Cagniog, Ciudad de Surigao, 3 de enero de 2023 – David Escabal, de 62 años, recuerda cuando hace poco más de un año observaba a través de la ventana de la escuela local convertida en centro de evacuación la manera en que el Tifón Rai (nombre local: Odette) ingresaba a la Ciudad de Surigao en Mindanao, al sur de las Filipinas. La familia de David junto a otro centenar de personas se agazapaba mientras vientos violentos de una velocidad superior a los 260 kilómetros por hora azotaban la región durante el súper tifón de categoría 5.
“Fue el tifón más intenso que hemos vivido. Se sintió como si todo fuese a volar, el edificio escolar se sacudía violentamente”, dice David.
David y su familia vivían en el vecindario costero de San Juan. Vivir a la vera del mar implicaba estar familiarizado con las tormentas y con las medidas de evacuación. Por eso cuando el gobierno local le dijo a los residentes que se dirigieran a las tierras altas antes de la llegada de Rai, no esperó nada extraordinario y dejó muchas de sus pertenencias. Rai, clasificado inicialmente como tifón de categoría 1, con gran rapidez se intensificó y en un lapso de 24 horas pasó a ser de categoría 5, tomando por sorpresa a muchos de los residentes. En ocasiones anteriores, tras evacuaciones por tormentas similares, David había siempre retornado a su hogar. Esta vez fue diferente porque nada había quedado en pie, no había lugar al cual volver, su casa ya no existía.
“Vivimos en nuestro hogar a orillas del mar por casi 30 años. Ahora ya no podremos regresar. El súper tifón Rai lo ha destruido todo y se ha llevado toda nuestra casa. Ya nada queda en pie. Todo ha desaparecido”, dijo.
Si bien Filipinas sufre unos 20 ciclones tropicales cada año, la crisis del cambio climático ha hecho que los tifones sean más potentes y más frecuentes en los países de la región del Pacífico, dejando millones de casas destruidas y los servicios de agua y electricidad con severas averías.
David recuerda que fue muy difícil encontrar algo para comer el día después de que Rai acometiera puesto que todo había quedado reducido a escombros. No había electricidad en toda la zona y muchas áreas estaban todavía inundadas o llenas de escombros. Caminar afuera era peligroso. La ayuda comenzó a llegar algunos días después, y se les entregó agua, alimentos y otros elementos básicos, pero el problema es que seguían sin un techo para guarecerse.
Como parte de la respuesta de emergencia de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para las comunidades mayormente afectadas por el súper Tifón Rain, se construyeron albergues transitorios para ayudar a las familias en su recuperación.
David había trabajado como carpintero por 32 años y fue designado como uno de los beneficiarios de un programa de efectivo a cambio de trabajo para ayudar en la reconstrucción de albergues transitorios. Formó parte de un grupo inicial de carpinteros de las comunidades afectadas que comenzaron con la construcción de 123 albergues en Barangay Cagniog, Ciudad de Surigao. Estos albergues fueron eventualmente entregados a familias como la de David, que habían estado viviendo en centros de evacuación por cinco meses.
“Fuimos contratados para la construcción de nuestras propias casas y de las casas de los miembros de la comunidad que lo habían perdido todo a causa del tifón. Junto a mis vecinos ayudé a construir 10 casas aquí en la comunidad. Esto nos sirvió a muchos puesto que desde hacía largo tiempo no teníamos ninguna oportunidad laboral”, recuerda David. El dinero ganado le ha ayudado a su familia con sus necesidades diarias y le ha permitido comprar dos motocicletas también para uso familiar.
En coordinación con el gobierno local, la Autoridad para el Desarrollo de la Educación y Capacidades Técnicas brindó también capacitaciones a otros integrantes de la comunidad que querían ayudar, los cuales incorporaron capacidades en carpintería, albañilería y electricidad. Un total de 586 personas fueron contratadas para terminar los Albergues Transitorios de Cagniog en tanto que otras 92 construyeron sistemas de cuencas de agua y trabajos de alcantarillas para poderles brindar a las familias fuentes de suministro de agua.
Las capacitaciones impartidas a las personas de las comunidades afectadas han servido para brindar opciones de medios de subsistencia adicionales mientras esas personas intentan seguir adelante, en particular cuando sus capacidades tienen alta demanda para ayudar a reconstruir la ciudad y las provincias vecinas – empoderando a esas personas mientras siguen volviendo a construir todo lo perdido.
Actualmente David sigue con sus trabajos de carpintería y también trabaja como presidente de la asociación de propietarios de viviendas en Cagniog. Declara que muchas familias han comenzado a sentirse mucho más seguras viviendo allí otra vez y hay un sentido de comunidad muy fuerte pues los miembros obtienen un ingreso por medio del trabajo a cambio de efectivo y a la par construyen espacios comunitarios para todos y todas.
Por ejemplo, se creó un jardín comunitario en donde las personas pueden cultivar vegetales y también una cocina comunitaria en la cual las familias que no cuentan con insumos para cocinar pueden preparar comida. También tienen su propio tanod (sistema comunitario de consolidación de la paz) que sirve para mantener la seguridad en el seno de la comunidad, sobre todo por las noches.
Tras meses de incertidumbre total, David dice que está feliz de contar por fin con un lugar al que puede llamar su hogar.
La iniciativa de trabajo por efectivo para la construcción de los Albergues Transitorios en Cagniog forma parte de la Respuesta de Emergencia de la OIM para las comunidades afectadas por el súper Tifón Rai y es financiada por el Gobierno de Australia, el Gobierno de Canadá, el Gobierno de Japón y la Oficina de Asistencia Humanitaria de USAID. También se contrató a los beneficiarios de esta iniciativa para que colaboren con la tarea de construir albergues transitorios y albergues con salas seguras en las provincias de Surigao del Norte, Islas Dinagat y Southern Leyte. Esta iniciativa persigue brindarles a las comunidades afectadas oportunidades de medios de subsistencia durante su recuperación, empoderando a las familias mientras siguen reconstruyendo mejor, y fortaleciendo su resiliencia frente a futuros desastres.
Esta historia fue escrita por Andrea Empamano, Asistente de Proyecto del Área de Prensa y Comunicaciones de la OIM Filipinas.