Gabčíkovo, 23 de febrero de 2023 – “Quedé embarazada de mi hijo inmediatamente después de haber aprobado el examen final del bachillerato”, explica Yulia. “Para mí ese bebé fue un verdadero regalo”.
Graduada en estudios de idioma chino e inglés, Yulia vivió en Mykolaiv, una ciudad de medio millón de habitantes al sur de Ucrania, famosa por su industria de astilleros. Enseñaba inglés y trabajaba como asistente en la Academia South Slavonic perteneciente a la Universidad de Kyiv. Como quería concretar su anhelado sueño de convertirse en psicóloga, también asistía a clases en la Universidad Mykolaiv.
Yulia estaba a punto de culminar su maestría cuando la invasión ocurrida en febrero de 2022 interrumpió sus planes.
Si bien la ciudad de Mykolaiv no sufrió un bombardeo directo, el “horrible sonido de los misiles” resonaba amenazante en la zona. Después de que estallaron los enfrentamientos en el centro de la ciudad, Yulia empezó a pensar que irse no era una mala idea.
“Teníamos un ritual con mi hijo cuando vivíamos en Mykolaiv”, explica Yulia. Cada noche antes de que el niño se durmiera, se quedaban recostados en la cama y conversaban. “Acerca de todo y de nada. Siempre era él el que empezaba diciendo: ‘Mamá, sabes una cosa....’. Y recuerdo que después de que la guerra empezó, cada vez que yo le daba un beso por las noches y me iba de su cuarto, mentalmente sentía como que también me estaba despidiendo para siempre”, agrega Yulia.
La idea de llegar a perder a su hijo se volvió tan insoportable que decidió irse a pesar de que no quería dejar atrás ni su vida, ni a su padre, ni a sus amigos.
En marzo de 2022, Mykolaiv era bombardeada todo el tiempo. Ubicada camino a Odessa, la ciudad es clave para el acceso y el control de la costa de Ucrania. La madre de Yulia, Inna, vivía en Balakleya, una ciudad cercana a Kharkiv, que estaba siendo bombardeada con bombas de racimo. Inna pasaba largos períodos de tiempo oculta en su sótano y nadie la veía por días. Pero aun así, al principio ella tampoco quería irse.
El 9 de marzo de 2022 Yulia se fue de Mykolaiv con su hijo en una marshrutka, un minibús privado muy popular en el país, organizado por voluntarios. Abordaron un tren desde Odessa a Uzhhorod, sin saber bien hacia dónde dirigirse. Finalmente decidió unirse a parientes que se dirigían a Eslovaquia. “Fue una decisión tomada al azar”, dice Yulia.
Los voluntarios la ayudaron a llegar hasta la frontera entre Ucrania y Eslovaquia y a cruzarla cargada de equipaje pesado y en compañía de un menor de 9 años. “Al irme de Ucrania, sentí que había traicionado a mi país”, confiesa. “Incluso llamé a mi familia y les dije que lo lamentaba mucho pero que realmente deseaba irme. Me sentí horrible”.
Después de un viaje de cuatro días, a mediados de marzo Yulia llegó al Centro Humanitario de Gabčíkovo, Eslovaquia.
La madre de Yulia logró llegar a Kharkiv a fin de mes. “Fue un milagro que lograra sobrevivir tras haber pasado por tantos puntos de control”, dice Yulia. Desde allí, voló hacia Suiza. Sintiéndose sola en un país extranjero, quiso reunirse con su hija y su nieto en Eslovaquia. Gracias al apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y otras organizaciones, Inna finalmente se reunió con Yulia en el Centro Humanitario de Gabčíkovo a mediados de junio.
Hay más de 900 refugiados ucranianos con estatus temporal de protección en el Centro Humanitario de Gabčíkovo. La OIM ha estado presente desde marzo de 2022 y brinda asistencia consistente en información que incluye asesoramiento legal y sobre empleo, servicios de protección y de fortalecimiento institucional. La Organización organiza regularmente actividades comunitarias y cursos de idioma eslovaco, además de distribuir artículos de asistencia de emergencia como frazadas, ropa, calzado, kits de higiene y de cocina para los ucranianos que viven en el centro.
Inicialmente, Yulia pensó que iba a quedarse en Gabčíkovo por dos semanas. Esas dos semanas luego se convirtieron en un mes. Luego llegaron las Pascuas, y en un determinado momento comenzó el verano. “La idea de quedarnos durante todo el verano sonaba terrible e inconcebible”, recuerda Yulia. En poco tiempo ella habría de estar en Eslovaquia durante casi un año.
Después de su llegada, el hijo de Yulia comenzó a asistir a una escuela eslovaca en la ciudad de Šamorín, cercana a Gabčíkovo. Paralelamente siguió con su educación virtual en Ucrania. Yulia también tuvo la oportunidad de trabajar como intérprete para un periodista canadiense de origen eslovaco que estaba informando acerca de los refugiados ucranianos que se encontraban en el Centro Humanitario en Gabčíkovo. Más tarde a ella la organización no gubernamental “Mareena”, localizada en el mismo centro, le ofreció un puesto de trabajo. “Fue un milagro para mí”, dice Yulia con una sonrisa.
Por ahora, Yulia no puede pensar mucho en el futuro; intenta vivir el momento. “He decidido vivir en el ahora e intentar ser feliz en este lugar”. Dice que está sumamente agradecida por todo lo que los eslovacos han hecho por ella y siguen haciendo por Ucrania. “Y creo que nuestro país ganará. Estoy casi segura”, concluye.
Historia escrita por Jana Hönschová, OIM Eslovaquia/Gabčíkovo