Sudeste de Türkiye, 6 de marzo de 2023 – Hace un mes, dos terremotos consecutivos azotaron la zona sudeste de Türkiye y del noroeste de Siria, dejando un sendero de destrucción y de sufrimiento para millones de personas.
Cientos de miles de vidas se perdieron y millones de personas fueron desplazadas.
Los sobrevivientes están viviendo con la pena de haber perdido a sus seres queridos, sus casas, y sus comunidades; los cimientos de sus vidas. Incluso por más que accedan a albergues, alimentos y cuidados médicos, sus almas siguen padeciendo las consecuencias de semejante tragedia.
Presentamos aquí las historias de cuatro familias que se encuentran entre los sobrevivientes, pero cuyas vidas han sido sacudidas de raíz.
“Puede sonar extraño, pero creo que los bombardeos en Siria daban menos miedo que los terremotos”
“Puede sonar extraño pero creo que los bombardeos en Siria daban menos miedo que los terremotos. En el caso de los bombardeos, al menos uno sabía qué era lo que iba a ocurrir y podíamos ocultarnos. Pero en el caso de los terremotos, a veces no es tan fácil pronosticarlos o anticipar sus consecuencias”, dice Faysal.
Cuando el conflicto comenzó en la vecina Siria, Faysal, al igual que otros millones de personas, escapó a Türkiye a la búsqueda de seguridad para su madre, esposa y cinco hijos. A lo largo de los años hizo diferentes trabajos, desde seguridad hasta limpieza, para poder mantener a su familia. Por un tiempo, sus vidas en uno de los pueblos cercanos a la capital regional Gaziantep parecía estable.
Pero el 6 de febrero escaparon nuevamente para poner sus vidas a salvo, no de los conflictos sino de la devastadora fuerza de la naturaleza. Durante tres días y noches, su auto de 30 años se convirtió en el hogar de 14 personas que estaban allí apretujadas incluso en el baúl, para poder seguir estando seguros y sin pasar frío.
Faysal está esperando que las autoridades revisen el estado del edificio en el cual vivía, pero el panorama no es prometedor.
Por ahora, han decidido quedarse en una tienda, a pesar de que hace frío y si bien su madre fue recientemente operada del corazón. Obviamente por esa razón Faysal no está del todo tranquilo, pero al menos en la tienda tienen cierta seguridad y sigue siendo por el momento la mejor opción para ellos.
“Tendremos que empezar de cero”
Rasim es un carpintero de Antioquía. Desde los eventos del 6 de febrero, él y su familia han estado viviendo en una tienda instalada en el patio de su casa. Las grandes grietas que el terremoto provocó a su vivienda son demasiado visibles y peligrosas como para ignorarlas. Con cada nueva secuela ellos se preguntan si la casa podrá soportar otro sacudón por más leve que sea.
Atemorizados, algo mojados y con frío, en la oscura mañana de aquel día fatídico, Rasim y su familia se pararon y miraron la casa que podría llegar a colapsar en cualquier momento.
“Todas las personas que experimentaron este terremoto no lo olvidarán nunca. Esperamos bajo la lluvia hasta que amaneció. Ni siquiera teníamos una frazada”.
Si bien Rasim se ha jubilado, ha seguido trabajando en el taller de carpintería que está cerca de su casa. Ese taller también quedó aplastado tras el terremoto. La pila de escombros le recuerda su profesión y tiene la esperanza de que las buenas épocas vuelvan.
Rasim puede haberlo perdido todo, menos las esperanzas. Esto se hace evidente para las personas que hablan con él.
“Si es posible quedarnos en nuestra casa, vamos a vivir ahí. Pero si hay que demolerla, tendremos que construir otra. Tendremos que empezar nuevamente de cero”, dice Rasim con una sonrisa amable.
“Corrí cinco horas bajo la lluvia, resbalándome en el aguanieve”
“El corazón me latía fuertemente y parecía que se me iba a salir del pecho. Corrí durante cinco horas bajo la lluvia, resbalándome en el aguanieve, y finalmente encontré a mi familia afuera sana y salva. Respiré aliviado”, recuerda Mahmoud.
Cuando el primer terremoto sacudió a Gaziantep y a las provincias vecinas a las 4:17 del 6 de febrero, Mahmoud estaba trabajando, cuidando uno de los edificios en la zona central de Gaziantep. Los miembros de su familia, que eran refugiados sirios que escaparon del conflicto por la frontera, se encontraban a 35 km en una aldea cercana a Gaziantep. Sin poder comunicarse con su familia por teléfono, comenzó a correr presa del pánico. Era imposible detener un auto o pedirle a alguien que lo llevara. Porque todos los vehículos se habían convertido en santuarios temporales para las personas que escapaban de los edificios a punto de colapsar. Le llevó cinco horas llegar al pueblo y asegurarse que su familia se encontraba sana y salva.
También pasaron una noche en un coche, apiñados con otra familia, hasta que se mudaron a una tienda. Dado que su casa tiene grietas muy evidentes en su estructura, está esperando que las autoridades evalúen si el edificio es seguro como para volver. Mientras tanto tendrán que quedarse en una tienda.
“Todo ha desaparecido. Estoy desempleado ahora”
La casa de Süleyman se encuentra entre los edificios que fueron aplastados por los terremotos. No tiene grietas o daños importantes, al menos a primera vista. Es un misterio saber por qué de todos los edificios precisamente este soportó las fuerzas de la naturaleza que convirtieron a Antioquía en una ciudad fantasma. A pesar del aparente buen estado, Mehmet es cuidadoso y responsable. Él y su familia siguen viviendo temporalmente en una tienda. Saben muy bien que la apariencia puede ser engañosa. El peligro real puede estar oculto en el interior – este edificio no ha colapsado…todavía.
Si bien tiene esperanzas respecto de su casa, no es tan optimista en cuanto al futuro.
“Tenía un pequeño almacén justo aquí, pero se derrumbó. No queda nada”.
A Süleyman y su familia les llevará tiempo adaptarse y reconstruir sus vidas: renovar la vivienda, encontrar empleo, una nueva escuela para los chicos, un lugar seguro para toda la familia.
El camino a la recuperación será largo y requerirá de esfuerzos conjuntos, de solidaridad y empatía.
Las familias de Faysal, Rasim, Mahmoud y Süleyman son un símbolo de la suerte corrida por muchos de los sobrevivientes a los terremotos. Todos ellos luchan para poder cubrir sus necesidades cotidianas. La OIM trabaja con asociados nacionales en terreno para poder brindarles asistencia esencial.
Desde principios de febrero la OIM ha estado entregando artículos de emergencia a sus asociados nacionales, utilizando las existencias de la cadena mundial de suministro del depósito que la OIM tiene en Burc, Gaziantep, y apoyándose en los equipos de adquisiciones y logística que trabajan las 24 horas. A raíz de todo este intenso trabajo, casi 960.000 personas han recibido artículos no alimentarios, incluyendo unidades para vivienda, cocinas, ropa de cama, ropa abrigada y artículos de higiene, en ocho provincias afectadas al sudeste de Türkiye; desde que ocurrieron los terremotos y hasta el 6 de marzo de 2023 más de 140 camiones con asistencia humanitaria han cruzado al noroeste de Siria.
La OIM seguirá usando su cadena expansiva de suministro y su capacidad logística para apoyar los esfuerzos de asistencia en el país y está lista para brindar su experiencia a fin de apoyar los esfuerzos del Gobierno en el Sector de Apoyo a los Asentamientos Temporales y también incrementar su cooperación con la Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD) de Türkiye y otros asociados nacionales involucrados en la respuesta a los terremotos, para poder así ayudar a más personas con necesidades.
Escrito por Olga Borzenkova, Oficial de Comunicaciones, OIM Türkiye