Fedorivka, 11 de enero de 2023 – Ucrania está comenzando el nuevo año con sentimientos encontrados. Temperaturas bajo cero y nieve fresca, que hubiera sido perfecta para juegos al aire libre y para hacer trineo han convertido las casas en frías prisiones en el primer invierno desde que la guerra comenzó.
Las festividades tradicionales han sido canceladas o modificadas en todo el país. El espíritu festivo ha sido enterrado por los sonidos de las sirenas que dan cuentan de las incursiones aéreas, un recordatorio permanente de que muy pronto la guerra ingresará en su segundo año. Las personas están preparando los albergues y aislando las casas para prepararse para futuros cortes de luz, agua y calefacción.
A pesar de todo Yulia sigue encontrando motivos para la gratitud y para las pequeñas alegrías, si bien los padecimientos recientes han hecho mella en su memoria. En sus 74 años de vida, el pequeño pueblo rural de Fedorivka a 90 kilómetros al sudoeste de Kyiv, ha sido su hogar.
La vida no siempre fue fácil pero después de años de duro trabajo Yulia consiguió tener un hogar con calefacción, un jardín y algunas cabezas de ganado – vacas, pollos y un caballo – todo lo cual le bastaba para poder vivir y para jubilarse tranquila y cuidar de sus nietos. Ese era el plan.
Pero en lugar de eso, en febrero de 2022 Yulia se vio forzada a ocultarse en una tubería al lado de un estanque cercano junto a su hija, hijo y nieta, que acababa de cumplir un año. Ese mes el pueblo quedó bajo el control de las fuerzas rusas y el suministro de medicamentos y de alimentos para Fedorivka fue interrumpido. Las personas ignoraban lo que estaba ocurriendo en toda Ucrania y dependían con exclusividad de sus cabezas de ganado.
“Mi hijo me dijo que mi casa había sufrido daños pero que una vaca y un caballo habían sobrevivido. Mi vaca era la única en el pueblo, así que compartíamos con los demás la leche que producía”, dice Yulia.
Durante el primer mes de la guerra la fábrica local de procesamiento de pescado entregaba sus productos gratuitamente para que la gente pudiera sobrevivir. Cuando un proyectil impactó sobre Fedorivka, el olor de la combustión y el humo invadió el aire por varios días. Muchas casas, entre ellas la de Yulia, sufrieron daños: otras, que estaban cerca del lugar en el que había caído el proyecto, resultaron completamente destruidas.
Liudmyla vive a diez minutos a pie de la casa de Yulia. La puerta principal de su casa de ladrillos tuvo que ser ensamblada nuevamente a mano usando tablas delgadas en tanto que las esquirlas de los vidrios rotos quedaron esparcidas en el patio.
“Todo el tiempo había columnas de vehículos militares dando vueltas cerca de mi casa. Yo rezaba para que mis parientes sobrevivieran y para que no destruyeran nada”, recuerda Liudmyla. “No comprendo el porqué de tanto sufrimiento. Estamos en paz, estamos en nuestra tierra y no le hemos causado daños ni problemas a nadie”.
Después de tanta tristeza, la recuperación del pueblo por parte del Gobierno de Ucrania les dio a sus pobladores una nueva sensación de esperanza. Comenzaron a reconstruir todo, pero las personas mayores, las familias con muchos hijos e hijas y las personas con discapacidades, que dependían de una modesta pensión del estado para poder sobrevivir, no podían lidiar con todo por sus propios medios.
Yulia y Liudmyla reemplazaron sus ventanas y puertas rotas con madera contrachapada, pero esta era una solución temporal. Cuando llegó el frío, Liudmyla empezó a prepararse para lo peor – porque si bien el frío era insoportable, ella no estaba dispuesta a dejar su tierra.
La ayuda llegó en noviembre cuando los equipos móviles que trabajaban con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) brindaron su apoyo a 109 familias en la Región de Kyiv para los trabajos de renovación. En la casa de Yulia el personal instaló siete nuevas ventanas y una puerta metálica, en tanto que en la casa de Liudmyla, reemplazaron las ventanas y puertas rotas y se ayudó a reparar el techo dañado. Los trabajos fueron terminados justo cuando la primera nevada cayó.
Mientras el año nuevo comienza, los hogares de Yulia y Liudmyla están nuevamente calefaccionados. La madera es un bien preciado pero escaso y es usada como combustible para las estufas de las casas. Yulia muestra la leña y los alimentos que han guardado y dice: “Venga lo que venga, los ucranianos vamos a sobrevivir”.
A la medianoche, celebrando la esperanza que el año nuevo trae, muchos ucranianos desearon lo mismo: recuperar la paz en 2023 y dejar atrás los amargos recuerdos de la brutal guerra que golpeó en el umbral de sus puertas, y que algunas veces, logró atravesarlo.
Según datos de la OIM, los hogares de casi la mitad (45 %) de todas las personas desplazadas en Ucrania han sido dañados. La falta de recursos financieros sigue siendo la barrera principal (94%) para proceder a su reparación. Al mismo tiempo, a pesar de los ataques a los suministros de energía y a los sistemas de calefacción solamente el 7% de los ucranianos están considerando seriamente abandonar sus casas. Gracias a los fondos aportados por donantes, la OIM ha podido realizar reparaciones en las regiones de Kyiv, Chernihiv, Sumy, Kharkiv y Dnipro que fueron severamente afectadas por los bombardeos.
Esta historia fue escrita por Alisa Kyrpychova, Asistente de Comunicaciones de la OIM Ucrania, akyrpychova@iom.int.
Si usted estuviera interesado en efectuar una donación en apoyo a los trabajos para la provisión de asistencia en Ucrania, por favor visite la página de recaudación de fondos de la OIM.