Por más de 30 años Somalia quedó atrapada en una crisis política, económica y social muy profunda cuyas consecuencias recayeron principalmente sobre sus ciudadanos.
Por décadas han tenido que tolerar desplazamiento masivo, la pérdida de seres amados en conflictos duraderos y la destrucción de servicios básicos. La violencia prolongada ha también destruido los lazos de amistad de las comunidades que con anterioridad convivían pacíficamente.
“De repente las personas ya no confiaban más en los demás”, sostiene Abdiwahab Bissle, experto en estabilización comunitaria de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Recuerda el modo en el que la guerra civil cambió la dinámica social en muchas ciudades de todo el país. “La mayor parte de los enfrentamientos armados en Somalia han sido y son luchados en nombre de los clanes, lo cual ha afectado los vínculos entre las comunidades”.
La población de Somalia está dividida en muchos clanes que les han dado forma a las comunidades durante siglos. Pero fue durante la década de 1990 en que su coexistencia pacífica se vio fragmentada y que las luchas por el poder político se volvieron verdaderamente mortales.
Desde entonces, muchos de los problemas más profundos del país han sido definidos por conflictos vinculados a los clanes en relación al acceso a la tierra y al agua, exacerbados por grupos extremistas violentos y la degradación ambiental.
“Los grupos de personas mayores y mujeres de los clanes tradicionales han sido una fuente importante de mediación en los conflictos y han servido asimismo como un paliativo a la violencia armada”, agregó Abdiwahab.
El trabajo con los líderes comunitarios y grupos de mujeres ha sido efectivo para poder restaurar la paz en muchas comunidades de Somalia. Un ejemplo puede hallarse en Dhusamareeb, la capital del Estado de Galmudug, en el que la OIM brinda su apoyo a los esfuerzos para la consolidación de la paz por parte del gobierno entre las comunidades que históricamente han estado en conflicto.
Reconciliación de base comunitaria
Desde el inicio de la guerra civil, la población de Dhusamareeb había estado bajo la influencia de un grupo ideológico, pero surgieron tensiones internas en el grupo debido a desacuerdos sobre el tipo de estado que los ciudadanos querían para su futuro. Esto dividió a los residentes en dos grupos ideológicos, a pesar de que pertenecían al mismo clan.
Con el transcurso del tiempo, el poder pasó de un grupo al otro, dependiendo de la dinámica prevalente. Hace dos años, las elecciones locales aumentaron las tensiones existentes y llevaron a un impasse que separó a ganadores de perdedores. Esto afectó especialmente la relación entre los dos grupos de mujeres que tradicionalmente habían sido vecinas y que compartían intereses comunes.
“Como candidata al senado, es un verdadero desafío para mi seguir mi ambición política sabiendo que los grupos de mujeres en mi patio trasero están desunidas”, explicó Hani*, quien es candidata en el ámbito de la política federal.
Las designaciones al consejo local y a otras organizaciones claves se han convertido en cuestiones contenciosas. Los grupos de mujeres desconfían entre sí y compiten por obtener el respaldo de miembros influyentes de la comunidad – algo muy diferente a las relaciones de hace más o menos una década cuando las mujeres de ambos grupos trabajaban juntas, compartiendo momentos de alegría mientras también se apoyaban mutuamente en tiempos de necesidad.
Para reunirlas, el Ministerio de la Mujer y para el Desarrollo de los Derechos Humanos (MoWHRD) en Galmudug organizó un taller de mediación y reconciliación al cual concurrieron 100 mujeres pertenecientes tanto al gobierno como a la oposición.
“La OIM apoyó al gobierno para capacitar y para darle espacio a mujeres líderes influyentes pertenecientes a las dos posiciones políticas para discutir y compartir ideas acerca de sus respectivos reclamos”, dijo Abdiwahab. El diálogo permitió que los grupos se reconciliaran y forjaran una unidad de propósito.
Amigas desde la infancia, Xalwo*, una comerciante de 56 años y Faduma*, líder religiosa de 55, compartieron sus puntos de vista sobre cómo el proceso de mediación ayudó para sanar la grieta y revivir la comunicación entre ellas.
“Me sentí desilusionada con mis amigas que abandonaron a sus Sheikhs (líderes religiosos) y decidieron promover la formación del gobierno actual”, dijo Faduma, quien se había ido a otra ciudad cuando las tensiones estallaron.
Xalwo y Faduma ahora disfrutan de la compañía y consejos de la otra, sin despertar sospechas entre las líderes de los grupos de mujeres. Han revivido su tradición de compartir el té y las palomitas de maíz y piden mercaderías juntas para sus negocios a fin de abaratar costos.
“Las charlas de mediación nos permitieron transmitir con sinceridad los reclamos de ambas partes y esto ha llevado a que podamos limar nuestras diferencias”, explicó Xalwo. “Nuestras pequeñas charlas con té de por medio son muy valiosas ya que es sumamente importante que nuestros dos grupos logren la reconciliación”.
Tras el taller de reconciliación, se pudo restaurar la comunicación entre un número mayor de integrantes de ambos grupos la misma fue consolidada en subsiguientes reuniones puesto que se las alentó para que trabajen en actividades comunitarias.
Las mujeres ahora pueden seguir con sus vidas de una forma mucho más pacífica. Xalwo supervisa las clases de lectoescritura y la decoración con henna en un centro comunitario local para mujeres. “¡Gracias a dios, estoy aliviada de que hayamos podido continuar con el programa sin interrupciones!”, dice.
Estas y otras iniciativas similares que involucran a mujeres en la consolidación de la paz y la reconciliación comunitaria están alineadas con la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (UNSCR) 1325, sobre Mujeres, Paz y Seguridad. También operan en grupo con el enfoque de la OIM en lo relacionado con garantizar la participación total de las mujeres en los procesos de consolidación de la paz, y con el compromiso total de parte de la Organización en cuanto a incluir el género en sus programas y actividades.
“Esto refleja los papeles muy importantes que las mujeres juegan en nuestra sociedad y nos gustaría asegurarnos que sean representadas en las esferas políticas y que sus derechos sean garantizados y protegidos en nuestra sociedad”, dice Ubax Hussein Diblawe, Ministro de la Mujer en Galmudug, quien hizo uso de la palabra durante la actividad de reconciliación comunitaria.
Si bien las relaciones entre las mujeres se han relajado, Somalia sigue estando esencialmente inestable y hay aún una gran necesidad de desarrollar aún más y profundizar la unidad recientemente establecida y la buena voluntad que derivó de los esfuerzos de mediación. Xalwo, sin embargo, da esperanzas para el futuro. “Somos todas mujeres y todas perdemos si estamos divididas”.
Este año la OIM dio inicio a un proyecto conocido como Daryeel – palabra que en Somali significa “cuidado” – el cual incorpora años de mejores prácticas para poder implementar la estrategia de la OIM de estabilización comunitaria integrada, la cual es optimizada por una combinación de presencia local, la pericia de diversos sectores, y una visión contextual mejorada. Podrá leer más acerca de este proyecto aquí.
La reconciliación de los grupos de mujeres en Dhusamareeb tuvo lugar en el marco del proyecto de la OIM Midnimo II y gracias a fondos aportados por el Fondo de Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz.
* Algunos nombres han sido cambiados para proteger identidades.
Para más información por favor contactar con Claudia Barrios Rosel, Oficial de Comunicaciones de la OIM Somalia en iomsomaliapsu@iom.int