"Tras haberme violado, me dijo que yo seguía siendo una niña y me tiró afuera para que durmiera. Esta es la primera vez que lo cuento porque hasta ahora he tenido miedo de hablar”. Y de esta forma, la infancia de Elisabeth, de 12 años de edad, cambió para siempre.
Su crianza nunca había sido ni feliz ni despreocupada desde que su padrastro la forzara a vivir con sus abuelos.
"La vida fue difícil con mis abuelos, no había comida suficiente. Me fui para quedarme con una amiga cuyos vecinos decían que había una mujer en la aldea que ofrecía llevar a la gente a Tanzania”, cuenta Elisabeth.
Ella sabía que no me iban a pagar un sueldo allí, pero al menos iba a haber un plato de comida sobre la mesa y una cama por un tiempo.
"La mujer comenzó a pedirme que robara bananas de las cosechas de los vecinos y me amenazó con echarme si me negaba. Otra familia en la aldea me ofreció ir a la casa de su amigo a trabajar. Me presentaron a un hombre que iba a ser mi nuevo marido. Me negué y les dije, 'No he venido aquí a casarme'. Se rieron de mí y me llevaron a un bar cercano'.'
Ella fue conmigo pero no bebió. “Regresamos a la noche y me dijeron que podía dormir en la casa del tipo de al lado. Cuando me negué a hacerlo, me sugirieron que una de las chicas podía ir conmigo, pero era una trampa. El hombre le pidió a la chica que le consiguiera una cerveza y cuando se fue ella trabó la puerta desde afuera y me dejó sola con él.
''Aunque rehúses casarte conmigo, ya he pagado tu dote en cervezas esta noche', me dijo.
'No tengo la edad suficiente para ser mujer', le dije''.
Ella luchó y gritó pero nadie vino. “Todos escuchaban y sabían lo que estaba ocurriendo. Eventualmente logró dominarme. En ese momento yo debo haber tenido unos 11 o 12 años”.
Elisabeth terminó yendo de casa en casa, quedándose con cualquier persona que la recibiera. “Algunos rechazaron mi oferta de trabajo domestico porque yo era menor. Otros me ofrecieron 30.000 chelines de Tanzania (o sea, 11 euros) por mes, pero nunca los recibí. Cada vez que los reclamaba me decían 'luego te pagamos', 'en otro momento' o '¿y cómo pagamos tu comida y cama? Tu sueldo lo usamos para eso'.
Eventualmente los vecinos llamaron a una organización en Tanzania llamada Kiwohede, y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Burundi, que colabora con la ONG a fin de asistir y reunir a menores víctimas de trata (VoT) también intervino. " Kiwohede me llevó a su albergue hasta que la OIM llegó y me ayudó a encontrar a mi familia y me trajo a casa”.
Ahora con 16 años y demasiado mayor para cursar la escuela primaria, a Elisabeth se le está enseñando a coser. “Espero ser buena en esto y lograr cierta independencia con esta profesión”.
La inquietante historia de Elisabeth es demasiado común. La trata de personas es una problemática que anda por el aire como el humo en Burundi. Se cuela en las sociedades de todo el mundo pues está presente en al menos 148 países.
Burundi es un país de origen de menores sujetos a trata sexual y a trabajo forzoso. De acuerdo con datos de la Oficina Internacional de Asuntos Laborales de los Estados Unidos, los menores son tratados hacia Tanzania a fin de que trabajen en agricultura y en minas de extracción de oro o bien en labores domésticas. Las niñas de Burundi son tratadas internacionalmente a fin de ser sujetas a explotación sexual comercial en Kenya, Ruanda, Uganda, la República Democrática del Congo y países del Medio Oriente. En Burundi la trata de personas sobre todo involucra el trabajo forzoso, comúnmente para la realización de tareas domésticas y el cuidado de niños y niñas, junto con labores en agricultura, hospitalidad, construcción, mendicidad y la venta ambulante.
De víctima a sobreviviente
El centro que ayudó a Elisabeth trabaja para identificar y albergar a jóvenes que han sido objeto de trata en alguno de los 23 distritos y siete regiones que cubre. Trabajan junto a las autoridades locales para llevar adelante visitas puerta a puerta para identificar a menores que están siendo explotados y concientizar en las estaciones locales de radio.
“La gente con frecuencia nos llama para alertarnos acerca de menores que se encuentran en situaciones de explotación”, dice Tuyizere*, encargado del centro. El centro identifica a víctimas de trata (VoT), les brinda albergue temporal, y les ofrece asesoramiento psicosocial y capacitaciones para dotarlos de habilidades que podrían ser útiles para la vida cotidiana. Hay juegos, juguetes y también un área para la práctica de deportes grupales. A menudo estos menores son analfabetos y demasiado mayores para estar en la escuela primaria. Los profesionales les enseñan habilidades como por ejemplo costura, tejido de canastas, cocina o elaboración de jabones, entre otras. “Los niños y niñas también comparten sus conocimientos y talentos con otros cuando es posible”, agrega Tuyizere.
De acuerdo con la Base de Datos de Sobrevivientes de la OIM Burundi, un 49% de los sobrevivientes pueden ser identificados y derivados por las ONG locales, seguidos por líderes comunitarios (17 %), otros sobrevivientes del delito de trata (9%), familia y amigos (7%), las misiones de la OIM en diversos lugares (5%), oficiales de gobierno (5%) y trabajadores sociales (5%).
La OIM lleva adelante sus propios controles para identificar a las víctimas de trata y darles servicios de asesoramiento psicosocial, además de darles apoyo brindado por UNICEF – que es la agencia líder de las Naciones Unidas en el ámbito de la protección de menores. Encontrar a las familias adecuadas, evaluar si es seguro o no su retorno, y ayudarlas a reintegrarse a sus comunidades es fundamental.
Burundi aumenta sus esfuerzos para luchar contra la trata de personas
Los datos de la OIM muestran que más de 1.000 personas han sido identificadas y asistidas en Burundi desde 2017 pero esta asistencia directa es solamente una fracción del esfuerzo para luchar contra la trata de personas en el país. La OIM Burundi está participando de varias iniciativas para fortalecer la capacidad del gobierno para luchar contra la trata de personas, gracias al generoso apoyo que recibe del Reino de Holanda y de USAID. Tales iniciativas incluyen la organización de actividades masivas de concientización en todo el país y la capacitación de la policía, magistrados, y oficiales de inmigración en asuntos relacionados con la trata de personas, violencia basada en género y otras cuestiones más generales sobre protección. De acuerdo con el Instituto de Estadísticas y Estudios Económicos de Burundi, las leyes laborales no se cumplen estrictamente lo cual incentiva la normalización de ciertas formas de explotación como por ejemplo el no pago de actividades económicas lo cual afecta a más de un tercio de las mujeres y hombres de entre 15 y 49 años.
El Gobierno de Burundi también cumple un rol de liderazgo en la lucha contra la trata de personas. Recientemente, en su Informe 2021 sobre Trata de Personas difundido el 1° de Julio, el Departamento de Estado de los Estados Unidos anunció que Burundi había pasado del Nivel 3 al Nivel 2 en la clasificación de la lista de observación. Se encuentra ahora entre los países cuyos gobiernos han hecho considerables esfuerzos para cumplir con los estándares mínimos para la eliminación de la trata de personas.
Ha designado a un Comité Ad hoc entre Ministerios de Lucha contra la Trata conformado por ministerios claves y ha adoptado la Ley 2014 sobre la Prevención y la Punición del Delito de Trata de Personas y la Protección de las Víctimas de Trata, de conformidad con el Protocolo de Palermo del año 2000.
A pesar de los beneficios logrados es menester hacer mucho más para mejorar la prevención, la protección y el encausamiento en el país. Con ese fin, la OIM está colaborando con el Gobierno de Burundi y con su Comité a fin de finalizar procedimientos operativos estándares y desarrollar un mecanismo nacional de derivación destinado a la identificación y la derivación de víctimas de trata a los servicios adecuados, entre otras acciones.
*Los nombres han sido cambiados para proteger sus identidades
Escrito por Lauriane Marie Wolfe, Oficial de Prensa en la OIM Burundi.