Pardubice, 26 de junio de 2023 – El próximo taller creativo en el centro comunitario para personas refugiadas ucranianas en Pardubice, Chequia, comenzará en poco más de una hora, pero los participantes ya están reunidos afuera, conversando en esta tarde café de por medio.
Algunas mujeres comparten las noticias más recientes que han llegado de sus lugares de origen. Muchas de ellas dejaron a sus esposos y miembros de la familia allí al momento de escapar de la guerra en Ucrania. Más abajo, algunos miembros mejoran su conocimiento de lengua checa durante las clases de idioma mientras otros esperan el inicio de su sesión de asesoramiento privado.
“Al principio no había nada; no contábamos con un espacio propio como para organizar eventos, de modo que dependíamos de espacios públicos cedidos por la comunidad”, recuerda Marina, una de las coordinadoras del centro comunitario de Kalyna.
Marina se fue de Ucrania hace cuatro años y encontró un hogar en Chequia, en donde en la actualidad trabaja como profesora de inglés y coordinadora del centro. Cuando la guerra en Ucrania se intensificó el año pasado, ella empezó a trabajar como voluntaria, oficiando de intérprete en un centro de apoyo a refugiados ucranianos – una actividad que pronto llegó a amar.
“Después de casi tres meses, me di cuenta de que yo era bastante buena ayudando a los demás”, cuenta.
Un par de meses más tarde, cuando a ella le ofrecieron una posición de tiempo completo en el centro comunitario, se sintió muy emocionada de poder continuar con el buen trabajo que había empezado. “Creo que este es el lugar en el que todas mis ideas adquieren vida”, dice. “Trabajar en este sector es muy importante para mí, ya que lo que hago puede tener un impacto muy grande sobre las vidas de las personas”.
Con apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Chequia, el centro comunitario de Kalyna puede ahora brindar sesiones gratuitas de asesoramiento para menores y adultos, y ayudarlos con las traducciones, cuestiones de visa, citas médicas, entre otras cosas. Pero como lo señala Marina, esa no es la principal ambición del centro.
“Lo que hace que este lugar sea tan especial es el hecho de que hemos desarrollado una comunidad que ayuda a las personas a conectar. Les ofrecemos un lugar en donde pueden comunicarse, pasar tiempo de calidad y hacer amigos”.
Marina recuerda las complicaciones que tuvo cuando organizó el primer evento en el centro. Los cuatro miembros del equipo de proyecto eran todos nuevos y no se conocían mucho. Decidieron organizar un picnic para la comunidad ucraniana en menos de 48 horas. Debido a la poca antelación, las expectativas de Marina eran acotadas, pero el día del evento se presentaron 80 personas.
“Una de las asistentes decidió realizar un taller creativo de tres horas para niños, niñas y adolescentes – y fue así como conocimos a Katia”, cuenta Marina, señalando a una joven y alegre mujer que usaba una camisa bordada. “Los menores la aman y nosotros también”, agrega Marina.
De regreso en Mykolayiv, Katia coordinó dos centros de desarrollo para niños y niñas de entre 1 y 16 años. Cuando comenzaron los ataques con misiles sobre su ciudad, Katia tiró una moneda para decidir si se iba o se quedaba.
“La moneda decidió por nosotros, de modo que nos subimos al coche y dejamos todo atrás”, recuerda. “Fue una decisión impulsiva que al final resultó ser correcta porque inmediatamente después, el centro en el cual yo estaba planeando quedarme sufrió un impacto”.
Desde ese momento Katia se convirtió en miembro de pleno derecho del equipo en el centro comunitario de Kalyna en donde actualmente trabaja como docente adjunta y consejera, participando de actividades recreativas y educativas. Está especialmente orgullosa del club de mujeres creado por ella – un lugar de intercambio y de apoyo, como ella misma lo describe.
“Intentamos comprender mejor nuestras necesidades personales y el modo en que nos ocupamos de ellas, ofrecemos y recibimos aliento y ayudamos a todos a desarrollarse y crecer”.
Ahora las mujeres comparten regularmente consejos de belleza, pasos básicos de baile o consejos generales de vida. “Nuestras participantes se han convertido en nuestras disertantes motivacionales”, dice Katia. “Todas tenemos nuestros talentos ocultos y podemos aprender las unas de las otras si se da la oportunidad”.
Marina dice que cada día que ella va al centro tiene una nueva prueba del poder de su comunidad. Hace algunas semanas estaba luchando para pintar las paredes del rincón de los niños, pero no tenía escalera para hacerlo. En ese preciso momento una vecina curiosa entró y se presentó. “Fue algo milagroso porque a los treinta minutos trajo una escalera”, dice Marina con una sonrisa.
“No tenemos que salir a buscar las personas adecuadas fuera de la comunidad; ya las tenemos aquí y están ansiosas por ayudar, compartir y colaborar, así que dejémoslas que lo hagan”.
El centro comunitario de Kalyna ha recibido equipamiento y dispositivos gracias al apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Los trabajadores comunitarios en el centro acceden a capacitaciones interculturales gracias al apoyo del Gobierno de Japón.
Esta historia fue escrita por el equipo de comunicaciones de la OIM en Chequia. Para más información por favor contactar con: fstowasser@iom.int.
Si usted quisiera donar para apoyar los esfuerzos de asistencia para Ucrania por favor tenga a bien visitar la página de recaudación de fondos de la OIM.