Foto: OIM 2024

Ucrania – “Los misiles impactaron sobre el centro perinatal, sobre la sala de maternidad —sobre todo”, recuerda Maksym,  doctor de Mariupol. “Dispararon directo a las ventanas y pudimos ver cómo volaban los pedazos de cuerpos humanos”.

Inmediatamente después de la invasión rusa de Ucrania de 2022, Maksym comenzó a atender pacientes en el sótano de un gimnasio convertido en un hospital temporal que se ocupaba de las necesidades de las 4.000 personas que allí se alojaban. Para esas personas, Maksym era pediatra, cirujano, enfermero y psicólogo, todo en uno, trabajando 14 horas al día e incluso más.

Maksym, médico clínico y cardiólogo de Mariupol les brindó cuidados médicos a miles de personas alojadas en un gimnasio cuando la guerra se intensificó. Foto: OIM/Alisa Kyrpychova

Tras haber escapado de Mariupol, ocupada por la Federación de Rusia desde la primavera de 2022, Maksym se unió a los equipos médicos móviles de la OIM y empezó a brindar servicios de cuidado de la salud primaria y apoyo psicosocial y de salud mental a personas desplazadas internamente y comunidades de acogida.

“No podía simplemente sentarme con la carga de los recuerdos. Lo mejor era hacer mi trabajo y ayudar a quienes lo necesitaban”.

Oleksandra se sienta en el dormitorio comunal que comparte con otras mujeres en el centro colectivo para personas desplazadas internamente. Foto: OIM/Raber Aziz

“Yo siempre pensé: Debo simplemente esperar un poco más y todo estará bien. Pero los enfrentamientos estaban cada vez más cerca y con ellos, la destrucción”, recuerda Oleksandra, desplazada de Bakhmut en Ucrania Oriental. “Mi propia casa había sido impactada. El bombardeo era muy intenso y esta experiencia estresante y traumática me trajo muchas complicaciones de salud. Y todos los médicos se habían ido”.

Oleksandra no había querido irse de su casa, pero cuando los enfrentamientos llegaron a su vecindario, se dio cuenta que el momento de partir había llegado.

Con tan solo algunas pertenencias personales, Oleksandra llegó a Dnipro, en donde encontró un refugio seguro en un centro colectivo establecido por grupos de voluntarios liderados por mujeres. Las instalaciones fueron reacondicionadas y equipadas con el apoyo de organizaciones locales e internacionales, entre ellas la OIM.

“Este no es mi hogar. Pero al menos tenemos un techo, una cama, seguridad, agua y alimentos. Tenemos que enfrentar el hecho de que hemos perdido nuestros hogares”, dice Oleksandra. “Limpiamos el edificio, todos colaboran con el mantenimiento. Y es algo bueno para mantenernos ocupados. Por un momento logramos olvidarnos de la guerra”.

Mykola y su esposa Iryna tienen una colorida librería infantil en Bucha que ha sufrido considerables daños. Foto: OIM/Alisa Kyrpychova

“Había rompecabezas y pedazos de estantes dañados por todas partes. Muchos libros no sobrevivieron”, dice Mykola, propietaria de una librería para niños en Bucha.

Cuando las tropas rusas se fueron de Bucha a fines de marzo de 2022, el mundo estaba impactado por la masacre de civiles en ese lugar. Actualmente un mercado local está lentamente intentando volver a sus actividades en medio de restos sombríos del pasado. “Muchos de nuestros clientes regulares se han ido, muchos se han quedado a vivir en el exterior”, dice su esposa, Iryna. “Pero quienes regresan a Bucha, vienen a visitarnos. Es una gran alegría volver a vernos. Muchos de los que están en el exterior me contactan  [en línea], e incluso les envío nuestros libros”.

Mientras los enfrentamientos continuaban Mykola e Irina lograron escapar a la Unión Europea. Retornaron inmediatamente después de que el Gobierno de Ucrania recuperara el control de Bucha en abril de 2022 y encontraron que su negocio había sido dañado por un bombardeo. Un subsidio de la OIM les ayudó a cubrir los costos del equipamiento necesario para reabrirlo y retomar el club gratuito de lectura para niños y niñas.

“Tal vez no sea el negocio más lucrativo, pero nos salvó. Si no fuera por nuestro negocio, no sé cómo podríamos sobrevivir ahora. Es nuestra alma”, explica Iryna.

A pesar de la guerra, Natalia está decidida a ayudar a que su comunidad en Ucrania pueda preservar y reavivar su identidad cultural. Foto: OIM/Alisa Kyrpychova

“Teníamos un violín de 1826 guardado en una caja protectora, pero fue consumido por el fuego. En medio de los escombros encontraron solamente una clave metálica de violín totalmente quemada”, dice Natalia, la encargada del departamento de cultura de Borodianka, acerca de la destrucción de una escuela local de arte.

De los 26 establecimientos culturales que hay en la ciudad, 18 resultaron dañados o derribados. Dos años más tarde, artistas, músicos y bibliotecarios locales desean fervientemente reavivar su amada ciudad natal. 

Natalia y sus colegas han organizado varios eventos públicos desde 2022. “No usamos la palabra ‘concierto’, sino que decimos una ‘reunión pública con actos musicales’. Los conciertos serán después de nuestra victoria”, explica, reconociendo que algunas personas podrían seguir considerando que tales actividades no son adecuadas. Sin embargo, para cientos de concurrentes y para quienes las organizan, tienen un gran significado.

“Muchos de nuestros cantantes han perdido a sus parientes; muchos han perdido sus hogares. No pudieron cantar por cierto tiempo. Algunos necesitaron dos meses, otros tres. Pero ahora están cantando nuevamente”, dice.

Natalia tiene una colega que enseña piano y canto en una escuela local de arte. Un año antes de la invasión rusa escribió una canción dedicada a su madre, Halyna. En marzo de 2022, Halyna no logró irse de su hogar en el centro de Borodianka antes de que una bomba lo impactara. Su cuerpo nunca pudo ser identificado así que la registraron como persona desaparecida. En uno de los conciertos al aire libre la colega de Natalia planeaba cantar esa canción.

“Mi madre iba a escucharme”, dijo. Pero no pudo cantar: su voz temblaba y rompió en llanto. Le llevó un mes, luego otro concierto, y finalmente pudo hacerlo. El centro cultural de Borodianka depende de los aportes y contribuciones de instituciones y organizaciones internacionales, incluyendo a la OIM, y procura reparar los daños y brindarles sus servicios a las personas en las comunidades cercanas a la ciudad afectadas por la guerra.

Valentyna sobrevivió a un ataque letal en la aldea de Hroza. Foto: OIM/Anastasiia Rudnieva

“Yo no podía irme de la casa hasta que los restos fueran removidos. Ni siquiera podía mirar el lugar en donde mis amigos y mis vecinos habían fallecido”, dijo Valentyna, quien vive enfrente de un café en Hroza, región de Kharkiv, que se convirtió en el escenario de una tragedia en octubre de 2023 cuando un ataque con cohetes rusos asesinó a 60 personas.

La explosión dañó severamente la casa de Valentyna. “No tenía dinero para comprar nuevas ventanas. Las sellamos por dos meses, de octubre a diciembre”. La OIM se hizo cargo de todas las reparaciones necesarias de los 12 edificios que sufrieron daños en Hroza.

“Casi he olvidado lo que es tener ventanas en la casa. Ahora tengo que volver a acostumbrarme a todo. Finalmente me estoy adaptando a la nueva situación y dejando atrás todo lo malo”.

Alla y Oleksii en un retiro para las familias de los veteranos. Foto: OIM/Daria Dovzhenko

“Se volvió todo muy difícil después de su herida. Poder manejar las emociones se volvió un verdadero desafío y estoy siempre ansiosa pensando en lo próximo que va a venir”, dice Alla, la esposa de un veterano.

En enero de 2023 sufrió daño cerebral y terminó en coma, casi falleció. La herida afectó su auto control y su bienestar emocional; incluso eventos en principio insignificantes podían provocar fuertes emociones en él.

Para apoyar a parejas como Alla y Oleksii la OIM organiza retiros para familias de veteranos como parte de su programa de apoyo psicosocial y de salud mental. Capacitaciones en materia de comunicaciones y actividades recreativas ayudan a los participantes a vencer bloqueos emocionales. Para resolver cualquier problemática de comunicación, los veteranos y sus esposas pueden también procurar la ayuda de un psicólogo familiar.

“Noté un brillo especial en los ojos de Oleksii. Por ese motivo creo que al final todo estará bien”, dijo Alla después del retiro.


La OIM ha estado operando en Ucrania desde 1996 y ha ido aumentando su respuesta tras la invasión a gran escala. Desde febrero de 2022 el personal de la OIM ha estado trabajando incansablemente para abordar las necesidades más urgentes, desarrollar resiliencia, y permitir la recuperación, llegando a más de 6,5 millones de personas en Ucrania y en 11 países vecinos con apoyo crucial y en algunos casos, vital. Para más información por favor lea el Informe de la OIM “Dos años de respuesta para Ucrania y Países Vecinos (2022-2024)”.

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