Chișinău, 4 de julio de 2022 – “No quiero que la gente me tenga miedo. Soy la misma Alexandra; la única diferencia es que estoy atravesando un momento de salud muy complicado y estoy en tratamiento médico”.
Alexandra es una madre de 26 años de la República de Moldova que actualmente vive con su esposo y sus dos hijos de seis y dos años. En 2021 Alexandra se fue de su país rumbo a la República Checa por seis meses para trabajar en un restaurant de comida rápida.
Miles de ciudadanos de Moldova como ella migran cada año, buscando oportunidades que no tienen en su lugar de origen. Inmediatamente después de su temporada en el extranjero, se sintió cansada, no podía respirar bien y sospechaba que tenía un resfriado, pero nunca imaginó que lo que en realidad tenía era Tuberculosis (TB), hasta que más adelante las pruebas confirmaron el diagnóstico.
Como Alexandra, los migrantes son especialmente vulnerables a la tuberculosis, en especial los que están en condición irregular, pues con frecuencia no tienen acceso a servicios de cuidados de salud o temen acercarse a las autoridades por miedo a perder sus puestos de trabajo o ser deportados.
“Yo sabía de la existencia de esta enfermedad, pero nunca me interesó investigar más. No pensaba que me podía ocurrir a mí”, explica Alexandra. “Los primeros síntomas fueron dolor en la zona del abdomen, de modo que en primera instancia consulté al ginecólogo. Me hice pruebas de rutina y de ultrasonido pero me dijeron que estaba todo bien, de todos modos el dolor no se me iba”.
Alexandra estaba convencida de que tenía neumonía, la cual podría ser tratada cuando terminara su tratamiento con antibióticos. Si bien ella siguió las indicaciones del médico, el dolor en el pecho seguía ahí.
“Fui a enfermería para buscar un documento que necesitaba para mis hijos y allí me preguntaron por qué yo no estaba en el hospital. La pregunta me sorprendió mucho porque yo no pensaba que mi condición fuera tan mala. Al día siguiente me confirmaron que tenía tuberculosis. En ese momento me dijeron también que yo era un peligro para mi propia familia y que iba a tener que quedarme en el hospital por dos años. Me sentí aterrorizada”.
Si bien los casos de tuberculosis han disminuido en los últimos años, Moldova es uno de los 30 países con un alto porcentaje de casos de Tuberculosis Multiresistente a las Drogas (MDR-TB), y en este país un tercio de los nuevos casos son resistentes a los tratamientos con drogas diversas, lo cual hace que esos tratamientos sean caros y complicados.
Se han logrado avances en el diagnóstico y el tratamiento de la tuberculosis gracias a los esfuerzos conjuntos de instituciones estatales, de la sociedad civil, y de organizaciones internacionales. Gracias a tales esfuerzos, la cantidad de nuevos casos de tuberculosis ha estado disminuyendo consistentemente.
Sin embargo, en la República de Moldova sigue habiendo aún altas cifras de personas que deben enfrentar dificultades para acceder a los servicios de salud, y esto lleva a que haya altos porcentajes de personas con MDR-TB. Por esta razón la tuberculosis sigue siendo una problemática de salud pública prioritaria y su prevención y control son objetivos estratégicos del Programa Nacional de Control de la Tuberculosis 2021–2025.
Duros meses de tratamiento vinieron para Alexandra, quien tuvo que separarse de sus hijos, marido, padres y amigos. “A veces me sentí mal por la forma en que me trataban, por el modo en que me contestaban y por cómo guardaban la distancia. Algunos amigos que sabían que yo estaba enferma me apoyaron, pero otros empezaron a evitarme”.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha trabajado durante varios años junto al Programa Nacional de Tuberculosis, la policía fronteriza y los ministerios pertinentes para implementar campañas informativas sobre cómo prevenir la enfermedad, con el foco puesto en especial en las mujeres y su susceptibilidad a la enfermedad.
Las mujeres migrantes en la República de Moldova viajan entre su país de origen y los países de acogida con fines laborales varias veces al año y esto las expone a mayores riesgos para su salud.
De acuerdo con un estudio reciente realizado por la OIM en la República de Moldova, el frecuente movimiento por parte de las migrantes entre el país de acogida en el cual trabajan y el país de origen las expone a más riesgos de salud. Sin embargo, en comparación con los hombres, es posible que ellas busquen más asistencia médica en el momento de sentirse enfermas. Las madres sienten esa responsabilidad de recuperarse lo antes posible para que sus hijos no enfermen. Pero desgraciadamente, debido a su condición migratoria y a sus escasos ahorros, las mujeres posiblemente interrumpen sus tratamientos en cuanto su condición médica mejora y reanudan su actividad laboral.
Los materiales de información pública han sido distribuidos en aeropuertos, hospitales y cruces fronterizos, y han sido difundidos por televisión, radio y redes sociales. Han sido elaborados con especial consideración de las cuestiones migratorias y de género e incluyen materiales de Información, Educación y Comunicación (IEC) relevantes para mujeres que han sido afectadas por la tuberculosis. El equipo de la OIM también ha organizado varias actividades “flash mob” junto a la asociación de estudiantes de medicina en Moldova.
El estudio cualitativo enfocado en el género apunta sobre todo a los comportamientos relacionados con recurrir a los servicios de cuidados de la salud y acceder a tratamientos para la tuberculosis entre los migrantes de la República de Moldova. Son pocos los estudios realizados hasta ahora en el ámbito de la tuberculosis, el género y la migración, y ninguno en la República de Moldova o en otras naciones de Europa.
El estudio explora la diferencia entre los hombres y las mujeres migrantes en lo relativo a su conocimiento, actitudes y costumbres en torno al diagnóstico, el seguimiento, el tratamiento y la prevención de la tuberculosis. Las investigaciones realizadas hasta este momento sugieren que se necesita contar con un enfoque especial, el cual debe incluir tareas de concientización que no deben dejar de lado los controles y la derivación oportuna. Para las personas que están bajo tratamiento por tuberculosis, es esencial el apoyo psicosocial y socioeconómico para que sigan el tratamiento, puesto que se trata de un proceso largo y complejo.
Después de haber estado cinco meses en el hospital, a Alexandra se le permitió volver a casa y continuar allí su tratamiento. La OIM apoyó a Alexandra durante todo el tiempo que el mismo duró y le ofreció trabajar como embajadora en el proyecto de prevención de la tuberculosis para poblaciones móviles.
En calidad de Embajadora de la OIM, el rol desempeñado por Alexandra es el de difundir información acerca de la prevención de la tuberculosis y las opciones detratamiento disponibles en su comunidad. La OIM entrega estipendios a las cuidadoras de tuberculosis más activas, y a quienes han podido superar la enfermedad por su trabajo como embajadoras de la lucha contra la tuberculosis, y las apoya en la tarea de organizar reuniones de grupos comunitarios de apoyo.
El proyecto de dos años de la OIM para la prevención de la tuberculosis en la República de Moldova es financiado por el Fondo de Desarrollo de la OIM.
Esta historia fue escrita por Ana Gnip, Oficial de Comunicaciones de la OIM en la República de Moldova.