El año 2020 ha sido extraordinariamente desafiante en más de un sentido, pero un nuevo récord bastante desafortunado ha sido la cantidad de afganos indocumentados que retornaron desde países vecinos. Este año, ya más de 800.000 personas han retornado desde Irán y Pakistán. Esta cifra tan elevada es un reflejo de que las condiciones socioeconómicas en países que lindan con Afganistán son cada vez peores, y que por ende suman presión a las oportunidades económicas en el país que ya de por sí son muy limitadas.
Según predicciones del Banco Mundial, cerca del 70% de la población de Afganistán se encuentra ahora en situación de pobreza; el desempleo ha trepado hasta un porcentaje del 40% este año y más de 13 millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria aguda durante el invierno (de acuerdo con datos del Gobierno de Afganistán y de ECHO, la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas). Todo esto ocurre en un trasfondo de continua inseguridad y desplazamientos a raíz de los conflictos.
La recesión económica, las medidas de confinamiento y las actuales restricciones al movimiento inducidas por la pandemia de COVID-19 han castigado fuertemente a los migrantes, dando lugar a una cantidad cada vez mayor de retornos, disminuyendo el nivel de remesas y creando presión para volver a migrar. La falta de rutas regulares exacerbada por las restricciones fronterizas está también presionando a las personas para que emprendan viajes cada vez más peligrosos, y al hacerlo quedan expuestos a una gran cantidad de amenazas tales como la violencia, la extorsión y la detención.
Si bien las perspectivas son desalentadoras, queda aún algo de esperanza.
Mejorando las capacidades de los migrantes afganos que retornan
Baahir de 35 años, padre de dos muchachos, se mudó con su familia a Irán a principios de este año cuando las oportunidades laborales en su lugar de origen comenzaron a escasear. Mientras se encontraba allí, encontró un trabajo de decorador de piedras y gracias a ello pudo generar un ingreso digno – lo suficiente como para poder mantener a su familia. Sin embargo, tras el confinamiento inducido por la pandemia de COVID-19 él, junto a su familia, y como muchos otros, se vio forzado a retornar a Afganistán. Llegaron con sus pertenencias básicas hasta la frontera, en donde el equipo transfronterizo de la OIM se reunió con ellos y compartió información clave sobre cómo prevenir el virus del COVID-19 y también apoyo inmediato con cobertura de costos de transporte para poder llegar en condiciones seguras hasta Mazar-e-Sharif.
“Cuando regresé de Irán, la OIM nos ayudó con el transporte y nos derivó a la oficina en Mazar-e-Sharif . Recibimos ayuda con dinero en efectivo para cubrir nuestras necesidades inmediatas,” recuerda Zaman.
La recesión económica derivada de la pandemia ha castigado duramente a todos los afganos, pero en especial a aquellos que buscaban trabajo que genere un ingreso diario. Baahir estaba en ese grupo – y a pesar de que cada mañana desde el momento en el que retornó empezó a buscar un trabajo informal en el centro o “chowk”, no tuvo suerte en su búsqueda. También estaba preocupado por la violencia y la inseguridad cada vez mayores en su provincia de origen, y decidió que lo más seguro era quedarse en la ciudad.
Se acercó al equipo de Protección de la OIM quienes le hablaron acerca de los riesgos que él y su familia tal vez podrían llegar a enfrentar. El asistente social del Equipo de Protección visitó la casa que rentaba, observando que no había colchones ni frazadas a pesar de que el invierno se acercaba con rapidez. Baahir y su familia – incluyendo parientes políticos mayores – no contaban con elementos esenciales y corrían el riesgo de quedarse en la calle si no lograban pagar el precio del alquiler.
Baahir y su familia recibieron asistencia en efectivo para poder comprar artículos esenciales y luego de que la OIM los derivara al Programa Mundial de Alimentos, también accedieron a la muy necesaria asistencia alimentaria. Junto a esta asistencia inmediata el asistente social de la OIM vinculó a Baahir con su programa de asistencia para la reintegración (Asistencia de Reintegración y Desarrollo en Afganistán - RADA) a fin de poder tener acceso a un ingreso regular y desarrollar nuevas capacidades. Estuvo encantado de tener esta nueva oportunidad y descubrió un talento oculto que tenía para la confección de calzado.
“La OIM me encontró un empleo en una empresa de calzado. Además de brindarme un ingreso estable, también pude aprender el arte de fabricar calzados y las capacidades necesarias como para llevar adelante un negocio”, dice Baahir con mucha confianza.
Dignidad para los migrantes afganos que retornan
Maagh,24, había pasado dos tercios de su vida en Irán cuando el brote de COVID-19 lo obligó a considerar la posibilidad de retornar a su país de origen. Irán se vio severamente afectado por la pandemia y cuando los confinamientos entraron a regir a nivel nacional en febrero. Maagh, como muchos otros, perdió su empleo. De niño había tenido que dejar la escuela para poder trabajar y ayudar a su familia, y había logrado sostenerse con un ingreso diario como peón. Sin embargo, el año pasado el trabajo se había acabado y se vio forzado a retornar a Afganistán con su esposa y sus dos jóvenes hijos. En la frontera de Islam Qala, Maagh y su familia recibieron el apoyo de la OIM y accedieron a asistencia en efectivo para comprar alimentos y medicación y de tal modo paliar sus necesidades más inmediatas. “Cuando [regresé], yo me encontraba desempleado y no contaba con un lugar para vivir. Mi cuñado nos ofreció un albergue y recibí apoyo de la OIM. Ese apoyo me ayudó a sobrevivir los primeros días tras mi regreso pero necesitaba un ingreso como para poder brindar apoyo a mi familia”, cuenta Maagh.
A su regreso, un asistente social del equipo de protección de la OIM se reunió con Maagh a fin de evaluar su situación. Maagh estaba feliz de ser derivado al programa RADA, que fue el que lo presentó ante la empresa fabricante de calzado . Fue el inicio de su viaje hacia el aprendizaje del arte de la fabricación de calzado y de obtener con él un ingreso estable como para poder mantener a su familia. Esto asimismo lo llenó de confianza: “Estoy feliz con la oportunidad de empleo que me han brindado, sobre todo con las habilidades que estoy incorporando en este trabajo”, dijo Maagh.
Alentando los negocios locales en Afganistán
El comerciante local Baal quería expandir su negocio. La OIM se enteró de la existencia de la empresa de Baal través del Directorio de Industria y Comercio y acordó una asociación con la empresa en marzo a fin de generar puestos de trabajo para los retornados en Mazar-e-Sharif.
En el marco del programa RADA, la OIM brinda su apoyo a pequeñas y medianas empresas (SME por su sigla en inglés), ya establecidas) para abordar la dimensión económica de la reintegración en las comunidades a las cuales se apunta. Desde el mes de marzo Baal ha contratado a cinco aprendices derivados por la OIM. La OIM provee a estos negocios la maquinaria necesaria, el acceso a financiación, y capacitación vocacional, en tanto que los negocios ofrecen oportunidades para capacitar y emplear a retornados y afganos internamente desplazados.
Sediqi tiene ambiciones respecto de abrir nuevas sucursales de su empresa de calzado en otras provincias y ya ha abierto una sucursal en la Provincia de Kunduz . La empresa se ve beneficiada por la lentitud de los flujos de productos desde países vecinos desde que la pandemia comenzó. Baal vislumbró la oportunidad de vender zapatos hechos en Afganistán al público afgano. “Con el apoyo de la OIM, nuestra producción se ha duplicado. Nuestra base de clientes está aumentando. Los dueños de negocios que importaban zapatos desde Irán y Pakistán ahora nos están comprando a nosotros. No hay razón alguna para comprar en otro lugar”, dice con orgullo, describiendo algunos de los nuevos comercios que ha podido captar.
Él se refirió a Baahir como el miembro del personal que elegiría para manejar esta nueva sucursal: “Hay incluso un gran potencial como para expandirse a las provincias vecinas…Hasta el momento, él ha aprendido el 90% del oficio”.
Baahir y Magah, mientras tanto, están aprendiendo y ganando dinero. Tienen el sueño de abrir sus propios negocios un día, utilizando las habilidades que han incorporado en el negocio del calzado. Con ingresos estables, ambos están en camino de lograr un medio de subsistencia sostenible para ellos mismos y para las jóvenes familias a las cuales apoyan. La combinación de la asistencia de protección de la OIM y del servicio de retorno y reintegración permite que ambos hombres pongan un pie adelante, el pie “mejor vestido”, brindando apoyo a viajes más seguros y dignos de retorno sostenible.