Conozcan a Nina (71 años) e Iván (de75) de la zona este de Ucrania, en donde el conflicto lleva ya ocho años.

Ellos son los dramatis personae de un nuevo video/campaña en redes sociales llevada adelante por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para ayudar a poner el foco en el sufrimiento de los 3 millones de personas afectadas por los enfrentamientos.

Junto a los 1.4 millones de desplazados, más de 10.000 personas han perdido la vida a causa del conflicto. Las instalaciones sanitarias, dormitorios, escuelas y caminos han sufrido daños en tanto que los servicios de agua y de electricidad sufren interrupciones constantemente.

Antes del conflicto, Nina e Iván tenían una buena vida. Había realmente un sentido de comunidad en el pueblo y cerca estaban la familia y los amigos. Se habían casado 50 años atrás, tenían dos hijos y trabajaban como maestros en la escuela local hasta que llegó el momento de jubilarse.

Cuando el conflicto comenzó en 2014, no pensaban que fuera a durar tanto. Pero muy pronto los enfrentamientos llegaron a su pueblo. Hubo noches y días en los que los bombardeos eran demasiado intensos como para quedarse y tuvieron que alejarse para buscar refugio. Por suerte, no se encontraban en la casa el día en que la misma sufrió un impacto.

Cuando el conflicto pareció alejarse, Nina e Iván decidieron regresar. Se trataba de su hogar y la comunidad los auxilió en la tarea de recomponer su vivienda dañada.

Los hijos de Nina e Iván se fueron del pueblo antes del conflicto pero los visitaban con regularidad. Cuando el conflicto comenzó y se estableció una línea de contacto que separaba las áreas controladas por el gobierno y las que no, las visitas se volvieron cada vez menos frecuentes.

Con el brote de la pandemia de COVID-19 las restricciones a los movimientos se volvieron más estrictas y sus hijos no pudieron visitarlos más. Estas nuevas restricciones impidieron que Nina e Iván pudieran cobrar sus jubilaciones.

Sus hijos pudieron enviarles algo de dinero cada tanto, el cual era usado por Nina e Iván en medicamentos, comidas, materiales para calefacción y otras necesidades básicas. Pero nunca habían podido ahorrar lo suficiente como para poder arreglar el techo.

Vídeo: ilustraciones de Jenya Polosina, edición de Viktoriia Zhaborytska

La asistencia humanitaria como por ejemplo las entregas de carbón por parte de los equipos de la OIM, que fueron posibles a través de la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas (ECHO) han ayudado a liberar la presión sobre los limitados recursos y les han permitido ahorrar dinero para cubrir necesidades esenciales adicionales, tales como, en el caso de Nina e Iván, la tan necesaria reparación del techo de su casa.

Aquí les presentamos algunas otras historias de personas que han sido ayudadas por la OIM y por la UE.

Vira: “Ahora que recibí carbón en concepto de ayuda humanitaria, puedo comprar medicamentos para mi hijo”. Foto: OIM/Polina Perfilieva

Oleksandr: “Yo había estado ahorrando algo de dinero para la calefacción pero como la OIM me trajo tres toneladas de carbón pude cubrir algunas de mis otras necesidades más acuciantes”. Foto: OIM/Polina Perfilieva

Valentyna: “Realmente no se qué fue lo que nos permitió atravesar todos estos momentos tan difíciles. Lo único que yo quiero es paz”. Foto: OIM/Polina Perfilieva


Vira se encontraba entre las 5.400 cabezas de familia que recibieron carbón, el cual ayudó a las familias a mantenerse abrigadas durante el duro invierno ucraniano. Tres toneladas de carbón por familia fueron entregadas a lo largo de una línea de contacto de 427 kilómetros que divide la región en áreas bajo el control del gobierno y otras que escapan a tal control.

Su hijo Volodymyr tiene necesidades médicas especiales. “Yo solía comprar carbón por mi cuenta y contratar a personas que me ayudaban a llevarlo hasta el granero, lo cual era bastante caro. Ahora recibo el carbón como parte de la ayuda humanitaria y gracias a eso puedo comprarle a mi hijo los medicamentos que necesita”, dice Vira.

Valerii se quebró la pierna hace ocho años y no tenía dinero para pagar su cirugía, entonces ha estado sufriendo desde el momento del accidente. Cuando los bombardeos comenzaron en 2014, no puedo llegar hasta el albergue, pero afortunadamente él y su esposa lograron sobrevivir a un impacto directo sobre su vivienda.

“Tuvimos que elegir: o comprábamos carbón o comprábamos pan”, recuerda. “Calentábamos nuestra casa solamente una vez cada dos días para ahorrar dinero y combustible, temblando día y noche. Hasta que nos llegaron las tres toneladas de carbón”.

“Una bomba cayó en mi patio y tuvimos que resguardarnos en el sótano por un mes”, recuerda Valentyna. “No contábamos con suficiente agua potable, porque la estación para filtrar el agua a menudo no funcionaba debido a las hostilidades. No sé cómo hemos podido atravesar todas estas situaciones, lo único que quiero ahora es paz”.

Ella planea usar el dinero que ahorró por el carbón para cubrir otros gastos esenciales, como agua apta para el consumo, alimentos o medicinas.

En 2016, Oleksandr, quien había trabajado como chofer de autobús, sufrió un infarto y había estado viviendo con una pequeña pensión por discapacidad desde aquel momento. También menciona el hecho de contar ahora con un poco de dinero para la compra de medicamentos como una de las consecuencias más importantes de la asistencia de la OIM: “He estado ahorrando dinero para calefacción, pero después de que la OIM me entregó las tres toneladas de carbón, pude cubrir otras necesidades urgentes”.

Las visitas a instituciones sociales y médicas han sido un desafío para las personas como Oleksandr. Las instalaciones en la región sufren el daño colateral de que la infraestructura es cada vez más vieja y de las recientes hostilidades. Para ayudar a disminuir el frio durante la temporada invernal, la OIM ha realizado trabajos esenciales de rehabilitación en las instalaciones médicas y sociales de la Región de  Donetsk, incluyendo dos hospitales, una clínica y un internado, que sufrieron daños por los enfrentamientos.

La Organización también ha contribuido con la renovación de un centro recientemente establecido para personas desplazadas internamente. En total, más de 14.000 personas usarán los servicios de estas instituciones que han sido renovadas, ahora sin riesgo alguno a su salud por ventanas rotas o techos con goteras.

Edificios municipales, dañados durante el conflicto, han sido reparados por la OIM y por la UE. Foto:OIM/Polina Perfilieva

El conflicto armado en la zona este de Ucrania le ha pasado factura a las vidas de millones de simples  ucranianos que viven a ambos lados de la línea de contacto. Para nada está congelado, puesto que las escaladas militares son frecuentes al igual que las violaciones a los alto el fuego, las cuales tienen obviamente un efecto sobre las vidas de los civiles. El conflicto ha desestabilizado al país en su totalidad y ha tenido un impacto muy negativo sobre la estabilidad general de la región.

Han surgido nuevos riesgos sociales, que probablemente tengan efectos generacionales a largo plazo, con consecuencias en la salud mental de las personas que son especialmente dañosas en el caso de menores que viven en la zona de los enfrentamientos, sobrevivientes de violencia basada en género y víctimas de explotación. La población de personas mayores también es considerada como especialmente frágil.

La pandemia de COVID-19 ha generado una presión adicional sobre los sistemas de servicios sociales y de cuidados de la salud que ya se encontraban debilitados. Durante los primeros meses de la pandemia, todos los puntos de cruce a los largo de la línea de contacto se encontraban cerrados en un intento por refrenar el virus.

Esto hizo que fuera imposible para muchos ancianos y personas discapacitadas recibir pensiones y beneficios sociales o mantener los vínculos familiares. La pandemia ha hecho que muchas personas que ya estaban muy afectadas por el conflicto se volvieran aún más vulnerables y más dependientes de la ayuda humanitaria, en tanto que el acceso humanitario ha seguido estando sujeto a restricciones.

Empeorando aún más estas cuestiones, la precaria situación de seguridad en la zona de conflicto al este de Ucrania, representa una constante preocupación en cuanto a que cualquier deterioro de las condiciones de seguridad allí  podrían agravar severamente la situación humanitaria para más de 3 millones de personas que necesitan recibir asistencia y cuyo nivel de resiliencia ya está sujeto a una gran presión.

“Si bien la cantidad de personas con necesidades en la zona este de Ucrania sigue siendo la misma que en 2020, sus necesidades se agravaron aún más debido a la pandemia de COVID-19”, sostuvo Anh Nguyen, Jefe de Misión de la OIM Ucrania. “La OIM está trabajando para no dejar a nadie atrás a ambos lados de la línea de contacto y estamos agradecidos a los donantes y asociados por el apoyo a los más vulnerables”.

Escrito por Varvara Zhluktenko. Fotos de la OIM/Polina Perfilieva. Ilustraciones de Jenya Polosina.

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