había quedado devastada y que había habido muchos asesinatos y víctimas. Todos estaban apurados cuando huyeron, de modo que era muy difícil recordar lo que tal vez le podría haber ocurrido a mi familia”, señala.

“Solamente dios sabe si lograron sobrevivir o no”.

Hasina, la esposa de Syedul, ha estado a su lado desde el momento en el que se conocieron en los campamentos. Foto: OIM/Mónica Chiriac

Poco después de que su vida en los campamentos comenzara, Syedul conoció a su actual mujer, con quien ahora está criando a un hijo de dos años. Hasina y su familia habían logrado escapar de Myanmar en 2017 y a menudo le contaba a Syedul acerca del trauma y el calvario vivido en su lugar de origen.

“Si bien yo había debido soportar mis propios sufrimientos, sentí que había una parte importante de mi vida que había dejado pasar”, recuerda Syedul.

Tras conocer a Hasina y a su familia, Syedul al poco tiempo ya los consideraba como su propia familia. “No pasa un solo día en el que no piense en la familia que dejé en mi  lugar de origen, pero estoy feliz de haber encontrado otra familia aquí”.

Con fluidez en Rohingya y luego en Bangla, él muy pronto demostró ser un pilar para su comunidad, cubriendo la brecha entre refugiados y comunidades de acogida vecinas. Inteligente y predispuesto a aprender, comenzó a concurrir a reuniones comunitarias en donde descubrió la existencia del Programa de Promoción Comunitaria de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

“Me di cuenta de que yo podía aprender algo del profesor, así que vine”.

La OIM se encuentra actualmente empoderando a los refugiados rohingya por medio de su Programa de Promoción Comunitaria como parte de sus actividades para la prevención y mitigación de la violencia basada en género (GBV por su sigla en inglés). Esto permite que la OIM pueda trabajar de manera cohesiva con las comunidades a fin de abordar las causas de origen de la desigualdad de género y las dañosas prácticas de la violencia basada en género, además de promover un acceso significativo y seguro a los servicios de GBV en los campamentos.

Cuando el programa se lanzó oficialmente en 2019, Syedul se convirtió en un promotor comunitario de pleno derecho, también conocido con el nombre de Poribortok (generador de cambios). Un total de 400 promotores comunitarios han sido capacitados hasta este momento.

La iniciativa es liderada por un grupo de voluntarios que quieren liderar e inspirar un cambio positivo en sus vidas y en sus comunidades. Los promotores apoyan a equipos de movilización de la comunidad en 100 vecindarios en varios campamentos rohingya. Cada vecindario tiene cuatro promotores comunitarios entre los cuales se cuentan una mujer, un hombre, una joven y un joven.

Junto a la comunidad de refugiados, la OIM ha también contratado a 240 promotores comunitarios de entre la comunidad de acogida. Los promotores son elegidos a nivel de la comunidad con el objetivo de crear cierto nivel de confianza y de familiaridad entre los miembros y asegurar que todos y cada uno de los miembros se sientan valorados.

Llevan a cabo actividades de divulgación que intentan promover el diálogo y la reflexión en el seno de sus respectivos grupos comunitarios, desafiando las normas sociales que perpetúan la violencia y los desequilibrios de poder dentro de las comunidades.

Las actividades van desde actividades de apoyo psicosocial grupal hasta capacitaciones sobre habilidades para la vida cotidiana, actividades para la prevención estructurada de la GBV, y grupos para la escucha de programas radiales. Durante las reuniones, los miembros tienen la oportunidad de mejorar su conocimiento sobre diferentes temas, tales como los de práctica de higiene, derechos humanos, explotación sexual o violencia doméstica.

Los promotores comunitarios llevan adelante actividades de divulgación que intentan fomentar el  diálogo y la reflexión dentro de los grupos comunitarios. Foto: OIM/Mónica Chiriac

Al principio la gente no tomaba seriamente a los promotores comunitarios. En ese momento, la GBV no era un tema común que se discutiera en el vecindario y todos los promotores aun no manejaban bien la cuestión.

“A veces nos ignoraron, otras se burlaron de nosotros. Fue difícil para nosotros convencerlos de que nos escucharan”, dice Syedul. “Pero fui paciente. Tras algunas sesiones, comenzaron a escucharnos”.

Shamsul, un refugiado rohingya de cincuenta años ha estado concurriendo a las reuniones comunitarias organizadas por Syedul durante un año. Una noche agonizante de 2017 Shamsul decidió tomar a su familia en Myanmar y cruzar en bote hacia Bangladesh.

“No tuve más opción que irme. O nos íbamos o moríamos”, recuerda.

Las reuniones le han dado un sentido de comunidad que había estado ausente desde que llegó a Cox’s Bazar cuatro años atrás. Para brindar alivio a la ansiedad que los refugiados deben enfrentar cotidianamente, los promotores comunitarios también les enseñan a los miembros técnicas para el manejo del estrés, que son especialmente útiles durante la pandemia de COVID-19. Lo que aprende en las reuniones, Shamsul lo comparte con su familia y con sus vecinos.

“Mis nietos practican cada día las técnicas de relajación que yo aprendí aquí”.

Como promotor de la comunidad, Syedul es visto como un miembro muy respetable de la comunidad que difunde información muy valiosa a sus vecinos. Foto: OIM/Mónica Chiriac.

A fin de asegurar la sustentabilidad de la iniciativa, la OIM y su asociado local PULSE Bangladesh trabajan muy de cerca con grupos comunitarios y con asociados locales para implementar estas actividades claves tanto en los Espacios Seguros para Mujeres y Jóvenes (WGSS) y durante actividades que apuntan a los hombres.

Syedul espera aun, algún día, poder correr hacia su familia, ya sea en los campamentos o de regreso en su casa. Mientras tanto, él dice que ha encontrado una nueva meta.

“Estoy feliz y agradecido de poder compartir diferentes mensajes con mi comunidad. Han debido enfrentar experiencias horribles desde que tuvieron que empezar a huir. Me hace sentir bien saber que puedo hacer algo por ellos”.

“Me hace sentir bien saber que puedo hacer algo por mi comunidad” – Syedul. Foto: OIM/Mónica Chiriac

El Programa de Promoción Comunitaria de la OIM en Cox’s Bazar es posible gracias al apoyo de la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas (ECHO).

Esta historia fue escrita por Mónica Chiriac, Oficial de Información Pública de la OIM en Cox’s Bazar, Tel: +880 1880 084 048, Correo electrónico: mchiriac@iom.int.

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