Mogadishu - Mientras el virus COVID-19 sigue afectando los medios de subsistencia y la salud de billones de personas en todo el mundo, las comunidades en Somalia están luchando contra esta pandemia y a la vez enfrentando otra carga adicional que viene a profundizar la crisis humanitaria.
En una década, recientes inundaciones repentinas y la peor invasión de langostas han dejado a miles de familias sin acceso a servicios sanitarios básicos, a agua apta para el consumo, a albergues y a un suministro regular de alimentos. Aproximadamente dos millones de personas deben lidiar con precarias condiciones de alojamiento, y muchas de ellas son personas desplazadas que siguen siendo vulnerables a los impactos climáticos recurrentes y a ser desalojadas.
“Somalia tiene una de las mayores poblaciones de personas desplazadas internamente (IDP) de todo el mundo. Años de conflictos armados y de inestabilidad sumados a una crisis climática persistente con períodos extremadamente lluviosos, seguidos por severas sequías, han forzado a más de 2,6 millones de personas a procurar refugio en otras zonas del país”, dijo la Encargada de Programas de la OIM María Celeste Sánchez Bean.
Muchas familias desplazadas deben comenzar nuevamente sus vidas con poco o casi nada, llevando consigo tan solo algunas pertenencias.
La familia de Madina fue una de las que se vieron afectadas por el conflicto, la sequía y la inseguridad alimentaria en la zona sudoeste de Somalia. En abril de este año, decidieron que era imposible seguir viviendo en su pequeña aldea. Madina caminó durante tres días con su marido y sus siete hijos hasta un sitio de desplazamiento en Baidoa a la búsqueda de protección y asistencia.
"Yo me encontraba en una situación desesperante, no sabía con qué alimentar a mis hijos”, dijo Madina.
Cuando llegaron al sitio, la familia de Madina construyó un pequeño albergue temporal con retazos de ropa usada. Luego se dirigió al centro de información coordinado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en donde contó que no tenía comida para sus hijos y las condiciones del albergue donde vivían.
La respuesta fue inmediata y la OIM y sus asociados le entregaron a la familia un albergue más durable y alimentos para ayudarlos a recomenzar su nueva vida.
BUSCANDO INFORMACIÓN
Cuando las personas desplazadas como Madina llegan a un sitio para personas desplazadas internamente, el primer lugar a donde se dirigen para tener información o ayuda es a un centro de información dentro del asentamiento mismo. La OIM se encarga de coordinar 14 centros de información en los sitios de desplazamiento más importantes en las ciudades de Doolow, Kismayo y Baidoa– en las cuales se encuentra la mayor cantidad de poblaciones desplazadas en el país después de la de la capital Mogadishu.
Gracias a la información que la OIM y sus asociados bridan en estos centros, se ha mejorado en gran medida el acceso de la comunidad a la información sobre servicios, y por ende han jugado un rol clave desde el inicio de la pandemia.
Sin embargo, hasta hace muy poco tiempo los centros no contaban con lugares con sombra para proteger a las personas del fuerte sol mientras esperan recibir asistencia.
El año pasado por medio de programas de efectivo a cambio de trabajo, como parte de los esfuerzos para empoderar a la comunidad y desarrollar sus capacidades se contrataron a miembros de la comunidad para que procedieran a la construcción de espacios de espera más cómodos, con ventilación, asientos y sombra.
“Esta es la primera vez en un año que me siento ser humano”, dice Mohammad, quien llegó a Doolow tras haber escapado del conflicto en su ciudad natal. “El año pasado mi esposa llegó con nuestro bebé en brazos, pero tuvo que irse antes de recibir asistencia por el caliente sol”.
LA LÍNEA DE EMERGENCIA ME SALVÓ LA VIDA
El compartir información correcta acerca del COVID-19 y sobre las prácticas de higiene adecuadas se volvió más importante que nunca, pero las restricciones a la movilidad implicaron que era necesario contar con soluciones inmediatas para asegurar que tal información llegara a la comunidad.
En abril, la OIM estableció una línea de emergencia gratuita para complementar los mostradores de ayuda que se encontraban en los centros de información.
Para Hareda, la linea de emergencia fue crucial cuando se encontró en una situación complicada. Ella dice que “le salvó la vida”.
En 2018, esta mujer de 45 años y madre de siete hijos llegó a Kismayo desde Dadaab, que es uno de los mayores campamentos de refugiados del mundo, ubicado en el noreste de Kenya.
“Últimamente, la vida en el campamento no ha sido fácil para la mayor parte de nosotros. El Gobierno impuso un confinamiento que derivó en la falta de oportunidades para la generación de un medio de subsistencia. No pude trabajar ni brindarle apoyo a mi familia durante meses”, dijo ella.
Hareda también estaba embarazada y en el último trimestre de su embarazo comenzó a experimentar complicaciones médicas.
Sin contar con acceso a cuidados médicos materno infantil cerca de su casa, ni recursos como para viajar hasta el hospital más próximo, llamó a la nueva línea de emergencia de la OIM. Un par de horas más tarde, fue recogida por una ambulancia para recibir cuidados médicos de urgencia en el hospital.
“Tuve dos gemelas hermosas, las dos en buenas condiciones de salud”, dijo. Con la introducción de la línea de emergencia, la cantidad de personas que llegan a la OIM solicitando asistencia ha aumentado más de seis veces en 2020 en comparación con 2019, y más de un cuarto de todos casos son ahora observados a través de la línea de emergencia.
MECANISMO DE RETROALIMENTACIÓN Y RESPUESTA COMUNITARIA
Los centros de información y las líneas de emergencia como estas en Somalia permiten que los miembros de la comunidad tengan la oportunidad de compartir sus inquietudes y quejas con los trabajadores humanitarios, siendo esto un mecanismo de transparencia y responsabilidad que en el sector humanitario se conoce con el nombre de Mecanismo de Retroalimentación y Respuesta Comunitaria.
Este sistema ha estado operativo en Somalia desde enero de 2018, y ha sido la principal línea de comunicación entre la comunidad y los asociados humanitarios.
Cuando alguien llega a los centros de información o usa la línea de emergencia, la OIM registra el caso y coordina con sus asociados la respuesta a las necesidades específicas, para poder encontrar soluciones a los desafíos que afectan a la comunidad en un sentido más amplio y mejorar la calidad de las actividades.
Esto puede tener un impacto real y positivo en la vida de las personas que viven en los sitios para IDP.
Habso es una mujer de 43 años, madre de diez hijos, que vive en el Sitio para IDP en Doolow. Ella contactó a la OIM a través de la línea de emergencia y planteó sus preocupaciones en torno a la pobre condición en la que se encontraba su albergue.
“El equipo de recepción me brindó mucha información. En tan sólo un par de días, vinieron a verificar si la queja acerca de mi albergue era real”, dijo Habso.
Algunos días después Habso recibió un kit de emergencia para poder mejorar el estado de su albergue.
“Ahora estaremos más protegidos ante la inminente estación de lluvias, pues tenemos una casa que nos protege mejor”, dijo.
La OIM verifica individualmente cada reclamo para luego asegurar que los casos reales sean derivados debidamente a los fines de realizar un seguimiento y brindar el apoyo necesario.
“Este proceso es transparente y ha sido aceptado por los asociados humanitarios que trabajan en los sitios para IDP y también por la comunidad”, dijo Mohamed Abdi Mohamed, quien trabaja para la OIM en Doolow.
El Mecanismo de Retroalimentación y Respuesta Comunitaria también sirve como vía de derivación caso por caso para las sobrevivientes a la violencia de género y para las poblaciones vulnerables que necesitan apoyo especial. El carácter confidencial de la línea de emergencia ayuda a que las personas se atrevan a acercarse y a pedir ayuda cuando están viviendo situaciones complicadas.
Los mostradores de información han resuelto más de 15.000 casos en Doolow, Kismayo y Baidoa desde que se establecieron. Las tres quejas más comunes son la inseguridad alimentaria, albergues y la necesidad de acceder a los servicios WASH.
Las actividades mencionadas en esta historia son posibles gracias a la generosa financiación de la Dirección General de Protección Civil y Operaciones de Ayuda Humanitaria Europeas (ECHO), de la Oficina de Asistencia para Desastres en el Extranjero de los Estados Unidos (OFDA) y de la asistencia humanitaria de Alemania. Su apoyo ha sido crucial para asegurar la continuidad de los servicios en los sitios de IDP.
OIM SOMALIA
Cuando el 16 de marzo el primer caso de COVID-19 fue confirmado en Somalia, la OIM de ese país aumentó y reprogramó varias de sus actividades para asegurar la provisión oportuna de asistencia a los más vulnerables. Desde entonces se ha distribuido material de protección individual en las clínicas de salud en todo el país. Se han distribuido artículos de higiene e información a través de tareas de concientización a más de 550.000 migrantes, personas desplazadas y sus comunidades, y a las poblaciones vulnerables se les ha brindado apoyo de emergencia para mejorar los albergues.
Para más información por favor contactar a Claudia Barrios Rosel en la OIM Somalia. Correo electrónico: cbarrios@iom.int