Roam Khot de años se sienta en el pequeño local de la esquina, en Juba, la capital de Sudán. De a poco los clientes van llegando.  
 
Con alegría nos pide que entremos y que nos sentemos.  
 
Roam ha pasado por momentos sumamente difíciles al luchar por una vida y un futuro mejor. En 2017, tras haber perdido a sus padres, partió desde Sudán del Sur rumbo a Egipto con la esperanza de poder comenzar una nueva vida allí 

“Decidí irme de Sudán del Sur porque quería una vida y una educación y yo sabía que todo eso no lo iba a conseguir aquí, ya que el país estaba todavía tambaleándose debido a años de guerra civil”, dice.  
 
Roam, junto a su amigo Abraham Puok, preparó un bolso con ropa, tomó sus modestos ahorros y se embarcó en un viaje rumbo a Egipto, dejando atrás todo aquello que conocía.  
 
En Egipto, Roam y Abraham se inscribieron en una universidad. Pero esta aventura duró poco, puesto que muy pronto se quedaron sin dinero como para cubrir los honorarios de matriculación y los gastos de manutención. Los dos amigos se vieron obligados a abandonar  estudios y en muy poco tiempo se encontraron en la calle,  sin techo.  

“Simple Life”, el negocio de Roam en Juba © Nabie Loyce / OIM2020  

 “Nuestro mundo se desplomó. Durante varias semanas  tuvimos que dormir a la intemperie,  en un clima muy frío y sin nada que comer”, dice Roam.  

Agrega que él y su amigo encontraron la fuerza necesaria para sobrevivir gracias a la sólida convicción de que todo iba a mejorar.  

Los dos amigos comenzaron a realizar diferentes tipos de trabajo ocasionales tales como limpieza de casas y o transporte  de materiales en sitios de construcción como para poder hacerse con algo de dinero. Fue durante esa época que habían escuchado que más allá de Egipto se encontraba Europa – que era el lugar indicado para ir, la tierra de las oportunidades infinitas.  

El deseo de partir rumbo a Europa siguió creciendo en ellos, y muy pronto tomaron la decisión y se unieron a los miles de migrantes que intentan cruzar el Mar Mediterráneo, a pesar de las  numerosas historias de horror que se cuentan sobre esa travesía. 

 “Egipto ya no era  un lugar para nosotros” dice Roam.  

“La esperanza de un nuevo futuro estaba allí, cruzando el mar”. 

Los dos partieron a pie rumbo a Libia, conocido por ser un lugar en el cual los tratantes y traficantes están siempre dispuestos a embarcar a migrantes y refugiados a través de aguas muy peligrosas rumbo a Europa.  

“Fue un viaje que puso a prueba nuestra perseverancia y es cierto que hay que tener mucho coraje”, recuerda Roam. “Pero a veces la desesperación te empuja hasta el límite”.  

Roam atiende a un cliente. © Nabie Loyce / OIM 2020 

Una semana más tarde llegaron a Tobruk, una ciudad portuaria en Libia, en la frontera con Egipto. Les llevaría tres meses más poder llegar a la capital de Libia, al oeste. Cuando eventualmente lograron llegar a Trípoli, los dos amigos tuvieron la sensación de estar a un paso de pisar finalmente las playas europeas.  
 
Se las ingeniaron para juntar el dinero necesario para pagarle a los traficantes, quienes significaban  un pasaporte hacia un futuro mejor.  
   
Roam, Abraham y unos 200 migrantes se subieron a bordo de una embarcación y partieron hacia la larga y peligrosa ruta rumbo a las playas de Europa.  
 
Sin embargo, los sueños de ambos migrantes de comenzar una nueva vida en ese continente muy pronto se hundirían en los abismos del mar. El motor de la recargada embarcación se detuvo. Rodeados de agua, las posibilidades de llegar hasta su destino estaban en peligro.  
 
Tras un tiempo que pareció durar toda una vida, Roam, Abraham y los otros migrantes fueron  rescatados por la guardia costera de Libia y retornados a un centro de detención.  
 
Un mes más tarde, tras haber pagado su liberación de la detención, Roam y Abraham volverían a intentar el viaje nuevamente. Esta vez terminaría en una tragedia inmensa.  
 
Roam relató que la embarcación en la cual se encontraban naufragó. Abraham, su amigo y compañero, se encontraba entre las decenas de migrantes que se ahogaron.  
 
Si bien Roam no puede recordar cómo fue que logró llegar a la costa, pudo sobrevivir.  

“Vi cómo mi amigo perdía la vida y no hubo nada que yo pudiera hacer para salvarlo. Esa imagen me persigue todos los días”.  
 
Roam no volvió a intentar cruzar nuevamente. Decidió regresar a casa con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). 

A pesar que su negocio funciona un poco lento, Roam confía en el futura crecimiento de su emprendimiento– “Nunca rendirse” es su lema. © Nabie Loyce / OIM 2020

Como parte de la tarea de asistir  a los migrantes que eligen retornar voluntariamente a sus países de origen, las Oficinas de País de la OIM en Libia y en Sudán del Sur cooperaron para asistir a Roam para que pudiera retornar a Sudán del Sur. Le brindaron alojamiento en su momento de mayor vulnerabilidad y asesoramiento posterior a su llegada, más una suma de dinero para poder alquilar un pequeño negocio y comprar algo de mercadería.  
Hoy Roam puede contar su historia mientras está sentado en su propio negocio.  
 
“Pude abrir este negocio que me aporta un pequeño ingreso y me ayuda a vivir”, dice Roam. “Este negocio me ayudó a reconstruir mi vida”.  
 
Si bien el negocio a veces marcha lento, sobre todo debido a las presiones económicas en Sudán del Sur, Roam tiene confianza de que su negocio crecerá. “He atravesado muchas dificultades en mi vida, pero sigo de pie. Creo que lo mismo puede decirse de mi negocio”, señala.  
 
“Me siento muy contento de estar de regreso en Sudán del Sur para poder nuevamente reconstruir mi vida con optimismo y rumbo a algo mejor”, dice Roam.  
 


Roam es uno de los beneficiarios de la Iniciativa Conjunta UE-OIM de protección y reintegración de Migrantes financiada por el Fondo Fiduciario de Emergencia para África de la Unión Europea. Desde 2017, el programa ha asistido a más de 11.500 migrantes por medio de recepción posterior a la llegada y asistencia de reintegración en el Cuerno de África.  
 
Esta historia fue escrita por Nabie Loyce, Asistente de Prensa y por Liatile Putsoa, Oficial de Prensa.